Un día como hoy pero de 1849 nacía Iván Petróvich Pávlov, fisiólogo y experimentador naturalista ruso, célebre por sus estudios sobre la fisiología de la digestión y la actividad nerviosa superior y cuyas ideas fueron sustanciales en el desarrollo de la fisiología teórica.
Nació en Riazán, Distrito Federal Central de la Federación Rusa. Fue el mayor de once hijos que tuvo la pareja formada por Varvara Ivánovna Uspénskaya y de Piotr Dmítrievich Pávlov, sacerdote de la Iglesia ortodoxa de Rusia. Cuidaba a sus hermanos menores y sus pasatiempos eran investigar minuciosamente el jardín y pasear en bicicleta. Cursó sus estudios secundarios en el seminario de la ciudad. No obstante, su curiosidad lo llevó por otros caminos. Las tradiciones progresistas de la filosofía materialista y de las ciencias naturales rusas del siglo XIX, la doctrina del médico Iván Séchenov (el padre de la fisiología rusa) y los trabajos de divulgación científica del escritor Dmitri Pisarev lo indujeron hacia las ciencias naturales.
Abandonó la teología, enfiló hacia el estudio científico y en 1870 ingresó en la facultad de Física y Matemáticas de la Universidad de San Petersburgo y complementó sus estudios cursando Química. En 1875 se graduó en Ciencias Naturales e ingresó a la Academia de Medicina y Cirugía. Su interés estaba puesto en la fisiología pero primero debía contar con el título de médico. Alcanzó el doctorado en 1879 y, de sobrepique, fue a perfeccionarse a Alemania. Allí se especializó en fisiología intestinal y el funcionamiento del sistema circulatorio.
Regresó a Rusia, se incorporó como director del Laboratorio de Fisiología en la clínica del médico y terapeuta Serguéi Botkin y obtuvo una beca en la Academia de Medicina que le permitieron continuar con sus investigaciones. En esa época de formación desarrolló lo que él llamó un “pensamiento fisiológico” y también adquirió habilidades de laboratorio que fueron de mucha utilidad en su etapa de investigador. En 1881 se casó con la maestra Seraphina (Sara) Vasilievna Karchevskaya con quien tuvo cuatro hijos (uno murió de pequeño) y una hija.
En 1883 presentó su tesis doctoral: «Los nervios centrífugos del corazón» en la que sentó las bases del nervismo (corriente que postula que el sistema nervioso es el coordinador e integrador de todas las funciones del organismo, determinando la salud y la enfermedad) y estableció los principios básicos sobre la función trófica del sistema nervioso (el papel que juega dicho sistema en la regulación del crecimiento, la nutrición y la salud de los tejidos que estimula). Este trabajo y otras investigaciones posteriores demostraron que existía un patrón básico en la regulación refleja de la actividad de los órganos circulatorios.
Su método de trabajo era riguroso: mediciones repetidas de un proceso fisiológico en una preparación crónica y estricto control experimental. Fueron años de trabajo que le permitieron investigar, descubrir y demostrar comportamientos fisiológicos inéditos tanto en el estudio de la circulación sanguínea y la inervación del corazón como de las glándulas digestivas o de los reflejos condicionados. Fue el primero en emplear el experimento crónico, o sea, el método usado en animales no lesionados o previamente operados impactados por las reglas de la asepsia y la antisepsia en las cirugías y restablecidos de las consecuencias de la propia operación. Este método le permitió investigar con mayor precisión las funciones digestivas del páncreas, el hígado, las glándulas salivales y, en especial, la actividad secretora del estómago.
Finalmente, en 1890 fue designado profesor de farmacología en la Academia Militar de Medicina y director del Departamento de Fisiología en el Instituto de Medicina Experimental en San Petersburgo. Sus posibilidades de investigación y su perfil académico crecieron.
