img_home_19
img_home_19
img_home_19
img_home_19
img_home_19
img_home_19
img_home_19
img_home_19
img_home_19
img_home_19
img_home_19
home2
img_home_19
img_home_19
img_home_19
img_home_19
img_home_19
img_home_19
img_home_18
img_home_13
img_home_13
img_home_12
img_home_11
img_home_7
previous arrow
next arrow
Shadow

Efemérides 30 de Septiembre

Compartir

 

Jerónimo de Estridón

Un día como hoy pero del año 420 se despedía Eusebius Sophronius Hieronymus, más conocido como San Jerónimo, doctor y padre de la iglesia consagrado santo. Fue un monje, estudioso de las Santas Escrituras, traductor, exégeta bíblico y autor de la Vulgata, célebre traducción de La Biblia del hebreo y el griego al latín, escrito en un idioma accesible para el pueblo que tuvo gran repercusión durante siglos.
En su honor se celebra, cada 30 de septiembre, el Día Internacional de la Traducción.
Nació en el año 340 en Estridón, ubicada entre las provincias romanas de Dalmacia y Panonia, actualmente Croacia. Provenía de una familia adinerada; como era costumbre de la época no fue bautizado y fue inscripto como “catecúmeno” (iniciado a la vida eclesial y que culminaba en la recepción de los tres sacramentos de la iniciación cristiana: bautismo, confirmación y eucaristía). Tuvo una primera educación cristiana-romana y a los doce años partió a Roma con su amigo Bonosus para estudiar gramática, literatura y astronomía bajo la tutela del gramático pagano en lengua latina, Elio Donato, de quien fue discípulo.
Se consagró como un gran latinista y un gran conocedor del griego y otras lenguas. Se aquerenció en los textos de Cicerón, Virgilio, Horacio y Tácito y los griegos Homero y Platón y fue asiduo concurrente al circo romano. Entabló amistad duradera con los escritores Rufino de Aquilea y Heliodoro de Altino con quienes visitó las catacumbas de Roma y participó de algunos cultos cristianos. Todavía no había incursionado en la literatura religiosa.
A los dieciséis años realizó cursos de retórica, filosofía y griego y en el año 366 fue bautizado. Al año siguiente viajó a las Galias con su amigo Bonosus y, meses después, se instaló en Tréveris, antigua ciudad de Germania. Allí inició su vocación teológica. Compiló Comentarios sobre los Salmos, de Hilario de Piotiers y el tratado De synodis, de Atanasio de Alejandría y comenzó un período de vida monástica que duró varios años. Cortó lazos con su familia y confirmó su voluntad de consagrarse a la vida religiosa.
En el año 373 inició un largo viaje que incluyó Tracia y Asia Menor. Se instaló en Antioquía (en esa época norte de Siria, hoy Turquía) junto a varios amigos. Dos de ellos fallecieron y él mismo sufrió graves problemas de salud. En una de sus recaídas tuvo un sueño revelador que lo alejó de las lecturas clásicas o paganas y reafirmó el camino de fe elegido. Fue maestro de un grupo de mujeres y se dedicó al estudio de los escritos de Tertuliano, Cipriano de Cartago e Hilario de Poitiers, cultores del cristianismo primitivo.
No conforme con su estilo de vida decidió iniciar un período de ascetismo. Se aquerenció en el desierto sirio de Qinnasrin o Chalcis durante cinco años. Fue un período de oración, ayuno y estudio del hebreo. Se interesó por el Evangelio de los hebreos, con el que perfeccionó el dominio de ese idioma, gestó sus primeras exégesis bíblicas (interpretación crítica y completa de un texto), tradujo el Evangelio de los nazarenos y comenzó con su frondoso “Epistolario”.
No obstante, no soportó la soledad y los rigores de esa vida ermitaña y regresó a Antioquía.
Fue ordenado presbítero por el obispo Paulino de Antioquía y enviado a Constantinopla para continuar sus estudios sobre las Sagradas Escrituras bajo la dirección de Gregorio Nacianceno. De paso, evitó las controversias iniciadas por el cisma meleciano, entre partidarios del del credo del Concilio de Nicea y el arrianismo. Durante esos años conoció a Orígenes (erudito y teólogo del cristiano primitivo), escribió una exégesis bíblica trilingüe (tomando las interpretaciones del latín, griego y hebreo) y tradujo al latín y completó las tablas cronológicas de la Crónica, de Eusebio de Cesarea, una historia global desde Abaham hasta Constantino.
