Nacionalización del gas en la República Argentina
Un día como hoy pero de 1945 se firmó el decreto de nacionalización del Gas y el gobierno nacional -a través de YPF- tomó posesión de las instalaciones de la Compañía Primitiva de Gas de Buenos Aires Ltda., de capitales ingleses, que hasta ese momento proveía el servicio de gas manufacturado producido en base a la importación de carbón de hulla producido por la misma Gran Bretaña.
En honor a ese acontecimiento se conmemora el Día del Trabajador/a de la Industria del Gas Natural.
La historia del uso de gas en nuestro país viene de lejos. El primer antecedente fue en 1824. cuando la plaza principal fue iluminada con gas de hidrógeno, una exitosa experiencia provisional que sentó las bases de la aplicación de sofisticadas tecnologías que estaban siendo simultáneamente ensayadas en Europa y los Estados Unidos. Pero fue recién en 1853, cuando se inició el uso de gas en forma regular. Las calles empedradas ubicadas en las cercanías de la Plaza de Mayo fueron iluminadas con alumbrado público a gas.
La usina generadora se encontraba en el Bajo de las Catalinas, en la zona de Retiro, junto al Río de la Plata, lo que permitía el desembarco del carbón de hulla a partir del cual se obtenía gas. Luego era transportado por conductos subterráneos de losa de barro a los puntos de consumo. El impacto fue notable y su desarrollo exponencial. Se construyeron redes en Bernal, La Plata, San Nicolás, Bahía Blanca, Rosario, Paraná, etc.
En 1872 comenzó a operar en Belgrano una segunda compañía que extendió sus actividades a Palermo y Flores. El proceso fue ininterrumpido y en 1890 las compañías dedicadas a la iluminación mediante el uso de gas manufacturado, de calles, plazas y algunos edificios eran cuatro: La Compañía Primitiva de Gas de Buenos Aires, La Argentina de Gas, La Compañía del Gas de Belgrano Ltda. y La Compañía de Gas de Buenos Aires (La Nueva). Años más tarde dos de ellas se fusionaron y se formó la Compañía del Gas del Río de la Plata Ltda.
En 1910 la municipalidad de Buenos Aires firmó un contrato con la Compañía Primitiva de Gas, que fusionó las empresas existentes (todas de capitales británicos), para el alumbrado público a gas en la ciudad. Hubo una gran discusión porque funcionarios como Jorge Newbery se oponían a esos contratos y sostenían que el municipio lo podía realizar en forma eficiente. Llegado el año 1940 ese contrato había vencido pero la inercia gubernamental había dejado que sus dueños conservaran el servicio en forma irregular.
Desde 1943 hubo un sector de militares y civiles que retomaron la cuestión estratégica del manejo de los servicios públicos. Un gran impulsor de que la propiedad de los mismos estuviera en manos del Estado fue el ingeniero Julio Vicente Canessa. Convenció a muchos. Uno de ellos fue el coronel Juan Perón que en 1945 firmó el decreto de nacionalización a través del Departamento de Gas de YPF y dio comienzo a la epopeya del gas natural que nunca retrocedió.
El 1º de enero de 1946 se creó la Dirección General de Gas del Estado; se incorporaron las redes existentes en el país (Rosario, La Plata, Mar del Plata, Bahía Blanca, San Nicolás, Paraná y Tucumán y algunas localidades del gran Buenos Aires) y se planificó utilizar el gas que se venteaba en los yacimientos patagónicos. Así fue que, entre el 21 de febrero de 1947 y el 29 de diciembre de 1949, se construyó el gasoducto más largo del mundo con una longitud de 1600 km y un diámetro de 10 pulgadas entre Comodoro Rivadavia y Lavallol. Esa demostración de inteligencia y esfuerzo colectivo determinó que naciera la empresa Gas del Estado con autarquía y decisión propia.
En 1960 se construyó el gasoducto Campo Durán-Buenos Aires que permitió transportar 6.000.000/m3 por día y terminar con el uso del gas manufacturado. Su longitud fue de 1744 km, su diámetro de 24 pulgadas y se construyeron las Plantas Compresoras en Lumbrera (Salta), Lavalle (Santiago Del Estero), Deán Funes y Monte Leña (provincia de Córdoba) para “empujar” el gas natural. Consecutivamente, se habilitaron las Plantas de Comodoro Rivadavia, Cañadón Seco (para ampliar la captación), General Conesa, Laprida, Médanos, Chelforó y Plaza Huincul. Se desplegó el gasoducto Plaza Huincul-Conesa y el loop Azul-Llavallol. El gasoducto General San Martín fue completando el mapa; se construyó la Planta Compresora Pico Trucado (1965) y se llegó hasta Cerro Redondo y luego a El Cóndor y San Sebastián (1978) cruzando el estrecho de Magallanes. Una proeza técnica para la época.
