Francisco Muñiz
Un día como hoy pero de 1871 nos dejaba Francisco Javier Thomas de la Concepción Muñiz Frutos, médico, investigador, lingüista, paleontólogo, reconocido como el primer naturalista de nuestro país y en cuyo honor lleva su nombre el Hospital de Enfermedades Infecciosas ubicado en el barrio de Parque Patricios, ciudad de Buenos Aires.
Nació en los alrededores de la iglesia parroquial de San Isidro Labrador del Monte Grande (hoy ese predio está ocupado por el arzobispado de San Isidro). Hijo de Alberto José Muñiz y Doña Bernardina Frutos; se mudó con su familia siendo muy pequeño a Buenos Aires para iniciar los estudios primarios.
En 1806 lo sorprendieron las primeras invasiones inglesas en la ciudad. Con 10 años combatió como civil contra los invasores y su bautismo de fuego transcurrió durante la Reconquista de la ciudad. Al año siguiente se enroló en el Regimiento de Andaluces y enfrentó a los británicos en las segundas invasiones siendo herido en una pierna.
Participó de la Revolución de Mayo, se enlistó en la Sociedad Patriótica y en 1814 fue uno de los primeros inscriptos en el Instituto Médico Militar, dirigido por Cosme Argerich. Simultáneamente, estudió teología en el Colegio de San Carlos donde se recibió en 1818. Se graduó de médico en 1822 cuando el Instituto ya era parte de la flamante Universidad de Buenos Aires (aunque su título lo recibió recién en 1844 cuando concluyó su tesis).
Comenzó su militancia por el federalismo y bregó por las instituciones liberales desde las páginas de El Teatro de la Opinión. En 1825 fue nombrado cirujano militar en el Fortín de San Juan Bautista de Chascomús donde organizó el hospital de campaña y conoció al comandante del Regimiento de Coraceros de Buenos Aires, Juan Galo de Lavalle de quien fue amigo. Asistió a los soldados en los combates de Sauce Grande y Toldos Viejos y, a pesar, de que su contrato había finalizado se quedó un mes más hasta que se retiró el último soldado herido y curado.
En esta expedición despuntaron otras inquietudes: realizar estudios etnográficos sobre las costumbres de los pueblos originarios y estudiar la flora y la fauna. Rescató innumerables fósiles de la laguna y logró reconstruir el esqueleto de un gliptodonte, hecho que nunca registró oficialmente. Fue el creador de la paleontología en nuestro país.
En 1826 fue designado cirujano principal con el grado de teniente coronel y participó de la guerra contra el Brasil. Tuvo a su cargo el servicio de hospitales y ambulancias del Ejército que constaba de 32 carros cubiertos y dirigió el hospital de campaña en la batalla de Ituzaingó. Desde allí solicitó ser designado en la Cátedra de Partos y Medicina Legal de la Escuela de Medicina. El gobierno rechazó su pedido pero Bernardino Rivadavia revocó esa negativa el último día de su mandato presidencial. Lamentablemente, el 20 de septiembre de 1827, el gobernador Manuel Dorrego firmó un decreto por el cual se dejó sin efecto el nombramiento porque Muñiz no poseía el título de Doctor en medicina.
En 1828 se casó con Ramona Bastarte, con quien tuvo nueve hijos, y decidieron afincarse en la villa de Luján. Trabajó como médico, partero y fue un vacunador incansable, a tal punto que desterró la viruela en el área y en 1830 fue nombrado cirujano del regimiento Nº 2 de Caballería con asiento en Luján. También desarrolló una profusa actividad paleontológica gracias a la experiencia acumulada como naturalista. Recogió restos de mastodontes, megaterios, gliptodontes, toxodontes, esmilodontes y simios, los estudió y clasificó minuciosamente.
En el segundo gobierno de Juan Manuel de Rosas fue nombrado Administrador de vacunas y médico de Policía, con el objetivo de controlar la salud de los pobladores y de los animales, vigilar el ejercicio de la medicina y enfrentar el curanderismo. En 1836 combatió exitosamente una epidemia de escarlatina que amagó con extenderse a toda la provincia. Pero no abandonó su devoción por los fósiles. En 1844 descubrió los restos del tigre fósil famoso por el tamaño de sus dientes y reconstruyó el esqueleto del caballo fósil cuyos informes publicó en La Gaceta Mercantil junto a su “Descripción y curación de la fiebre escarlatina” que se transformó en folleto. Además fue el primer paleo-botánico al describir troncos fósiles semienterrados en las orillas del rio Luján.
En esos años mantuvo un vínculo epistolar con Charles Darwin a raíz del descubrimiento de la vaca ñata y en 1846 respondió a las preguntas del británico en su «Contestación de las siete cuestiones que en consulta se ha servido dirigir al infrascrito el Señor Don Enrique Lumb sobre la vaca ñata” que fueron incluidas en la segunda edición de El origen de las especies. En 1847 publicó sus “Apuntes topográficos del territorio y adyacencias del Departamento del Centro de la Provincia de Buenos Aires” y en 1848 su detallada monografía “El ñandú o avestruz americano”.
Ese mismo año retornó a la ciudad de Buenos Aires. Fue médico personal de Juan Manuel de Rosas, designado conjuez del Tribunal de Medicina y, finalmente, profesor de la cátedra de Partos y Enfermedades de Mujeres y de Niños que se dictaba en el Hospital de Mujeres. Acompañó a Rosas hasta el final, fue médico asistente en la batalla de Caseros y organizó el envío del material médico para la asistencia de los heridos. Luego de la derrota se dedicó a la actuación política.
Fue electo diputado provincial por la sección de campaña que comprendía Luján en 1853, senador provincial en 1854, diputado nacional en 1960, senador nacional en 1961 y reelecto en 1863. Además, entre 1858 y 1862 fue decano de la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires.
Simultáneamente participó de las contiendas militares. En 1859 fue Cirujano Principal del Ejército en Operaciones en la batalla de Cepeda en la que fue herido y prisionero de las tropas del general Urquiza. En los enfrentamientos civiles de 1861 entre Buenos Aires y la Confederación Argentina fue voluntario y el gobierno lo designó jefe de las Ambulancias establecidas en la línea de fortificaciones. Con problemas de salud se ofreció nuevamente a ser parte de las tropas argentinas en la Guerra contra el Paraguay; en 1866 se presentó en el Cuartel general de Paso de los Libres vestido de paisano y con instrumental quirúrgico en la mochila para recibir destino. Se lo designó para organizar y dirigir los hospitales en la provincia de Corrientes donde se combatía la epidemia de cólera. Uno de los soldados que no pudo salvar fue su propio hijo. Cumplió su misión hasta 1868, año en que murió su esposa.
Se retiró del Ejército y vivió en una quinta de Morón. En el verano de 1871 hizo su aparición la fiebre amarilla en Buenos Aires. El caos era enorme y la cantidad de muertos también. Francisco Muñiz se presentó como médico voluntario y ayudó a las víctimas. Durante esas jornadas albergó en su casa a un amigo de la familia, Francisco López Torres, que contrajo el mal y lo contagió. Esta vez no pudo ante la adversidad y falleció el día que hubo mayor cantidad de muertos en toda la pandemia: más de 600.
Salú Francisco Muñiz! Por tu curiosidad, tus rigurosas descripciones, tu solidaridad efectiva, tu eficacia en el cuidado colectivo, tu permanente compromiso. Un distinto.
Ruben Ruiz
Secretario General