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Efemérides 28 de Julio – Inicio de la Primera Guerra Mundial

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La primera guerra global

Un día como hoy pero de 1914 ocurrió un hecho que se transformó en la excusa para desencadenar una de las guerras más sangrientas de la humanidad: las tropas del imperio austrohúngaro intentaron invadir el reino de Serbia. Un mes antes, el joven nacionalista serbio Gavrilo Princip había asesinado al archiduque Francisco Fernando de Austria, heredero al trono imperial y a su esposa, la duquesa Sofía Chotek . El hecho ocurrió en Sarajevo, capital de la provincia imperial de Bosnia y Herzegovina.
Sin embargo, la realidad fue mucha más compleja.
La causa de la Gran Guerra fue la rivalidad económica, comercial, política y colonial de las potencias que hegemonizaban el poder mundial. La deriva del colonialismo en imperialismo introdujo tensiones insalvables entre los poderosos. La guerra global se constituyó en un recurso para la solución de las controversias entre ellos.
Gran Bretaña ejercía una influencia económica y una dominación territorial enormes seguida por Francia. En ambas naciones trabajaba el 70% la mano de obra calificada. Europa era la “fabrica del mundo” que dominaba el comercio internacional. La reunificación alemana e italiana de fines del siglo XIX las dotó de un rápido crecimiento económico pero un menor reparto del mundo colonial. Ese punto de fricción fue determinante.
Por otra parte, crecía la organización de los trabajadores/as europeos que comenzaron a sindicalizarse, produjeron grandes huelgas internacionales entre 1910 y 1913 e introdujeron el concepto de huelga general para unir reivindicaciones. La burguesía en ascenso y los gobiernos buscaron herramientas para dividir esa potencial unidad que interpelaba su hegemonía y la guerra jugó su papel. Generó confusión y sentimientos encontrados. Defensa de la nación ante la prevalencia de la unidad de clase, minorías que reclamaban el derecho a formar estados propios (especialmente en los Balcanes), la aparición del pangermanismo y el paneslavismo.
Venció el sentimiento nacionalista y el pacifismo perdió terreno. La mayoría de los muertos y heridos fueron integrantes de la familia trabajadora en ambos bandos. No hubo magia.
La Primera Guerra Mundial fue el reemplazo del concepto de guerra institucionalizada (instrumento manejable por la política, tiempos limitados, asociados a la disputa de territorios, apropiación de recursos naturales y dominación de la población o intentos de hegemonía, con espacio para la intervención diplomática en circunstancias críticas) por el de guerra total (la política subordinada a la estrategia militar, involucramiento de toda la sociedad en el conflicto, pérdida de la autonomía de la vida privada, utilización de los recursos disponibles para el aniquilamiento del enemigo, inexistencia de negociaciones entre vencedores y vencidos).
Sus características eran similares a las guerras religiosas o algunas guerras civiles donde prevalece el fanatismo y la exacerbación de los rasgos identitarios (nacionalismo stampa, creencias irrenunciables, negación de cualquier marco legal en función de la supremacía).
Fue un cambio notable de los conflictos bélicos y el poder de destrucción se multiplicó. En la Primera Guerra Mundial hubo diez millones de muertos, veinte millones de heridos y ocho millones de desaparecidos. El uso de armas químicas (gas lacrimógeno, cloro, gas mostaza, fosgeno) fue letal. Produjo muertos, heridos y miles de convalecientes en la posguerra.
En 1914 se constituyeron dos bloques. La Triple Entente (Reino Unido, Francia y el imperio ruso) con superioridad numérica y naval y la Triple Alianza (Alemania, el imperio austro-húngaro e Italia que posteriormente cambió de bando) con mayor potencial bélico y capacidad de movilización. Ante la amenaza de invasión a Serbia, Rusia respondió con la movilización de miles de tropas. Alemania invadió Bélgica y Luxemburgo (que se habían declarado neutrales) y el Reino Unido declaró la guerra a los teutones.
