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Efemérides 25 de Febrero – Pappo

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Pappo

Un día como hoy pero de 2005 se despedía Norberto Aníbal Napolitano, guitarrista, pianista, cantante, compositor y uno de los fundadores del rock nacional. Fana de las motos y de Chevrolet, simpatizante de San Lorenzo de Almagro. Su presencia marcó un estilo inconfundible, urbano, pesado, cercano. Rock de la calle, blues de la ruta. Fue un carapálida con alma de negro.
Unos dicen que nació en el barrio Villa General Mitre, ciudad de Buenos Aires. Otros dicen que fue en Santa Isabel, sur de la provincia de Santa Fe. Hijo de Ángela Torti, escritora y poeta y Carlos Napolitano, metalúrgico, dueño de un taller de calderas y ex jugador de Almagro y Argentinos Juniors. Cursó la primaria en dos escuelas de La Paternal donde aprendió algunas nociones básicas de música. A los ocho años tuvo una guitarra por primera vez.
Inició el secundario en la Escuela Superior de Comercio Hipólito Vieytes. Duró un año. Tuvo un altercado con un preceptor -a quien empujó por una escalera- por defender a un compañero y fue expulsado. Nunca lo terminó. A los 15 años escuchó en la radio el tema “Lucille” de Little Richard y definió su preferencia musical. Desde ese momento quiso tocar rock and roll.
Dormía en la misma pieza con su hermana, profesora de piano; con su abuela, profesora de violín y cantante del Teatro Colón y con un piano. Como dijo alguna vez: “yo aprendí prácticamente gratis. Tenía la sala de música en el dormitorio”. Afinó su oído y ensayó tozudamente hasta que le salían los temas. Bach, Schubert, rock and roll y transpiración.
A los 16 tuvo su primera guitarra eléctrica y formó su primer grupo, Los Buitres. Un año más tarde, formó parte de Los abuelos de la nada y tocó en el lado B del primer simple del grupo en “Tema en flu sobre el planeta”.
El grupo se disolvió y Pappo insistió con una nueva formación; “Engranaje” que duró poco tiempo pero lo acercó a Plaza Francia, lugar de encuentro de los hippies en Buenos Aires y de intercambio masivo de discos. También se encontró con Carlos Bisso (el que cantaba con guantes de cuero negro aún en verano) quien lo invitó a integrar Conexión Nº 5. Postales curiosas de Pappo en esos meses con traje de pana negro, camisa blanca con yabó y encajes que sobresalían por los puños del saco.
En 1969 tocó con Manal durante todo el verano marplatense y ese mismo año formó parte de “Los Gatos” a cuyos integrantes había conocido en La cueva de avenida Rivadavia. Guitarra con sello propio en “Rock de la mujer perdida”, “Mujer de carbón”, “Blues de la calle 23”.
En 1970 se reencontró con el productor Jorge Álvarez, dueño del mítico sello Mandioca, quien le insistió en formar un grupo propio. El aperitivo fue el disco Pidamos peras a Mandioca donde Pappo grabó “Nunca lo sabrán” con el flaco Spinetta, Edelmiro Molinari, Rodolfo García y Pomo. También tocó el bajo en “El oso” de Moris en Treinta minutos de vida.
Se convenció y formó “Pappo’s Blues” con David Lebon en bajo y Black Amaya en batería. Una delantera poderosa que nos dejó temazos como “Adonde está la libertad”, “El viejo”, “El hombre suburbano” y “Algo ha cambiado”. De golpe viajó a Inglaterra y estuvo ochos meses entreverado en los pubs tocando la guitarra y la armónica con músicos como John Bonham, de Led Zepellin. Admiró a más de uno con su versatilidad musical y la onda que expandía.
A su retorno, rearmó Pappo’s Blues y rompió con “Tren de las 16”, “Insoluble”, “Llegará la paz”, “Solitario Juan”. El grupo tuvo idas y vueltas hasta 1999 en que se disolvió. Habían grabado nueve discos. Varias generaciones disfrutaron con “Sucio y desprolijo”, “Trabajando en el ferrocarril”, “Stratocaster Boogie”, “Con Elvira es otra cosa”, “El jugador”, “Detrás de la iglesia”, “Ruta 66”, “Blues para mi guitarra”, “Perro en la vereda”, “Algunos deslices”, “Desconfío” o “Fiesta cervezal”.
Entremedio, grabó con el Flaco Spinetta un tema propio como “Castillos de piedra” (que antes había llamado Hay tiempo para elegir), formó parte de Billy Bond y la pesada del rock and roll, intervino en el disco solista de David Lebón, tocando el piano en “32 macetas” y formó “Aerobus” con el negro Alejandro Medina.
En 1980 llegó la hora de “Riff” y la adrenalina creció. “Ruedas de metal”, “No detengas su motor”, “Susy Cadillac”, “Mucho por hacer”, “No me fue muy bien en el extranjero”, “Que sea rock”, “Lo que quieras hacer”, “Mala noche” o “En la ciudad del gran rio”. Recitales en Obras, Ferro, B.A. Rock, La Falda, San Luis. Alegría, algunos destrozos, fiesta pagana asegurada.
Y para el final “Mi vieja”, ese tema que nos acompañó en varias marchas frente al Congreso cuando algunos miles manifestábamos para que no privatizaran las jubilaciones.
Matizó su raid doméstico con otro viaje a Inglaterra donde trabajó de lavacopas, arregló con la dueña de un pub su alquiler a cambio del mantenimiento del lugar y, según su relato, fue testigo de la formación del grupo Motörhead. Y algunos viajes a EE UU donde fue parte del recital con B. B. King en el Madison Square Garden de Nueva York y se dio el gusto de cruzar el país de este a oeste con su moto. Paisajes y colores cambiantes que terminó plasmando en una canción.
Su final tuvo que ver mucho con su vida. Cenó en una parrilla de la ruta junto a su hijo y su nuera. Terminaron de comer, subieron a sus motos, se tocaron trágicamente en el camino, Pappo perdió el control, cayó y un coche de frente lo arrolló. Sus restos fueron despedidos por su familia y miles de fanáticos que llegaron con sus motos y llenaron el Cementerio de Chacarita de rock and roll y blues durante más de una hora.
Dolor y música. Lágrimas y aplausos.
Inconformista, virtuoso, sanguíneo, divertido, argento de alma con sangre de barrio. Un integrante indiscutido de nuestra popular, especialmente, cuando cantamos sin conocernos debajo de la lluvia o empapados en sudor cuando el sol aprieta, aguantando los trapos.
Salú, Pappo! Gracias por tu poesía simple que habla de los que nos pasa, nos alegra o nos duele, por tu música que impacta en la sangre, por tu ironía que todavía nos acompaña.

Ruben Ruiz
Secretario General 


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