Practicó más de 10 años para aprender a realizar orificios en el intestino delgado y grueso. Era una operación compleja dado que el jugo gástrico corroía los tejidos intestinales y los de la pared abdominal. Pávlov creó una técnica basada en introducir un tubo metálico por una pequeña hendidura lo que implicaba una extrema habilidad para suturar la membrana mucosa y la piel y cerrar la salida de la cánula con un tapón. Este método le permitió obtener jugo gástrico de cualquier parte del tracto intestinal.
Por su trabajo en la fisiología de la digestión y las técnicas creadas que permitieron investigar las funciones de los órganos desde varias ópticas, con el organismo íntegro y en coordinación con otros órganos y sistemas, le otorgaron el premio Nobel de Fisiología/Medicina en 1904.
En esa época comenzó sus estudios sistemáticos sobre los reflejos condicionados. Pávlov experimentó con perros. Observó que, ante la presencia de comida, los perros salivaban. Pero descubrió (después de una asociación repetida) que los perros también salivaban ante la presencia de un estímulo distinto de la comida. Para ello realizó un experimento contundente: hizo tañir una campana antes de alimentar a los perros. Repitió la misma acción varias veces durante varios días. Tras esa repetición, observó que los animales hambrientos salivaban al oír el sonido de la campana aunque no se le diese alimento alguno. Concluyó que esa respuesta era un reflejo condicional y descubrió que ese reflejo se producía en la corteza cerebral.
Desarrolló, entonces, un método para estudiar la posible existencia de conexiones de estímulo y respuesta. Consideró que esas respuestas no eran innatas de los animales y concluyó que habían sido aprendidas mediante asociaciones. El estímulo condicional (sonido) funciona como una señal que avisa que el estímulo incondicional (comida), está a punto de aparecer.
Demostró la existencia de un primer sistema se señales. La relación por el cual el sistema nervioso central establece una asociación con un estímulo externo y constituye un sistema de sustituciones reflejas de la realidad. Luego concluyó que en los seres humanos la complejidad es mayor. Ya no es solo una cuestión de reflejos condicionales. Estableció un segundo sistema de señales asentado en el lenguaje verbal o simbólico; una sustitución que puede ser infinita y tener un alto grado de ordenamiento o lógicas. Nacía la ley de reflejo condicional.
Avanzó sobre conceptos novedosos y centró su explicación sobre la actividad nerviosa superior en hipotéticos procesos cerebrales de carácter puramente fisiológica: inhibición, excitación y desinhibición, determinadas por las leyes de la inducción, irradiación y concentración. Estudió la actividad del sistema nervioso que, según su conclusión, daba nacimiento al temperamento y constituía la base de la personalidad. Arbitrariamente creó cuatro categorías: fuerte y no equilibrado; fuerte equilibrado y lento; fuerte; equilibrado e impulsivo y débil.
Su posición basada en la experimentación y en los resultados objetivos de las conductas reflejas fue un gran avance científico porque explicó mucho de lo ignorado hasta ese momento y condujo a nuevos e importantes problemas experimentales. Luego fue superado (y en muchos casos confrontado) por la neurociencia moderna que incorporó otros fenómenos como el pensamiento, el discernimiento o la expectación y se especializó en el estudio de la anatomía del cerebro desde el nivel molecular y celular hasta el conductual y cognitivo.
Sus aportes fueron claves en el desarrollo de la fisiología como así también en la psicología, la psiquiatría e inclusive la pedagogía. Su capacidad técnica para intuir cuáles eran las cuestiones relevantes y cómo abordarlas empíricamente fue notable. Su talento y su perseverancia para trabajar en condiciones de precariedad y cambios sociales profundos también fue relevante.
En el otoño de 1849 su actividad indetenible se frenó definitivamente. Unos ojos perrunos lo miraban con cercanía animal y unos ojos humanos con asombro y perplejidad.
Salú Iván Pávlov! Por escudriñar con entusiasmo y frenesí los insondables caminos de las formas de actuar y construir un piso de explicaciones que iluminaron un tramo de las ciencias que permanecían ocultas y daban de comer al ocultismo.
Ruben Ruiz
Secretario General