Luego el imperio otomano, Bulgaria, Bielorrusia, la regencia de Polonia, el reino de Finlandia y Lituania, las Repúblicas de Georgia y Azerbaiyán, entro otras se incorporaron a la Triple Alianza. En contrapartida, los reinos de Grecia, Rumania y Montenegro, la República Portuguesa, Canadá, Australia, Nueva Zelanda, el imperio de Japón y China entre otros, se aliaron con la Triple Entente. Las colonias también fueron incorporadas a la lucha. Setenta millones de combatientes formaron parte de la primera locura global.
En Europa las fuerzas beligerantes se aquerenciaron en la “guerra de trincheras”, una red compleja de cientos de kilómetros cavados dentro del terreno que mantenía a los soldados a resguardo de ametralladoras pero acosados por la artillería pesada, las armas químicas, los morteros y lanzallamas. No obstante, el frente occidental se mantuvo con muy pocas variaciones posicionales porque la red tuvo su virtuosismo militar para ambas partes.
El frente oriental fue otra historia. Los serbios vencieron sorpresivamente a los austro-húngaros en varios enfrentamientos, los rusos fracasaron en su incursión a Prusia pero luego se repusieron a costa de grandes pérdidas. La incursión del imperio otomano abrió nuevos frentes en el Cáucaso, la Mesopotamia, Palestina y la península del Sinaí. Finalmente, su derrota fue estrepitosa pero en simultáneo, comenzó el genocidio armenio y el genocidio asirio.
La guerra naval tuvo su punto más álgido en la batalla de Jutlandia en la que los alemanes le infligieron grandes reveses a las fuerzas británicas pero no pudieron impedir el cerco que, finalmente, los debilitó. La guerra submarina tuvo otros ribetes. Era despiadada. El hundimiento de los mercantes era sorpresivo por lo que las víctimas eran numerosas. En contraposición la aparición de los hidrófonos y las cargas de profundidad hacían imposible la sobrevida en un submarino tocado. África y Asia también se incendiaron y los pueblos colonizados por las potencias pagaron un alto precio como carne de cañón.
En 1917 la guerra estaba en punto muerto y la población civil estaba en una situación angustiosa: gran inflación, imposibilidad de obtener los insumos necesarios para vivir, pérdida constante de familiares en los frentes de batalla, agotamiento sicológico. El inicial nacionalismo que llevó a la mayoría de la población a aceptar la guerra se transformó en rechazo frontal. Amotinamientos en los cuarteles, huelgas por la escasez de alimentos, abandono de las posiciones guerreras por parte del movimiento obrero internacional y nuevo posicionamiento a favor de la paz. En ese contexto, EE UU ingresó a la guerra y desbalanceó la situación.
En paralelo, el pueblo ruso agotado por la guerra y organizado en las grandes ciudades derrocó al zarismo en febrero de 1917 y meses después produjo la Revolución de Octubre dirigidos por Lenin y los comunistas, quienes firmaron la paz con sus enemigos frenaron la matanza que generaba la prolongación del conflicto y descomprimieron el frente oriental.
Las sangrientas batallas del Marne, Verdún y Somme no produjeron grandes cambios pero regaron de muertos los campos de batalla en Francia. En agosto de 1918 comenzó la “ofensiva de los cien días”. La debilidad de los alemanes y a sus aliados era manifiesta. Comenzaron las derrotas y las capitulaciones. A las 11 horas del 11 de noviembre de 1918 se firmó el armisticio por el cual Alemania aceptaba su derrota y ocho millones de soldados fueron capturados.
Las consecuencias de la Gran Guerra fueron claras: desaparecieron los imperios austro-húngaro (surgieron Checoslovaquia y la futura Yugoslavia), el otomano, el ruso y el alemán. Europa quedó devastada y continuó el ascenso de EE UU y Japón. Los vencedores redactaron tratados con condiciones extremas para Alemania y la reconstrucción europea demandó una cantidad de recursos inexistentes que impulsó la inflación y el empobrecimiento de las mayorías. La incorporación de la mujer al mundo laboral, forzada por la guerra, posibilitó que sus reivindicaciones fueran escuchadas y comenzara un lento reconocimiento de su papel. La voracidad imperialista no decayó y creó nuevas condiciones para otra conflagración mundial que llevaría la locura bélica a otros escalones de deshumanización. Se aprendió poco.
Siempre es bueno recordarlo para no caer en la trampa en la que improvisados guerreros que siempre suministran los pueblos terminan siendo seres descartables en beneficio de los “conocidos de siempre”…

Ruben Ruiz
Secretario General 


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