El ídolo que llevó al ciclismo argentino desde Mendoza a las grandes capitales del mundo
Un día como hoy pero de 2020 se despedía Ernesto Antonio Contreras, apodado “El cóndor de América” por sus hazañas deportivas en los terrenos montañosos, gran difusor de este deporte en todo el territorio nacional y representante internacional de gran relieve.
Clasicómano (corredor que se especializa en las carreras de un día), escalador (se especializa en la subida de laderas escarpadas, paredes de roca o superficies similares) y contrarrelojista (corredor que compite en solitario durante un recorrido determinado con otros que van saliendo de a uno en intervalos regulares. El cronómetro empieza a correr para cada uno de ellos cuando descienden por la rampa de salida y se detiene para cada uno cuando cruzan la línea de meta).
Ciclismo puro.
Fue ocho veces consecutivas Campeón argentino de pista en la modalidad de persecución individual (1956-1963), Campeón argentino de kilómetro con partida detenida en pista (1961), Campeón argentino de Ruta (1959, 1970 y 1971), Campeón Rioplatense de persecución individual (1957, 1959 y 1961), dos veces ganador del Cruce de los Andes (1968 y 1973), Subcampeón Americano de pista en la modalidad de persecución individual (Montevideo, 1957), Campeón americano de pista en la modalidad de persecución individual (Brasil, 1958), representante argentino en los Juegos Olímpicos de Roma (1960), Tokio (1964) y México (1968) y en los campeonatos mundiales disputados en Ámsterdam, Zúrich, Milán y Montevideo
Nació en 1937 en Medrano, departamento de Junín, Mendoza. Hijo de Modesta Vázquez y Crispín Contreras, chacarero. De chico ayudaba a su padre en las tareas de la chacra y se destacaba jugando al futbol Pero siempre le “tiraba” la bicicleta. Usaba la de su padre para recorrer los ocho kilómetros que separaban la finca del pueblo. Comenzó a competir en las carreras entre aficionados y las fue ganando casi todas. Sorprendió por su potencia y juventud.
En 1956 debutó en las competencias organizadas por la Asociación Ciclista Mendocina. Fue en la “Doble Departamento General San Martín” y ganó con una bicicleta prestada por su amigo Enrique Pérez. Tenía 19 años. A las pocas semanas se clasificó tercero en el Premio Cerro de la Gloria. A los tres meses de su debut se consagró campeón mendocino de “medio fondo” en una fuerte disputa con la figura del ciclismo provincial de ese momento, Arturo Tejedor.
Sus actuaciones encendieron las luces de la Federación Mendocina de Ciclismo que lo nominó para representar a la provincia en el clasificatorio cuyano para participar en el argentino de pista que se realizaría en octubre de ese año en la ciudad bonaerense de Trenque Lauquen.
Había llegado la hora. Partió hacia Trenque Lauquen sin apoyo económico y sin conocimiento masivo. Pero el boca a boca había comenzado a circular y cuando llegó a la ciudad olfateó cierta empatía con su persona. Se alojó en una casa de familia y entrenó con fiereza.
El día anterior al inicio de las competiciones, los delegados de cada provincia se reunieron para definir de manera equitativa cada serie de persecución individual. La delegación mendocina comunicó que Contreras había recorrido los 4000 metros que demandaba cada serie en cinco minutos y diez segundos. El resto se mostró sorprendido e incrédulo por el tiempo informado y solicitó una ratificación o rectificación. Los dirigentes lo confirmaron y cuando la noticia se desparramó por la ciudad el ciclista ya tenía su apodo popular “El cincodiez”.
Su amigo Enrique Pérez la había prestado otra bicicleta que era más liviana. Fue demoliendo a sus rivales y llegó a la final contra el cordobés Pedro Salas, múltiple campeón de ruta y pista. El antiguo óvalo de cemento del Club Ciclista fue el escenario. El domingo 14 de octubre fue el día. El velódromo estaba desbordado de público mayoritariamente a favor del “Negro” Contreras. La hinchada se había ido formando durante las clasificatorias en las casas, talleres, oficinas, almacenes, confiterías. Fueron minutos de tensión y transpiración. Ganó “Cincodiez” por cinco segundos y la algarabía fue total. El Gráfico tituló: ·El campeón de la bicicleta prestada”.
