Angela Davis
Un día como hoy pero de 1944 nacía Angela Yvonne Davis, filósofa, profesora universitaria, escritora, luchadora por los derechos de los afroamericanos/as, antirracista, referente del feminismo internacional y comunista estadounidense. Su figura con el peinado afro y el puño en alto continúa siendo un símbolo de la pelea inconclusa por la igualdad de los seres humanos.
Hija de Frank Davis, graduado en una universidad para afroamericanos en Carolina del Norte, profesor de historia y, luego, dueño de una estación de servicio y de Sallye B. Davis, graduada en una universidad de Alabama y maestra de escuela primaria. Ambos activistas por los derechos civiles y miembros de la National Association for the Advancement of Colored People (NAACP).
Angela nació en un barrio de la ciudad de Birmingham, Alabama, que llamaban “Colina dinamita”, por la cantidad de casas de afroamericanos/as dinamitadas por el Ku Klux Klan. Cursó la primaria en una escuela segregada, con una infraestructura deteriorada y problemas de transporte pero en la que se destacó por su inteligencia. A los 14 años fue seleccionada por la organización cuáquera American Friends Service Committee para obtener una beca que le permitió matricularse en el instituto privado de pedagogía Elisabeth-Irwin, de Nueva York.
Fue un despertar de la conciencia.
Vivió en la casa del reverendo William Howard Melish, el pastor de la mayor Iglesia episcopal de Brooklyn, enfrentado al macartismo reinante en EE UU y, por lo tanto, inhabilitado para enseñar en escuelas públicas. Inició su contacto con las ideas socialistas, participó de las manifestaciones en defensa de los derechos civiles y se incorporó a la asociación juvenil marxista Advanced.
En 1962 obtuvo otra beca para estudiar francés en la Universidad de Brandeis (Massachusetts). Eran solo tres estudiantes afroamericanas. Comenzó a trabajar en varios negocios de la ciudad de Waltham, donde residía, y ahorró el dinero suficiente para pagarse un viaje de estudios a Europa. Cursó en Francia y Alemania, donde estudió filosofía con excelentes resultados académicos, tuvo contactos con federaciones estudiantiles y participó de las marchas contra la guerra de Vietnam.
En 1964 regresó a EE UU e ingresó a la Universidad de California en San Diego. Allí, Herbert Marcuse aceptó dirigir su tesis que, inicialmente, estuvo tutelada por Theodor Adorno (dos notables teóricos marxistas). En 1967 se incorporó al Comité Coordinador No Violento Estudiantil (SNCC) y tomó contacto con el Movimiento Panteras Negras. En 1968 comenzó a trabajar como profesora de Filosofía en la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA) y se afilió al Partido Comunista de EE UU. Cuando el FBI lo supo, advirtió a las autoridades de la casa de estudios y fue despedida en 1969.
De seguido, se involucró en una campaña para mejorar las condiciones carcelarias en su país. En enero de 1970, un carcelero asesinó a tres presos negros en la prisión de Soledad en California y, posteriormente, otro convicto pretendió vengarse y exigió la libertad de su hermano y otros dos Panteras Negras presos. Fracasó, fue asesinado y al tiempo, su hermano también. Le implantaron un arma en la mano y acusaron a Angela Davis de haberla ingresado de contrabando a la cárcel.
Las causas eran infundadas pero la persecución comenzó en forma implacable. Angela se convirtió en una de las fugitivas más buscadas en EE UU y fue atrapada dos meses después. Su encarcelamiento duró 17 meses y produjo una movilización internacional a favor de su libertad que sorprendió a las autoridades políticas y evidenció la fragilidad de las supuestas pruebas. Finalmente, fue declarada inocente y sobreseída de todos los cargos pero el gobernador de California, Ronald Reagan, presionó para que no pudiera dar clases en las universidades de ese estado. No obstante, trabajó como conferencista sobre estudios afroamericanos en el Colegio de Claremont, Los Ángeles, California.
En 1971 publicó “Si vienen por la mañana: voces de resistencia” en el que relató su encarcelamiento pero también describió en profundidad el sistema carcelario estadounidense, en especial, la vigilancia sobre la población negra. Un libro que mantiene total vigencia para el esquema punitivo actual de ese país.
En 1947 publicó Angela Davis. Una autobiografía donde ensayó una explicación política de las persecuciones que había sufrido hasta el momento y el mensaje del poder político con ese accionar. En 1976 rompió el cerco de la prohibición y volvió a los claustros universitarios; trabajó de profesora en la cátedra de Estudios de Etnia y de la Mujer en la Universidad Estatal de San Francisco.
Militante incansable, organizó movilizaciones y discursos en todo el país y organizó conferencias para explicar las razones de la lucha por la igualdad de los afroamericanos/as, en particular, de las mujeres trabajadoras y pobres. En 1981 publicó una de sus mejores obras: Mujeres, raza y clase, que significó un punto de inflexión en el feminismo. Examinó la influencia de la esclavitud en la existencia de las mujeres negras, el modo en que esa infame institución originó muchos de los prejuicios persistentes en la vida moderna hacia las mujeres negras, el papel y los prejuicios de las propias mujeres blancas en las luchas feministas, la elaboración de conceptos limitados como la ciudadanía, el voto, los derechos laborales y reproductivos y la libertad sexual en relación a las mujeres negras.
En 1989 publicó Mujeres, Cultura y Política, un compendio de discursos y escritos que se sumergen en los cambios producidos en esa década respecto a las luchas por la igualdad y en el rol del/a activista político que está sometido a la tensión que supone intervenir en los problemas del momento y el deseo de que sus contribuciones sean provechosas y sobrevivan a la coyuntura.
En 1999 publicó El legado del blues y el feminismo negro, obra en la que investiga la conexión entre el blues y el jazz, con el feminismo y con la cultura afro descendiente y devela aspectos poco reconocidos de estrellas negras de esa música y la visión que se tenía de ellas. Entre 2003 y 2005 publica ¿Están las prisiones obsoletas? y La democracia de la abolición: más allá del imperio, las prisiones y la tortura. Dos obras que abordan las torturas perpetradas por el ejército yanqui en Irak, la masividad de migrantes pobres y mujeres encarceladas, la sobrerrepresentación de personas negras en las cárceles de todo el mundo y la existencia del negocio industrial-carcelario.
En 2015 escribió La libertad es una lucha constante: Ferguson, Palestina y los cimientos de un movimiento en el que analiza las conexiones de las luchas contra la opresión en diferentes lugares del mundo y en la historia y lo visualiza como una posibilidad global de solidaridad efectiva para tener éxito.
Su radicalidad para explicar el movimiento feminista negro, su apelación a la interseccionalidad feminista para describir con precisión que el género, la etnia, la clase social y la orientación sexual son ámbitos conectados de discriminación, su sólida argumentación a favor del abolicionismo carcelario y la desmilitarización del aparato policial, son batallas prácticas que Davis sigue dando con lucidez y energía.
Salú Angela! Por enfrentar con el cuerpo y la palabra a los poderosos visibles y enmascarados, por tu lucha a favor de un feminismo integrador, por tu vitalidad intelectual para continuar aportando argumentos y estrategias a las nuevas formas de lucha contra la discriminación y la opresión.
Ruben Ruiz
Secretario General