La revolución de los claveles
Un día como hoy pero de 1974 se producía en Portugal un golpe militar incruento con masivo apoyo popular que desalojó a una dictadura que se había mantenido en el poder durante 50 años. Nació como una revolución democrática y se convirtió en una revolución social de proporciones.
La pobreza creciente, la opresión social por décadas, el peso económico que significaban las colonias, la resistencia y los triunfos militares de los movimientos guerrilleros que luchaban por su independencia en África contra Portugal, la crisis del petróleo de 1973 y sus consecuencias en la economía y la falta de resolución de los conflictos internos dentro de las fuerzas armadas lusitanas fueron poderosas razones para que se produjera esta Revolución.
A finales de 1973 hizo su aparición un misterioso “Movimiento de las Fuerzas Armadas” (MFA) constituido por oficiales de mediana y baja graduación que habían participado de las anacrónicas guerras coloniales y que unieron fuerzas para impulsar la democracia, cambios sociales y ser parte de la integración continental europea.
El 16 de marzo se produjo el Levantamiento de Caldas contra el gobierno y, aunque fracasó, demostró que existía espacio social para el cambio y que era necesario mejorar los dispositivos para derrocar a la dictadura. Hubo detenciones y traslados pero el MFA se consolidó.
El 24 de abril a las 22,55 horas se emitió el primer aviso para que las tropas se prepararan. Por Rádio Emissores Associados de Lisboa, el periodista João Paulo Diniz pasó la canción “E depois do Adeus” de Paulo de Carvalho, que había representado a Portugal en el Festival de Eurovisión. Los relojes se sincronizaron. A las 00:25 horas del 25 de abril se transmitió el segundo aviso. Rádio Renascença emitió “Grândola, Vila Morena”, una canción revolucionaria del músico y compositor José Afonso, prohibida por el régimen. La movilización de las tropas dio comienzo.
Media hora más tarde las guarniciones de Oporto, Santarém, Braga, Faro y Viana do Castelo se desplegaron y ocuparon los aeropuertos. A las 3:00 emitieron la primera comunicación a la población para que no salieran de sus casas e instaron a la policía a no oponerse. Una hora después el gobierno se enteró de los hechos pero carecía de grandes apoyos para resistir. Horas más tarde la marina de guerra tomó el control de los puertos. La aviación dudó pero, finalmente, se plegó.
El pueblo no acató la orden de encerrarse en sus casas. Durante años había luchado para sacarse la dictadura de encima y no iba a desaprovechar esta oportunidad. A las nueve de la mañana, millones de portugueses llenaron las calles y se produjo un hecho simbólico que marcó a esta Revolución y le dio su nombre. Celeste Caeiro, trabajaba de camarera de un bar lisboeta, cuyo dueño, iba a festejar el primer año de apertura. La fiesta, finalmente, fue suspendida por lo acontecido y el dueño les pidió a los trabajadores/as que se llevaran las flores que había comprado para el frustrado festejo.
Celeste, no volvió a su casa. Ella era una militante comunista que también había soñado con ese momento. Esperó hasta la mañana y caminó hacia la Plaza del Rossio con sus claveles rojos y blancos debajo del brazo. Al llegar a la plaza se encontró con soldados y tanques. Uno de los jóvenes soldados le pidió un cigarrillo pero ella no fumaba. Lo único que tenía eran claveles y le ofrendó uno rojo. El soldado lo tomó y lo colocó en el cañón de su fusil; inmediatamente sus compañeros más cercanos le pidieron los otros claveles a Celeste e imitaron la acción. El ejemplo se difundió muy rápido, las mujeres y los floristas les ofrecieron claveles a todos los soldados y ellos lo colocaron en sus fusiles. Ese día el pueblo jugó una carta ingeniosa para que las armas no estuvieran en su contra.
Había millones en las calles y ese gesto simbólico ayudó a desarmar cualquier intento de violencia.