En 1970 fue el turno del Neuba I desde los yacimientos neuquinos hasta Bahía Blanca a través de 574 km con un diámetro. En 1972 el primer gasoducto internacional con Bolivia, en 1973 el Complejo General Cerri de separación de etano, butano, propano e hidrocarburos superiores, en 1976 el gasoducto Tandil-Mar del Plata y en 1981 el gasoducto Centro Oeste, con nueva tecnología en su trayecto de 1100 km con 24 pulgadas de diámetro original y las Plantas Compresoras de San Jerónimo (Santa Fe), La Carlota (Córdoba), Beazley (San Luis), Cochico (La Pampa) y luego La Paz y La Mora (Mendoza), Chaján y Baldissera (Córdoba), Puelén (La Pampa) y Añelo (Neuquén) y las bases de mantenimiento esparcidas por el trazado de todos los gasoductos.
En 1983 el gasoducto San Jerónimo- General Rodríguez y en 1985 el Neuba II de Loma Lata (Neuquén) a Gutiérrez (provincia de Buenos Aires) y su planta de separación. En 1988 la repotenciación de las plantas Miraflores, Tucumán y Ferreyra y en 1989 la construcción de Planta Indio Rico, la última realizada por Gas del Estado. Todo este trayecto histórico fue acompañado por la apertura de decenas de sucursales, oficinas y administraciones que jalonaron nuestro territorio con el logo de nuestra empresa nacional de gas natural junto al impulso del GNC para automóviles y el gas natural para usinas eléctricas y fábricas.
El 28 de diciembre de 1992 se privatizó Gas del Estado, luego de una vergonzosa votación en la que participaron cinco “diputruchos”, y el menemismo nos robó la posibilidad de seguir creciendo con la franja celeste y blanca en cada camioneta o camión y con el logo de la libertad con el gorro frigio y la llama encendida presidiendo la llegada a cada rincón para mejorar la calidad de vida de millones. Finalizó una historia que comenzó con 190.000 usuarios, alcanzó los 6.000.000 de familias conectadas y contó con el aporte efectivo de 10.000 trabajadores/as.
Ese día entramos en otra historia. Miles de despidos y “retiros voluntarios” y fragmentación en varias distribuidoras y transportadoras en las que aparecieron nuevas generaciones de trabajadores/as con otras historias, saberes y expectativas. Algunos/as conocen lo que acabo de relatar. Otros/as, no. Es nuestra tarea reconstruir la memoria y revitalizar la idea de un futuro en nuestras propias manos y a favor del bienestar colectivo.
A pesar de estas decisiones políticas y sus consecuencias económicas y humanas, la industria del gas natural no se detuvo. Hoy, existen 8.700.000 usuarios, 8000 trabajadores/as efectivos y 3500 contratados/as, ocho gasoductos de exportación, el GNEA, miles de kilómetros nuevos de gasoductos y de caballos de fuerza instalados, múltiples redes de comunicación propios, despachos de gas inteligentes, la creación de GasNea y más de un centenar de subdistribuidoras.
Y una lucha inconclusa por el destino de un recurso no renovable que será el combustible de la inevitable transición energética. Es el hidrocarburo menos contaminante y con existencias probadas en crecimiento. Puede transformarse en el plus que la Argentina necesita para un desarrollo sustentable y regular. Depende de nuestra sabiduría colectiva y de decisiones políticas que trasciendan el corto plazo.
Es el combustible más federal. Llega a los domicilios, industrias y comercios de todas las provincias, es un insumo esencial para la generación eléctrica y recorre un camino de ida y vuelta con varios países vecinos. El futuro nacional está directamente vinculado al uso racional y estratégico del gas natural y al desarrollo de gasoductos y loops que permitan transportarlo internamente y exportarlo. Necesitaremos resolver correctamente la ecuación: desarrollo regional, bienestar colectivo, precios accesibles para las mayorías y cuidado del medio ambiente.
Los trabajadores/as jugamos este partido que tiene fecha de vencimiento porque se trata de un bien no renovable. Lo estamos jugando. Somos parte de esta historia y no renunciamos al bien común ni a ser parte de la epopeya de la felicidad de las mayorías.
Salú, familia de Gas del Estado y de la industria del gas natural!! Por los recuerdos que nos erizan la piel y los sueños que nos impulsan cada mañana.
Ruben Ruiz
Secretario General