Saúl Ubaldini
Un día como hoy pero de 1936 nacía Saúl Edolver Ubaldini, líder sindical de los trabajadores/as durante buena parte de la dictadura, secretario general de la CGT-Brasil a partir de 1981 y de la CGT unificada entre 1986 y 1990. Combativo, polémico, carismático, directo, nacido en el barrio de Mataderos, fumador empedernido, gran bailarín de tango, experimentado jugador de chinchón, fanático del Club Atlético Huracán.
Hijo de Antonio Victoriano Ubaldini, mozo y obrero del Frigorífico Lisandro de la Torre, y de Carmen Guida, ama de casa y trabajadora textil, se recibió de técnico industrial en el E.E.T. Nº 4 y luego de cumplir el servicio militar trabajó en un taller mecánico y en una farmacia. En 1956, siguió los pasos de su padre e ingresó en el Frigorífico Lisandro de la Torre donde inició su carrera sindical de la mano del dirigente Sebastián Borro. Fue electo delegado paritario, participó de la histórica toma del frigorífico contra su privatización y fue uno de los miles de cesanteados de esa emblemática lucha.
Entre 1964 y 1969 trabajó en diferentes establecimientos de la industria de la carne hasta que ese último año ingresó en la Compañía Argentina de Levaduras (Calsa S.A.). En 1972 fue electo secretario general de la Federación Obrera Cervecera Argentina y a partir de 1975 fue el representante de los trabajadores cerveceros en las 62 Organizaciones Peronistas.
En 1977 integró la “Comisión Nacional de los 25”, nucleamiento de sindicatos que enfrentó a la dictadura militar y convocó a la primera huelga contra los militares en el poder consumada el 27 de abril de 1979 y que tuvo particular repercusión en el gran Buenos Aires y en las principales ciudades de nuestro país. El gobierno intentó desactivarla apresando a los principales dirigentes convocantes pero el paro fue indetenible.
En septiembre de 1979 formó parte del primer intento de reunificación del movimiento obrero durante la dictadura que se denominó Central Única de los Trabajadores Argentinos (CUTA) que duró menos de un año y en noviembre de 1980 fue uno de los organizadores de la reconstrucción parcial de la central obrera. Entre varios gremios alquilaron una vieja casa de dos pisos en la calle Brasil 1482, en el barrio de Constitución de la ciudad de Buenos Aires y comenzó un funcionamiento regular. Se conformó, entonces, la CGT-Brasil y se eligió como secretario general a Saúl Ubaldini, apadrinado por la UOM y SUPE, dos gremios de peso decisivo entre los trabajadores/as industriales.
Desde ese cargo tendría vuelo propio y un diálogo directo con los trabajadores/as que lo transformarían en su líder en ese momento extremadamente complejo. El 22 de julio de 1981, la CGT-Brasil convocó a un nuevo paro de actividades que tuvo una repercusión mayor y que terminó con Ubaldini y varios dirigentes sindicales convocantes en prisión. Fue un triunfo político de proporciones internamente y también en el tablero sindical internacional. Y fue un espaldarazo para su figura. Su actuación ya no pasaba desapercibida.
Su impronta se notaba en la conducción de la CGT-Brasil. El 7 de agosto convocó a una marcha silenciosa a la iglesia de San Cayetano; el 7 de noviembre llamó a una manifestación multitudinaria a la misma iglesia bajo el lema “Paz, pan, trabajo” que convocó a 10.000 personas y determinó un cambio en la sicología de los trabajadores/as que luchábamos contra la dictadura, el 30 de marzo de 1982 encabezó la marcha contra los militares que convocó a más de 200.000 trabajadores/as y el 16 de diciembre del mismo año encabezó la columna sindical que irrumpió en Plaza de Mayo en la gran marcha por la democracia.
Su figura se iba agigantando entre los trabajadores/as y crecía su peso específico entre los dirigentes sindicales, especialmente entre las Regionales de la CGT. Pero también crecía la confrontación en la estructura sindical y los dirigentes más proclives al diálogo con los militares consolidaron la CGT-Azopardo en mayo de 1982, en plena Guerra de Malvinas. Era solamente la confirmación de los dos bloques que habían existido durante la dictadura pero tenía consecuencias políticas y prácticas en las posibilidades de unidad de los trabajadores/as para defender sus derechos.
Con el advenimiento de la democracia, el papel de Ubaldini tuvo mayor centralidad y comenzó una serie de confrontaciones con el gobierno de Raúl Alfonsín que polarizó la situación y logró una lenta unificación de hecho de la CGT ante los acontecimientos que se vivían. Ese accionar permitió enfrentar la ley de reordenamiento sindical y lograr la paulatina normalización de los gremios. Finalmente, el 7 de noviembre de 1986 se realizó el Congreso Normalizador de la CGT en el que 1478 delegados, representantes de 156 sindicatos, eligieron como secretario general a Saúl Ubaldini.
Fue una conducción genuina y frontal que convocó a 13 paros generales durante la gestión radical. Sus puntos más altos fueron los paros durante 1985 y 1986 con concentraciones de entre 250.000 y 400.000 trabajadores/as que enarbolábamos el “Programa de los 26 puntos”. Aunque parezca mentira, de total actualidad después de haber transitado 35 años.
Exigíamos: aumento de salarios y jubilaciones, defensa de las industrias de base y de punta, federalismo económico que consolidara las economías regionales, estímulo a las exportaciones e impulso de un plan de sustitución de importaciones, nueva ley de Entidades Financieras y un Banco Central al servicio de la producción, reforma del sistema previsional, una reforma impositiva a favor de las mayorías, apoyo fiscal y crediticio para movilizar la capacidad industrial ociosa, fortalecimiento y desarrollo de las empresas del estado, reforma educativa y la defensa de los valores culturales propios, investigación sobre la naturaleza y legitimidad de la pretendida deuda externa y declaración de una moratoria mientras se realizaba su análisis, entre otros puntos.
No fue solo concretar huelgas, también se trató de imaginar un país que respondiera a las necesidades de las mayorías. Algunos sostuvieron que la cantidad de paros generales llevados a cabo fueron un impedimento en la gobernabilidad pero viendo los puntos que reclamábamos es indudable que sigue siendo un capítulo abierto que todavía no pudimos descifrar. No fue un problema únicamente del gobierno radical. Hubo momentos de grandes avances y profundos retrocesos y todos estuvieron sostenidos por el voto popular. O sea, somos parte del problema y de la solución.
Luego llegó el menemismo, una nueva fractura de la CGT y el desplazamiento de Ubaldini como secretario general que, sin embargo, no dudó en enfrentar a ese gobierno que aceleró la entrega de la Nación y profundizó la dependencia con la falsa ilusión del uno a uno. Por último, Saúl fue elegido como diputado nacional durante dos períodos y presidió la Comisión de Trabajo de la cámara baja.
Figura necesaria de una época muy difícil, emergente insospechado de un movimiento sindical arrinconado, personalidad emparentada con su campera de cuero negra que no lo abandonaba, merecedor del cántico del pueblo trabajador que caminó y transpiró con él:
Saúl querido, el Pueblo está contigo!
Ruben Ruiz
Secretario General