Pionera de la bibliotecología en Argentina
Un día como hoy pero de 1916 nacía Josefa Emilia Sabor, bibliotecaria, docente, conferencista y articulista argentina, integrante de la “generación del 40” que profesionalizó y modernizó la bibliotecología argentina y latinoamericana.
Nació en Villanueva de Arosa, provincia de Pontevedra, Galicia. Hija de Francisco Sabor, gallego, y de Carmen Riera, santanderina. En 1918 se trasladó con su familia a Buenos Aires y logró la nacionalidad argentina en 1937. Cursó sus estudios secundarios en la Escuela Normal Nº 3 de Maestras, donde se recibió de maestra normal nacional en 1934 y cursó estudios universitarios en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, donde se recibió de Profesora secundaria, normal y especial en Historia en 1939 y de Bibliotecaria en 1947.
Comenzó a trabajar como maestra primaria y profesora de instituto y en 1938 fue asistente de biblioteca en el Instituto de Enseñanza de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA. Entre 1943 y 1946 fue directora de la Biblioteca del Instituto de Bibliografía y Biblioteconomía de la Universidad de Buenos Aires. Entre 1947 y 1951 fue profesora de referencia en la Escuela de Bibliotecarios del Museo Nacional de Argentina y, simultáneamente, dirigió la biblioteca del Museo de Ciencias Naturales de Argentina, cargos de los que dimitió por sus diferencias con las autoridades gubernamentales de ese momento.
También se animó con la escritura y en 1951 publicó Manual de Bibliotecología, junto a Roberto Cagnoli, Lydia Revello y Susana Soto. En el capítulo “Servicio de referencia” se percibía un intento sólido de cambiar el paradigma de la bibliotecología argentina y relacionarla con la corriente anglo-americana en detrimento de la europea.
En ese capítulo, se describe con precisión uno de los servicios principales que se prestan a los usuarios: el de referencia, también llamado de consulta. Se toma de la palabra inglesa “reference” para definirlo como un asesoramiento o ayuda, con indicaciones, consejos, datos, informes, entre otros, tendiente a orientar al lector en la búsqueda del material bibliográfico de su interés.
Y adhiere a la definición del profesor Domingo Buonocore: “Las tareas de referencia que se prestan en toda biblioteca constituyen distintas formas del servicio que integran: suministrar información; orientar en el uso del fondo bibliográfico, localizar y hacer accesibles materiales que la biblioteca no posee; aconsejar en la selección de lecturas y bibliografía; enseñar a manejar instrumentos para el estudio y la investigación; realizar diversas rutinas y tareas administrativas”.
El mundo de las bibliotecas crecía en importancia, se especializaba, y Sabor trataba de definir con exactitud los diferentes niveles de importancia y la profundidad de los matices en la prestación del servicio a los diferentes tipos de usuarios que frecuentaban el hábito de la lectura y la investigación.
En 1952 comenzó su incursión en el continente americano. Fue directora de la Biblioteca y del Departamento de Publicaciones de Centro Interamericano de Vivienda de Bogotá dependiente de la Organización de Estados Americanos. En 1955 organizó y dirigió la Escuela Nacional de Bibliotecarios del Ministerio de Justicia y Educación. Entre 1956 y 1959 inició su periplo a nivel global: fue jefa de la División Bibliografía y Documentación del Departamento Técnico de la UNESCO, con sede en Buenos Aires.
Al mismo tiempo publicaba una de sus libros más importante, Manual de fuentes de información. Obra de lengua hispana que conforma una guía de obras generales de referencia dentro de un contexto histórico que toma en cuenta el desarrollo de las diferentes formas de abordar la bibliotecología y que posee una gran sistematización de mucha información, esencial y pertinente.
El libro adquirió tal relevancia en su medio que registró tres ediciones (1957, 1967 y 1978).
Además, en 1956, fue designada directora organizadora de la Escuela Nacional de Bibliotecarios de la Biblioteca Nacional, dirigida por Jorge Luis Borges. No obstante, no descuidó su formación y ganó una beca otorgada por la Unesco que le permitió realizar cursos de perfeccionamiento en España, Francia, Italia, Alemania y Brasil entre 1958 y 1959. Su solidez académica era tan importante como su curiosidad profesional.
A principios de la década del ’60 fue vicedirectora de la Biblioteca del Congreso Nacional y experta de la UNESCO en temas de asesoramiento de bibliotecas en diversos países latinoamericanos. No abandonaba su trabajo diario rodeada de estanterías repletas de libros, de salas de estudios y préstamos y hemerotecas.
En 1963 fue la fundadora del Centro de búsquedas bibliotecarias de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA en colaboración con la UNESCO, titular de las cátedras de Referencia, Bibliografía y Documentación de la Carrera de Bibliotecario en esa facultad y directora de la carrera de Bibliotecología, en cuyo mandato se modificó y modernizó su plan de estudios.
En 1969 publicó Métodos de enseñanza de la Bibliotecología, junto a Lydia Revello, Bibliografía Básica de Obras de Referencia de Artes y Letras para la Argentina, con un estudio preliminar de Ricardo Nassif, traducido al francés e inglés y Métodos para enseñar Biblioteconomía, disciplina que estudia la organización y administración de las bibliotecas. Más tarde, publicó Las normas y conclusiones de Medellín y la formación de bibliotecarios en América Latina y Desarrollo del Planeamiento Bibliotecario en América Latina.
No le aflojaba ni una pizca a la formación de los profesionales de este oficio poco conocido por el resto de los mortales.
Trabajó como docente en la Universidad Central de Costa Rica, en la Escuela Interamericana de Bibliotecología de Medellín, en la Escuela de Bibliotecología de la Universidad Nacional de Asunción y, finalmente, como investigadora del CONICET.
En 1995 publicó Pedro de Angelis y los orígenes de la bibliografía argentina: ensayo bio-bibliográfico, quizás, su obra más reconocida por los especialistas. Un estudio de los libros de referencia y de la biografía del archivero de la Nación, personaje que para algunos fue riguroso y para otros fue delirante. Su infancia y adolescencia en Nápoles, su participación en el ejército de Napoleón, su trabajo en París, la adquisición del oficio de tipógrafo e imprentero, su llegada a las Provincias Unidas del Río de la Plata, su primer trabajo como director de la Imprenta del Estado y sus iniciales intentos editoriales.
Su vínculo prolongado con Juan Manuel de Rosas, sus polémicas con los exiliados en Montevideo, su notable trabajo historiográfico en nuestras tierras, su exhaustiva trabajo de organización de un archivo de manuscritos y documentos relacionados con los primeros años de la Nación Argentina, la fundación de los innovadoras publicaciones “El Lucero” y “Archivo Americano y espíritu de la prensa del mundo”, sus biografías sobre las personalidades de la época, su obra cumbre: Colección de Obras y Documentos relativos a la Historia Antigua y Moderna de las Provincias del Río de la Plata, una colección de documentos de primera mano y óptima calidad que testimoniaban el periodo colonial y los primeros tiempos de la nación argentina.
Una obra de Josefa Sabor que implicó una investigación descomunal y que continúa vigente.
Curiosa, sistemática, disciplinada, exigente, polémica. Una todoterreno del mundo de las bibliotecas.
Salú Josefa!, Por tu obstinación académica, rigurosidad profesional y perseverancia docente en una profesión que se ve poco pero ayuda mucho si la sabemos aprovechar.
Ruben Ruiz
Secretario General