La masificación de la ilegítima figura del «fuera de convenio» en nuestro país estuvo directamente vinculada con la tremenda derrota que sufrimos los trabajadores/as durante la década del noventa.
Bajo el argumento de ser personal de confianza y tener mayores posibilidades de reconocimiento por el desempeño se generó una división práctica entre convencionados y no convencionados, se perdieron escalas salariales y la posibilidad de tener una carrera técnica o profesional, se perdieron otras conquistas laborales, se instaló la inestabilidad laboral y el miedo a organizarse, se dificultó notablemente la sindicalización y se difundió la ilusión de que individualmente se podrían disputar mejoras con el conglomerado empresario que a cada trabajador/a le tocara enfrentar.
En la industria del gas natural, esa política funcionó hasta que los trabajadores/as pudimos recuperar la APJ GAS, recomponer nuestra fuerza colectiva y comenzar a reconquistar derechos. No obstante, es cierto que existió un primer momento en que los trabajadores/as «fuera de convenio» tuvieron algunas mejoras temporarias para alimentar la división y que trataran de olvidar que las conquistas permanentes son las que consolidan una mejor calidad de vida.
Pero ese período prescribió hace tiempo y los trabajadores/as ilegítimamente considerados «fuera de convenio» sufren los embates de la realidad pura y dura como cualquier convencionado. Con una desventaja: no tienen experiencia en participar de mecanismos de defensa común para luchar por los derechos que consagran las leyes vigentes.
En ese contexto, el discurso empresario es que el mundo de los fuera de convenio no tiene que ver con el de los convencionados. Pero la realidad demuestra lo contrario. El impacto de la inflación real sobre el poder de compra de los salarios, las normativas que regularmente se aprueban en contra de los trabajadores/as o la presión impositiva no distinguen entre unos y otros. Centralmente, eso hace que el descalce de los aumentos salariales carezca de sustento.
¿Por qué debe haber políticas laborales o salariales distintas ante realidades semejantes? ¿Por qué -ante una inflación que llegará o superará el 30% anual- el aumento de salarios debería ser distinto o postergado? ¿Por qué se pone como punto de partida una supuesta banda salarial que sistemáticamente se oculta? ¿Por qué se obliga a una negociación desigual en un terreno nebuloso en donde la única que conoce todas las variables es la parte patronal?
La respuesta la tenemos los trabajadores/as. Dispersos, continuaremos el camino de la pérdida de derechos laborales y económicos. Unidos, podemos encontrar respuestas que consoliden y mejoren nuestra calidad de vida.
En ese sentido, creemos necesario utilizar las herramientas existentes que construimos colectivamente en el tiempo como la APJ GAS que representa a todos los trabajadores/as de la industria del gas natural que desempeñan tareas técnico-administrativas, técnico operativas, profesionales, de supervisión y jerárquicas con o sin personal a cargo.
Es la organización sindical que impulsa instrumentos para lograr relaciones laborales más justas y que permitan el crecimiento sostenido. Firma actas convencionales y promueve la firma de un nuevo Convenio Colectivo de Trabajo, los comités mixtos de interpretación en la aplicación de los acuerdos, de calificación laboral, de seguridad e higiene industrial, insiste en una capacitación compartida y ascendente que consolide los conocimientos en cada escala salarial. Es decir, es la organización sindical que fomenta la negociación colectiva integral porque limita notablemente la desigualdad de fuerzas en la relación laboral y la unilateralidad de cualquiera de las partes y consolida las mejoras.
La APJ GAS te convoca a agruparte, discutir y decidir para ser eficaces en la defensa de nuestros derechos.
No hay secretos. La ficción tiene límites: la propia realidad… que siempre es una construcción compartida.
COMISIÓN DIRECTIVA APJ GAS