Un genio necesario del siglo XX
Un día como hoy pero de 1973 se despedía Pablo Diego José Francisco de Paula Juan Nepomuceno Cipriano de la Santísima Trinidad Ruiz Picasso, pintor, escultor, grabador, ilustrador de libros, escenógrafo y vestuarista español. Junto a Jacques Braque creó el cubismo, movimiento artístico que revolucionó las artes plásticas y la literatura y que fue un quiebre con la pintura tradicional al confrontar con la idea tradicional de perspectiva y el punto de vista único. Influencer notable de las artes contemporáneas.
Nació en 1881 Málaga, Andalucía. Hijo de María Picasso y López, ama de casa, figura central en el desarrollo de la personalidad del artista e impulsora de su carrera en las artes plásticas y de José Ruiz y Blasco, pintor, profesor de dibujo en la Escuela de Bellas Artes y director-conservador del Museo Municipal de Málaga.
Pablo Picasso fue un artista precoz. Su primer profesor fue el padre. A los ocho años realizó su primera pintura: “El pequeño picador”, un pequeño óleo sobre soporte de madera de cedro inspirado en una corrida de toros que había presenciado. Los apremios económicos impusieron la mudanza familiar a La Coruña, Galicia, donde perfeccionó sus dibujos y representó personajes populares en revistas autoeditadas (Azul y Blanco, Torre de Hércules, etc).
Luego se trasladó con su familia a Barcelona, ciudad donde vivió nueve años. Fue un territorio de aprendizajes. Ingresó a la Escuela de La Lonja y se rodeó de pintores y escritores. Con 15 años presentó su primera obra académica, “La primera comunión” y luego “Ciencia y caridad”. Óleos sobre grandes lienzos. Realismo vigoroso y cercana influencia del modernismo catalán.
En 1897 pasó unos meses en Madrid donde aprovechó su estadía para conocer en profundidad la obra de El Greco y Diego Velázquez, dos de sus influencias germinales. A su vuelta a Cataluña se repuso de una escarlatina en Horta del Ebro. Medio rural y naturaleza sin filtro que constituyeron sus primeros pasos en el primitivismo. Formas simples e ingenuas, mitología popular, enseñas distintivas de los comerciantes, colores prototípicos de la cultura campesina.
Ya en Barcelona se aquerenció en un rincón emblemático: el bar “Els Quatre Gats”. Amistad fluida con el poeta Jaime Sabartés y el pintor Carlos Casagemas. Influjo del drama social que generaba la pobreza creciente y de las ideas anarquistas sobre su sensibilidad artística.
En 1900 visitó París y se instaló en el estudio de Isidre Nonell, pintor catalán conocido en las jornadas de Els Quatre Gats. Pululó entre los barrios de Montmartre y Montparnasse. Se deslumbró con la obra de Toulouse-Lautrec y Edgar Degas y las colecciones del Museo del Louvre y de Luxemburgo. Transitó errante entre Barcelona, Madrid y París pero en esta última ciudad se animó a su primera exposición con “La espera”, “Bailarina enana”, “El final del número”, entre otras obras. Óleo sobre cartón, pastel sobre lienzo. Nocturnidad, cabaret, personajes de la noche parisina, bohemia, decadencia, discapacidad desafiante y segura.
En febrero de 1901 ocurrió un hecho que lo marcó: el suicidio de su amigo Carlos Casagemas. Se sumergió en una profunda depresión que pudo superar años después con la inestimable ayuda de la modelo y artista Fernande Olivier que se convirtió en su primera pareja estable.
Nacía el período Azul, color que dominó la paleta cromática de esa etapa. Personajes solitarios, entornos difusos, figuras alargadas, predominio de la simbología. “El entierro de Casagemas”, “El viejo guitarrista”, “La vida”, “La cerveza”, “La habitación azul”, entre otras obras.
La cercanía de Fernande Olivier le dio impulso para salir del pozo. Fue su primer gran amor y su musa. Se instaló en Bateau-Lavoir Conoció a los escritores Max Jacob, André Salmon y Guillaume Apollinaire precursor del surrealismo, trabó amistad con el pintor catalán Ricard Canals quien le enseñó la técnica del aguafuerte y con quien sería su marchante de allí en más, Daniel-Henry Kahnweiler, fue un asiduo concurrente al cabaret “Lapin Agile” (El conejo ágil) y al Cirque Medrano. Su visión vital cambió y su pintura también Nacía el período Rosa. Predominio de los contornos y el dibujo, tonos cálidos, inquieta alegría, personajes circenses, toques de melancolía e introspección. Obras como “El loco”, “Arlequín con balón”, “El actor”, “La familia de saltimbanquis”, “Retrato de Gertrude Stein”, “Familia de acróbatas con mono”.
