Celia Ortiz Arigós
Un día como hoy pero de 1895 nacía Celia Ortiz Arigós, primera doctora en Pedagogía de la República Argentina y renovadora de la pedagogía en nuestro país, que incorporó conceptos democratizadores, con mayores espacios de libertad para los alumnos/as y la idea de horizontalidad en la educación.
Nació en Paraná, inició su educación con profesoras particulares y luego ingresó al Colegio del Huerto donde cursó la escuela primaria. Los estudios secundarios los realizó en la Escuela Normal de Paraná donde se recibió de Maestra Normal. Posteriormente, se trasladó a la ciudad de La Plata e ingresó a su universidad donde se recibió de profesora de Pedagogía y Filosofía (1918) y de doctora en Ciencias de la Educación (1921). La primera en nuestro país.
En 1922 regresó a la ciudad de Paraná, donde obtuvo por concurso de oposición las cátedras de Historia de la Educación, Didáctica General, Práctica de la Enseñanza e Introducción a los Estudios Filosóficos, Filosofía General y Pedagogía General y lideró un proceso de renovación en tensión con los integrantes del normalismo positivista que dirigían los destinos de la educación argentina con antelación y que ya eran resistidos desde principios del siglo XX.
Las ideas de reemplazar la autoridad jerárquica coercitiva por el sentido crítico y la libertad de elección, una mayor autonomía infantil, el papel docente como estimulador del alumno/a en el proceso de aprendizaje, la incorporación de la imprenta en el aula, el dibujo y la composición libre, la importancia del juego y la integración con el medio que los rodeaba, fueron directrices de este intento de renovación pedagógica en un contexto político de cambios incesantes.
En 1925 realizó un viaje de especialización pedagógica e intelectual a Europa ((España, Italia, Suiza, Francia, Inglaterra) e interactuó con algunos integrantes de la vanguardia en la renovación pedagógica: Édouard Claparède, Josefina Pizzigoni, María Montessori, Albert Malche, Lombardo Radice y Adolfo Ferrière, con los promotores de la Escuela Nueva y Escuela Activa, visitó la Exposición Didáctica de Florencia, realizó una estadía en el Instituto Jean-Jacques Rousseau de Ginebra.
Fue una experiencia impactante que le dio argumentos para trabajar a su retorno al país.
En 1930 se instaló nuevamente en la Facultad de Ciencias Económicas y Educacionales, perteneciente en esos momentos a la Universidad Nacional del Litoral. Su primer centro de operaciones fue el Instituto de Pedagogía donde desarrolló una estrategia de difusión de las nuevas ideas a través de clases y conferencias de profesores extranjeros y locales, acceso a publicaciones pedagógicas, realización de congresos y encuentros de profesores.
La polémica con el viejo normalismo positivista fue constante. Pero su habilidad para tender puentes entre las diferentes concepciones educativas fue notoria. Existía una discusión profunda entre el maestro normalista y el nuevo sujeto que emergía: el profesor universitario o pedagogo.
Su resolución no sería fácil ni lineal.
Después del golpe de estado de 1930, la Facultad de Ciencias de la Educación fue intervenida. Celia no se amilanó y desarrolló la experiencia llamada Educación integral activa, en el seno de la Escuela Normal de Paraná. Modificó el estilo de la disciplina escolar, flexibilizó los horarios, sustituyó los pupitres por mesas colectivas, apostó por el trabajo grupal, el autogobierno y la cooperación, innovó con nuevas prácticas de lectura y revalorizó la escritura. Además, creó “Centros de actividades” en los que los/as alumnos desarrollaban prácticas con el mundo circundante (mercados, ríos, almacenes, fábricas, talleres).
Demasiada renovación para el momento que se vivía. En 1932 la experiencia fue prohibida por las autoridades educativas. Celia fue perseguida e interdicta en el campo pedagógico. No obstante, en 1934 ganó los concursos de oposición para desempeñarse en las cátedras de Didáctica General, Ética, y Seminario en la Escuela Normal Superior de Paraná y, hasta 1955, fue profesora titular de Didáctica General, Historia de la Educación, Práctica de la Enseñanza e Introducción en el Instituto Nacional del Profesorado Secundario en Paraná. En marzo de ese año fue cesanteada y en 1956 volvió a ganar por concurso la titularidad de Pedagogía General y de Estudios Filosóficos en la Facultad de Ciencias de la Educación de Paraná. A pesar de las diferentes persecuciones y múltiples resistencias nunca se exilió.
Además, incursionó en la formación docente y en 1957 ganó los cargos para la titularidad de las cátedras de Filosofía General, Pedagogía General, Didáctica General, Seminario Filosófico-Pedagógico y Ética en el Instituto Nacional del Profesorado Secundario de Paraná, que desempeñó hasta 1971.
Simultáneamente, plasmó sus ideas en diferentes libros. En 1961 publicó sus estudios estadísticos de investigación acerca de la Educación en Entre Ríos, La misión de la filosofía en el mundo actual y la crisis contemporánea y La educación nacional desde el ochenta hasta nuestros días. Entre 1962 y 1968 publicó los tres tomos de Historia de la Educación y la Pedagogía; en 1965 Humanismo como forma de vida e ideal formativo, en 1967 Momentos culminantes en ciento cincuenta años de educación pública en Entre Ríos y en 1973 La problemática filosófica educativa del siglo XX.
Su influencia alcanzó diferentes experiencias pedagógicas en las provincias del Litoral, Córdoba, Mendoza y San Luis. La defensa de que el conocimiento compartido habría mayores posibilidades que el individual acumulado, la idea de trascendencia responsable que permitía a los/as alumnos descubrir y crear saberes propios, la conveniencia de vincular saberes teóricos y prácticos para un aprendizaje más sólido y pertinente, la importancia del método en relación con la enseñanza de la lectura y la escritura, fueron aspectos distintivos de su accionar pedagógico que se diseminaron y tuvieron implantación nacional e internacional.
Su lucha contra el nacionalismo católico que atacaba el laicismo escolar, sus posicionamientos políticos, su idea de que la duda era el conducto necesario que nos preparaba para la crítica, su revalorización de la didáctica, su enfrentamiento contra el mero verbalismo y la falta de convicción para enseñar, le trajo innumerables problemas con propios y extraños. Su firmeza conceptual, le trajo serenidad y algunas victorias en el mundo de la educación.
Salú Celia! Por tu curiosidad, perseverancia, intuición y capacidad para incursionar en un mundo lo suficientemente complejo como es el de la educación, la pedagogía y la filosofía.
Ruben Ruiz
Secretario General