Fue el comienzo de una trayectoria nacional imbatible. Cuando incursionó en las carreras de resistencia también hizo roncha. Ganó tres títulos en los 120 kms. contra reloj: en Santa Rosa le ganó a René Simionatto por tres segundos; nuevamente en la capital pampeana le ganó a Gerardo Cavallieri por 22 segundos y en San Rafael a Carlos Miguel Álvarez por 46 segundos.
Las trepadas montañosas fueron la escalera de ascenso en su popularidad. Su manejo en Los Caracoles de Villavicencio, La Cruz de Paramillos, El Cerro Negro y Paramillos constituían hazañas; los primeros puestos en La “Vuelta de Uspallata” o la “Doble Villavicencio”, los triunfos ante sus comprovincianos Kiko Reyes y Ricardo Godoy (del Este mendocino), Aníbal Salguero (de Rivadavia), Zangheri (de San Martín) Castagnolo, Leiva, Caterino, Bordón, Ottaviani, Llano, Kadiajh o ante los campeones sanjuaninos como el “Payo” Matessevach, Eduardo “Vieja” Bustos y Vicente Alejo Chancay, fueron hitos.
Sus triunfos en el Cruce de los Andes (que unía el Campo Histórico El Plumerillo de Mendoza con Santiago de Chile) consolidaron la idolatría popular. Las etapas finales de las competiciones llegaban a convocar 200.000 personas en territorio mendocino que hacían de esos domingos una fiesta inigualable. “Se viene el malón” gritaba un espectador ante el pelotón multicolor de pedalistas y descollaba el “Negro” Contreras que era el preferido del público.
Su periplo internacional se intercalaba con sus actuaciones nacionales. Los campeonatos mundiales fueron un acontecimiento deportivo para un deporte poco tratado en los medios masivos. En el Mundial de Montevideo logró la medalla de plata en persecución individual por equipos junto a Álvarez, Alves y Merlos detrás del imbatible equipo italiano. Su condición amateur le impidió participar de la Vuelta de España, el Giro de Italia o el Tour de Francia. Hubiera sido un hermoso desafío para el “Cóndor de América” trajinar esas rutas.
Heredero de la tradición rampante en ruta y pista de Cosme, Carmelo, Victorio y Remigio Saavedra, en las décadas de 1920, 1930 y 1940 y antecesor necesario de los campeones olímpicos y/o mundiales Juan Esteban Curuchet, Walter Pérez, Marcelo Alexandre o los ciclistas de actuación internacional como Juan José Haedo, Juan Antonio Flecha o Maximiliano Richeze.
Se abren nuevos caminos como el BMX (o Bicicross) en donde ya aparecen figuras de orden internacional como el cordobés por adopción “Maligno” Torres Gil que obtuvo la medalla de oro en los últimos Juegos Olímpicos en el estilo libre.
Seguramente el “Negro” Contreras estará sonriendo junto a Remigio Saavedra con estas nuevas modalidades tan osadas como sus primeros pasos en el ciclismo.
Disciplinado, frontal, honesto, de pocas palabras pero incisivas (ante alguna chicana por la actuación lenta de un ciclista siempre espetaba su principio inalterable: “Llegar es ganar”), ídolo de un deporte arraigado en los pueblos y ciudades de todas las provincias que fue inundando las grandes ciudades y encontrando un espacio en el corazón de los aficionados al deporte.
Salú Ernesto Contreras! “Negro, “Cincodiez”, “Cóndor de América” o como te recuerde el pueblo ciclista que ayudaste a multiplicar con tu personalidad y tus actuaciones en dos ruedas.
Ruben Ruiz
Secretario General