El embajador deportivo de nariz prominente, sonrisa inalterable y prestigio ganador
Un día como hoy pero de 1923 nacía Roberto De Vicenzo, el mejor golfista de nuestra historia, ganador de 231 títulos profesionales y un paradigma mundial de la deportividad.
Nació en Chilavert, partido de general San Martín, provincia de Buenos Aires. Integrante de una familia humilde de trabajadores, era el encargado de preparar la comida para sus hermanos menores. Durante su infancia se mudó con su familia a una casa de la calle Cuenca, en el barrio de Villa Pueyrredón de la ciudad de Buenos Aires. A los nueve años se ofreció como caddie (asistente del golfista durante las prácticas y torneos) en el Club Argentino de Migueletes. Ahí nomás de su casa, cruzando una avenida de 100 metros de ancho que dividía la Capital federal de la provincia de Buenos Aires.
Juntaba unas monedas por llevar las pesadas bolsas con los palos de golf o rescatar pelotas de los helados lagos artificiales que tenían los greens. Mientras ayudaba económica a su familia, estudiaba los campos de juego, se hacía amigo de los vientos y pedía permiso para “practicar”.
A los 10 años jugó su primer torneo de golf. A los 15 debutó como jugador profesional en el Open de Argentina. Jugó 36 hoyos, no pasó el corte (no consiguió una cantidad suficientemente baja de golpes para clasificarse y pasar de ronda). En 1940 comenzó a competir en el Ranelagh Golf Club, de Berazategui, como asistente del golfista Armando Rossi. Se aquerenció en esa localidad y nunca más se fue.
En 1942 ganó su primer título: el Abierto del Litoral que se disputó en Rosario. Ese mismo año ganó el Gran Premio Westinghouse que se disputó en EE UU. Ya no era un desconocido. Al año siguiente ganó el Abierto del Centro, disputado en Córdoba y el Abierto de Chile. En 1944 comenzó una seguidilla de triunfos en diversos campeonatos: el Abierto de Argentina, el Abierto de Profesionales y el Abierto de Maestros. En esa década consiguió victorias y pulió su estilo ganador.
Se animó en el exterior y ganó los Abiertos de Uruguay, Brasil, México, Francia, Holanda, Bélgica y en 1947 la American Cup, su primera victoria de proyección internacional. En 1953 ganó la Copa Canadá, en ese momento el mundial de golf. Representó a la República Argentina por equipos formando pareja con Antonio Cerdá. Un acontecimiento excepcional. Más tarde repitió su triunfo mundial en competencia individual (1962 y 1970).
Pero su momento de gloria llegó en 1967 cuando ganó el Open Británico (el más antiguo del mundo) que se disputó en el Royal Liverpool Golf Club, en la ciudad de Hoylake. Derrotó a figuras como Jack Nicklaus y Gary Player. Su tarjeta con 278 golpes (70-71-67-70) fue imbatible. Fue el primer latinoamericano en ganar un torneo mayor de golf masculino o “Major” y el único argentino en alzarse con el triunfo en el Open Británico. No lo tenía nadie. Arrancó silencioso y terminó enérgico y preciso. La sorpresa fue mayúscula. Un campeón del fin del mundo.
En 1968 se transformó en un ejemplo de juego limpio y de respeto irrestricto al reglamento, que aún hoy sigue siendo recordado en el mundo del golf. Jugó en el Abierto de Augusta (uno de los cuatro más importantes) y punteaba. En el hoyo 17 realizó un birdie. Es decir, anotó uno bajo el par (fue capaz de alcanzar el hoyo en un número de golpes menor que el predeterminado en la competencia). Sin embargo, su compañero, Tommy Aaron le anotó dos bajo el par. De Vicenzo firmó la tarjeta de puntuación sin revisarla. Ese error le valió perder la posibilidad de desempatar por el primer puesto que quedó automáticamente en manos de Bob Goalby.
Pudo apelar, ya que no había sido un error propio. Pero no lo hizo. No hubo quejas ni reclamos. Solo dijo: “La culpa fue mía. Qué estúpido soy. Primero están las reglas, la posición es secundaria”. Esta vez el asombro y el respeto vinieron por el lado de la ética y su apego a las normas.
Superó ese mal momento que lo hubiera catapultado a una fama impensada y siguió su camino de triunfos. Tuvo victorias descollantes en el Senior PGA (Professional Golfers’ Association of America) Tour donde ganó tres veces el Liberty Mutual Legends of Golf, el PGA Seniors Championship en 1974, el U.S. Senior Open en 1980 y el Merrill Lynch/Golf Digest Pro-Am en 1984. Pueden parecer torneos lejanos pero fue notable que un argentino los ganara en tierra estadounidense y ante jugadores más experimentados en el circuito.
En 1989 fue incorporado como integrante en el Salón de la Fama del Golf Mundial, en 1998 fue nombrado ciudadano ilustre de Berazategui, en 2002 se realizó una estatua situada en el Paseo del Deporte, hecha con miles de llaves que aportaron los vecinos, en 2007 se colocó su firma en una de las tribunas del hoyo 18 del Royal Birkdale Golf Club, como homenaje a su triunfo en el Abierto Británico cincuenta años antes y en 2015 se inauguró una estatua en El Paseo de la Gloria ubicado en la Costanera Sur de la ciudad de Buenos Aires.
Fue un deportista muy respetado, un vecino muy querido y un ídolo deportivo que provenía de una disciplina poco popular en su época, que él ayudó a difundir y a hacerla visible a fuerza de victorias y hazañas ante contrincantes más poderosos y experimentados.
Se despidió en 2017 luego de accidente doméstico del que nunca se pudo recuperar.
Salú Roberto! Por tu humildad, por tu amor al deporte, por ser un socio incondicional del juego limpio, por tu ética reconocible, por tu talento, por tu modestia, tu gorra inconfundible y tu sonrisa indeleble que nos representó en todo el mundo.
Un integrante sereno y querible de nuestra popular imaginaria…
Ruben Ruiz
Secretario General