Ayer al mediodía se produjo una explosión en la vivienda de Pedro Morán al 4900 que dejó como saldo un usuario fallecido y un trabajador de Metrogas con quemaduras en su cuerpo. La deflagración posterior a la explosión destruyó viviendas y quemó dos vehículos, uno de los cuales era la camioneta de Metrogas. El compañero fue trasladado al Hospital Zubizarreta donde recibió las primeras curaciones y se encuentra estable y consciente.
El compañero José Chaile estaba realizando las tareas previas de rutina ante una potencial fuga. Solo llegó a levantar la tapa de Aysa para medir una posible condensación de gas y se aprestaba a dar aviso a los usuarios de su presencia y los trabajos a realizar en vereda y/o medidor cuando fue impactado por una violenta explosión.
Los siniestros no son nuevos en nuestra actividad. Las políticas, normativas y estilos de trabajo que imponen las empresas cambian con mayor lentitud o no cambian. La consulta a los trabajadores/as que lidian cotidianamente con estos episodios graves y que pueden ayudar a mejorar las normas, son mínimas.
Y como siempre los trabajadores del área de emergencias son la línea más delgada que enfrenta dichos siniestros.
Es evidente que en el caso de Villa Devoto existía una acumulación de gas importante. Las causas las determinará la investigación. Según las versiones, el olor a gas existía desde hacía varios días. La denuncia registrada tuvo una respuesta rápida, de menos de una hora. El protocolo existente comenzaba a ejecutarse. Pero la tragedia existió.
Ahora bien. Hay datos de la realidad que comienzan a encastrarse para que estos siniestros se vayan sumando.
La situación económica determina que el mantenimiento de las instalaciones internas sea más esporádico porque no se puede gastar lo que no se tiene. El riesgo es enorme. Las necesidades corrientes también. Esto determina mayor posibilidad de fugas internas o fallas constructivas difíciles de descubrir y que se mantienen en el tiempo.
La renovación de cañerías también sufre retrasos y las inversiones realizadas por las empresas distribuidoras no acompañan el nivel de deterioro de las mismas. En algunos casos, no cumplen con el plan elevado al Enargas por el cual recibieron aumentos transitorios. Otro elemento primordial a tener en cuenta.
Las políticas de tercerización laboral que ejecutan las empresas son nefastas. Tanto en Metrogas como en Naturgy Ban existen más compañeros ilegítimamente contratados que efectivos. Esto impide el control de los estilos de trabajo, la transmisión de la experiencia práctica de los trabajadores/as con más antigüedad, la formación sistémica, la entrega de elementos de seguridad en tiempo y forma, la centralización de novedades y de la información diaria.
Además, las empresas presionan a los trabajadores contratados con el trabajo a destajo, elemento central en la aparición de posibles futuras fugas o cortes resistidos por los usuarios. La presión es enorme y el deterioro crece.
Responder a esta realidad implica tener dotaciones más numerosas, efectivizadas, equipadas y normas actualizadas.
La industria del gas natural es un espacio donde se producen situaciones novedosas cotidianamente. No todas están en los libros. Necesitamos amalgamar teoría con una práctica dinámica. Existen factores inéditos con que nos encontramos. Manipulaciones de las instalaciones internas, desconexión entre las empresas que realizan obras y las distribuidoras, impacto de la composición del suelo sobre las cañerías más antiguas, etc.
El gas no avisa ni perdona. Los trabajadores/as y los usuarios lo sufrimos. Ataquemos las causas.
COMISIÓNDIRECTIVA APJ GAS