En el año 382 retornó a Roma. El papa Dámaso I lo designó su secretario personal y se encargó de la comunicación epistolar. Su erudición y eficiencia implicaron que le solicitaran una recopilación y traducción de la Biblia. Hasta ese momento, había muchas versiones, con imperfecciones lingüísticas, traducciones inexactas e imprecisiones. Jerónimo, tradujo la Biblia completa al latín. Nacía la Vulgata (la de uso común), obra que continuaría el resto de su vida y que fue utilizada por la liturgia de Roma por más de diez siglos. También nacía el filólogo…
A los cuarenta años fue ordenado sacerdote. Al mismo tiempo, fue guía espiritual de un grupo de mujeres de patricios romanos, entre ellas, Marcela y Paula de Roma, Eustoquia, Fabiola. Encuentros de estudio de las Sagradas Escrituras, meditación y generación de obras de caridad. De esa época es su tratado “La perpetua virginidad de María”. Pero también arreciaron críticas, difamación y calumnias por parte del clero romano. La relevancia de sus cargos y su modo enérgico de corrección a los integrantes de las clases altas implicaron tensiones con el poder eclesiástico. Fue llevado a juicio, absuelto de culpas pero obligado a emigrar.
En 385 rumbeó nuevamente para Antioquía con su hermano con quien visitó Jerusalén, Belén y los lugares sagrados en Galilea. Se reencontró con su amigo Rufino de Aquilea y conoció a Melania, la vieja (santa cristiana de las Madres del desierto y difusora del ascetismo). Algunas de las matronas romanas monetizaron sus riquezas y lo siguieron al Medio Oriente. Al poco tiempo viajó a Egipto, cuna de diversos estilos de vida ascética y conoció a Dídimo, el ciego, erudito del dogma y guía doctrinal de la época.
En 386 se instaló en Belén, donde vivió sus últimos 35 años. Fundó una comunidad de ascetas y estudiosos, construyó un monasterio para hombres y tres mujeres y una casa para atender a quienes visitaban el sitio donde naciera Jesús, en una gruta junto a la Cueva de Belén (gracias a los fondos donados por Paula, una de las patricias romanas que siguieron sus pasos).
No obstante, su producción literaria y las traducciones no decayeron.
Comentó el “Eclesiastés” (libro sapiencial del Antiguo Testamento), tradujo la “Epístola a los Gálatas” y luego “Epístola a los Efesios” y “Epístola a Tito”. Tradujo El libro de los Salmos con la técnica de Orígenes: traducir el libro en sus diferentes versiones para iniciar una explicación histórica, luego alegórica y, finalmente, espiritual.
Continuó con sus “Cartas” o “Epistolario” en las que demostró su estilo todoterreno: discusiones eruditas, conversaciones con amigos, evocación de casos de conciencia, oposición a los vicios de su época, escritos para consolar a los enfermos y afligidos, exhortación a la vida ascética o enfrentamientos con sus adversarios teológicos. Actualmente, hay identificadas 154 cartas de su puño y letra.
Combatió a las herejías en diferentes momentos y con agudeza quirúrgica: “Carta para Pamaquio” (en contra de los errores de Juan de Jerusalén), “Diálogo contra los Luciferianos”, “Contra Vigilancio”, “Contra Pelagio”, entre otras. Llevó ese estilo hasta el límite, incluso, enfrentando a su viejo amigo Rufino de Aquilea y rayano en la exageración.
Inició la historia de la literatura cristiana con Varones ilustres, breve biografía de 135 escritores cristianos; se sumergió en la hagiografía (biografía de la vida de los santos): “Vida de San Pablo Ermitaño”, “Vida de San Malco, el monje cautivo” y “Vida de San Hilario”. Sus prefacios fueron pequeñas piezas de investigación histórica que lo llevaron a elaborar índices onomásticos y toponímicos en hebreo o brindar datos reveladores sobre el saqueo de Roma.
Disciplinado, sufriente, sabiondo, inflexible, permanentemente delgado, impulsor de textos comprensibles, traductor de precisión en tiempos oscuros y problemáticos.
Salú Jerónimo de Estridón!

Ruben Ruiz
Secretario General 


Compartir
Volver arriba