El MFA emitió un ultimátum. El gobierno debía rendirse antes de las 16:00 horas. Hubo un intento de fuga que fracasó y a la hora señalada el dictador Marcelo Caetano presentó su dimisión ante el general Antonio de Spínola, que sería el futuro presidente del gobierno provisional. Hacia las 20:30 se produjo el único hecho violento de la jornada. Los esbirros de la policía política del PINE pretendieron resistir e iniciaron una balacera contra la multitud que arrojó cuatro muertos y decenas de heridos. Fueron rodeados, se rindieron a las 21:46 horas y fueron detenidos. Los últimos en ser apresados fueron los integrantes del gobierno dictatorial que se habían parapetado en el cuartel general de la aviación.
En la madrugada del 26 de abril, los medios estatales presentaron a los miembros del MFA que integraban la Junta de Salvación Nacional con el general Spínola a la cabeza. La tensión dio paso al festejo popular en las calles de Portugal. Se acababan 50 años de dictadura sangrienta.
En realidad, muchos militares querían una transición democrática sin demasiados cambios. Pero el pueblo portugués y muchos otros militares, tampoco. El acto del 1º de mayo congregó 500.000 trabajadores/as solo en Lisboa. Las luchas se multiplicaron; se legalizaron las comisiones de trabajadores/as para dirigir las huelgas, comisiones de inquilinos para luchar contra el abuso de los alquileres y por el uso de las viviendas ociosas, las comisiones de vecinos para confrontar contra los excesos de los ayuntamientos, las comisiones de soldados para democratizar la vida militar, los campesinos pobres lograron una reforma agraria y formaron cooperativas rurales, se nacionalizó la banca y se lograron aumentos salariales impensados. Este proceso impactó en los propios militares que, en muchos casos, se fueron incorporando a la lucha popular y adoptando posiciones inéditas.
Fueron 15 meses vertiginosos en los que se sucedieron 6 gobiernos. Aparecieron las contradicciones, las diferentes visiones de cómo avanzar o consolidar conquistas y hubo tensiones. Pero Portugal no volvió a ser el país más pobre de Europa y la dictadura se desmoronó para siempre. Además, se inició el proceso de descolonización que permitió la libertad a los pueblos africanos sojuzgados por siglos.
Los movimientos guerrilleros que condujeron la lucha anticolonialista en África lograron la independencia de sus países y sus líderes fueron refrendados para dirigir los gobiernos respectivos en las elecciones posteriores. El primer caso triunfante se dio en Cabo Verde y Guinea-Bissau de la mano del PGAIC (Partido Africano para la Independencia de Guinea y Cabo Verde), dirigido por Amílcar Cabral. Luego, fueron Angola con la dirección del MPLA (Movimiento Popular de Liberación de Angola), dirigido por Antônio Agostinho Neto; Mozambique con el FRELIMO (Frente de Liberación de Mozambique), dirigido por Samora Machel y Santo Tomé y Príncipe con el MLSTP (Movimiento para la Liberación de Santo Tomé y Príncipe), conducido por Manuel Pinto da Costa. La libertad llegó después de 600 años donde la esclavitud y el robo de los recursos naturales fue la ley imperante.
Los capitanes Salgueiro Maia y Vasco Lourenço, los mayores Otelo Saraiva de Carvalho, Vítor Alves y Ernesto de Melo Antunes, los tenientes coroneles Franco Charais y Artur Batista y el coronel Vasco Gonçalves fueron las caras visibles de este movimiento impulsado por centenares de jóvenes oficiales y suboficiales hastiados de la guerra colonial que vivieron en directo los vaivenes de un proceso de rebelión popular. Nunca más fueron los mismos y Portugal tampoco.
Salú!! Por el coraje de enfrentarse al fascismo y sepultar un imperio colonial inhumano, por jugarse sin red y haber pagado un alto precio por esa osadía, por ser parte de la historia que vale la pena.
Ruben Ruiz
Secretario General