En 1907 comenzó una revolución pictórica con “Las señoritas de Aviñón”, representación inédita de cinco prostitutas que causó perplejidad e incomprensión. Desafío a la tradición, ruptura con el realismo, abandono de la perspectiva espacial y del ideal de cuerpo femenino, planos angulares por doquier, influencia del arte africano e ibérico primitivo. Nacía el cubismo.
Junto a Jacques Braque profundizó el camino. Volúmenes robustos, sensación de confusión, aparición del collage y de signos topográficos, los ocres, marrones y verdes, relieves planos, sombreados espesos, puntos de vista simultáneos. “Mujer desnuda”, “Vasos y frutas”, “La amistad”, “Desnudo con toalla”, “Composición con cabeza de muerto”, “Tres mujeres”, “Naturaleza muerta con pescados y botellas”, “Mujer desnuda en un sillón”, “Naturaleza muerta con pescados y botellas”, “Tres músicos”, “El aficionado”, “Guitarra, partitura y vaso”.
Cubismo del período verde, analítico, hermético, sintético, puntillista, frío, surrealista, curvilíneo. Un trayecto disruptivo, generador de nuevas coordenadas pictóricas que nos acompañan aún hoy. El advenimiento del nazismo, la Guerra Civil Española y la Segunda Guerra Mundial, Picasso endurecieron su estilo. Sus inconsistencias en las relaciones de pareja y su vehemencia machista lo hicieron más dramático. Aparecieron los minotauros. La figuración de la bestialidad consciente y también de la dualidad entre el deseo y el cuidado del semejante.
En 1937 explotó su sensibilidad frente el oprobio bélico que significó el bombardeo alemán, con la ayuda del fascismo italiano y la acción de las tropas franquistas sobre una pequeña población vasca. Dio a luz “Guernica”, ese grito artístico que traspuso fronteras. Sufrimiento iluminado en cuatro mujeres, un caballo, un toro, un pájaro, una bombita de luz y un hombre; dolor extremo, tensión fragmentada, desolación masiva, ave de vuelo angustiado, claroscuros atrapantes, luchadores por la libertad y compinches de ocasión ajusticiados por la maquinaria de la sinrazón. Obra maestra que nos sigue interpelando con creces sin esperar respuestas.
En 1944 ingresó al Partido Comunista francés, adhirió al Consejo Mundial de la Paz, homenajeó a los exiliados y combatientes republicanos con el óleo “Monumento a los españoles muertos por Francia” y en 1949 pintó la inextinguible imagen de “La paloma de la paz” que aún nos subyuga y nos congrega en el intento supremo de reivindicar el instinto de autoconservación.
Su genialidad no ocultó sus sombras. Su misoginia, su tendencia a la infidelidad y el maltrato a que sometía a las mujeres fueron incesantes. Sus parejas, esposas y amantes lo soportaron durante años. Creador de escenas inigualables y devorador serial de amores apasionados.
Su trabajo fue incansable y transitó por la escultura en hierro, el trabajo sobre cerámica, escenografías, decorados y telones para ballets, una aproximación a la poesía y reinterpretaciones a modo de homenaje de grandes obras clásicas de la pintura.
En la primavera de 1973 un edema pulmonar ganó la partida y su infatigable labor se llamó descanso. Los pinceles, pinturas, bocetos y cinceles fueron sus leales acompañantes póstumos.
Salú Pablo Ruiz Picasso! Por tu genialidad todoterreno, por tu vitalidad artística, por tu libertad estilística, por tu ductilidad, por abrirnos la cabeza y los ojos al demostrarnos que la belleza y la emoción no transitan caminos unívocos ni estandarizados, por tu compromiso con los pueblos que luchan por su felicidad y con la paz que ridículamente todavía estamos lejos de consolidar.
#efeméridesdelPelícano
Ruben Ruiz
Secretario General
