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¿Por qué paramos el jueves 9 de mayo?

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Porque debemos defendernos.

Porque no queremos ser todos/as precarizados, en su versión monotributista.

Porque sostenemos que los derechos laborales conquistados no son un regalo de nadie y aseguran un piso mínimo de decencia en la lucha cotidiana que existen en las relaciones laborales.

Porque pretendemos que las jubilaciones no continúen siendo una variable de ajuste que condena a los trabajadores/as que sostienen el sistema en pobres sistemáticos.

Porque sostenemos por enésima vez que el salario no es ganancia.

Porque nos oponemos a que la injusticia impositiva sea ley. Mientras se beneficia con exenciones fabulosas a las grandes empresas se castiga sin ruborizarse a trabajadores/as activos y pasivos.

Porque no validamos la entrega de nuestros recursos naturales y empresas estratégicas bajo el pretexto de que se crearán condiciones para inversiones futuras. Esa política ya lo sufrimos varias veces y nos trajo hasta aquí.

Porque no estamos dispuestos a que se abandone el principio de abastecimiento energético a nuestro pueblo bajo el manto de exportaciones salvadoras, cuyo resultado económico quedará en manos de pocos.

Porque cambiar este país no significa entregarle las palancas del poder a un número pequeño de grandes empresas para que arrasen con la soberanía nacional y la perspectiva de justicia social ampliada y sustentable.

Porque somos quienes producimos la riqueza, pero insisten en consolidar niveles de pobreza insostenibles con el pretexto de que el mercado regulará los desequilibrios. Esa política también la vivimos en diversas oportunidades y trajo aparejado situaciones de terrible desigualdad.

Porque no queremos neomenemismo. Ya tuvimos esa dosis ponzoñosa en su versión original que dejó 20 millones de pobres y una peligrosa visión individualista que aún persiste en forma perversa.

Somos conscientes que no se puede vivir con alta inflación eternamente. También sabemos que ajustar en forma salvaje a los más débiles para decir que bajan ese “impuesto” corrosivo es falso y nos lleva a un camino oscuro.

Los trabajadores/as no somos suicidas ni ingenuos. Tratamos de que no nos endulcen con palabras bonitas y nos impongan una realidad amarga. Ningún gobierno tiene derecho a engañarnos. Nuestro deber es descubrir los engaños y oponernos con eficacia para no sufrir las consecuencias nefastas de las políticas de tierra arrasada.

La bronca, la confusión, la frustración también nos trajeron hasta acá.

No hay excusas. Creemos necesario recomponer la autoestima colectiva y el proyecto de Nación sin ambivalencias.

Los trabajadores/as tenemos una responsabilidad en ese camino.

Pero primero lo primero.

Para no seguir perdiendo derechos, posibilidades y perspectiva, paramos el país.

No es un grito desesperado. Es una muestra de coherencia. No nos regalamos. No nos entregamos.

EL 9 DE MAYO PAREMOS LA MÁQUINA PARA QUE EL PAIS NO SEA PARA UNOS POCOS.

COMISIÓN DIRECTIVA APJ GAS

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