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Shadow

Efemérides 14 de Enero – Humphrey Bogart

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Bogie, el mejor de todos en Hollywood

Un día como hoy pero de 1957 se despedía Humphrey DeForest Bogart, actor estadounidense de cine y teatro que redefinió el cine negro y fue considerado la estrella masculina más importante de los primeros cien años de Hollywood, según el American Film Institute.
Creó un prototipo de personaje inconfundible: cínico, descreído, duro, imperturbable, elegante y un poco sentimental. Gánster irredento, cultor de la inclemencia o detective certero, melancólico, de rostro esculpido, sonrisa torcida y mirada dolorida.
Nació en 1899 en Nueva York. Hijo de Belmont DeForest Bogart, cirujano cardiopulmonar y Maud Humphrey, ilustradora, directora gráfica de la revista de moda “The Delineator” y militante a favor del voto femenino. Era una pareja desavenida y distante de sus hijos. No obstante, su madre utilizaba a Bogie como modelo para sus ilustraciones y fotografías. Su padre lo interesaba en la navegación y la pesca. La pareja tenía una casa de fin de semana en el norte del estado de Nueva York donde Bogie y sus amigos ensayaban obras de teatro. Fue un anticipo de su futuro en las tablas y el cine aunque sus padres no lo divisaran.
Se inscribió en la Academia Phillips con el objetivo de ingresar a la Universidad de Yale para estudiar medicina. Luego del primer semestre fue expulsado por empujar al director a un lago. Su vida estaba a la deriva y decidió enrolarse en la marina para luchar en la Primera Guerra Mundial.
Fue destinado al USS Leviathan, un barco gigantesco que se utilizó para el transporte de tropas que normalmente trasladaba 14000 soldados por viaje. Al finalizar la contienda, Bogie continuó prestando servicio en la repatriación de soldados sobrevivientes. En esos años, sufrió un accidente que dejó paralizado su labio superior y le confirió una manera particular de hablar. Sería un signo distintivo en la interpretación de sus personajes.
Cuando retornó a la vida civil encontró a su padre enfermo y la familia en la quiebra económica por malas inversiones. Trabajó como vendedor de bonos, jugador callejero de ajedrez (cobraba un dólar por partida ganada) e integrante de la Guardia Costera de EEUU. Retomó su amistad con Bill Brady Jr., un viejo amigo de la época estudiantil y obtuvo un trabajo administrativo en la compañía cinematográfica y de teatro World Film Corporation, propiedad del padre de su amigo. Fue su primer contacto con el mundo artístico.
En 1922 debutó en la obra teatral “La mujer arruinada”. Su forma de hablar y su físico que no correspondía al tipo de galán de la época le dificultaron su trayectoria. Fueron años en que protagonizó papeles secundarios pero en los que se fue acercando a Hollywood. En 1930 fue parte del elenco de Rio arriba, una comedia carcelaria dirigida por John Ford y en 1932 tuvo un papel secundario en la exitosa película “Tres vidas de mujer” que lo sacó del anonimato. Coincidió con la época en que las compañías cinematográficas se trasladaron desde La Gran Manzana a California para evitar el pago de impuestos abusivos sobre sus productos.
Al mismo tiempo en los teatros de Broadway, protagonizaba al gánster Duke Mantee en la obra El bosque petrificado. Su actuación y parecido físico hacían recordar al verdadero asaltante John Dillinguer. Entonces fue convocado para participar en el elenco de la película homónima junto a Leslie Howard y Bette Davis. Gran éxito y comienzo de su popularidad.
Luego llegaron Balas o votos, Calle sin salida, Ángeles con caras sucias, Los violentos años veinte, El chico de Oklahoma, La legión negra, Oro, amor y sangre. Hasta que en 1940 alcanzó un lugar destacado en la consideración del público con El último refugio dirigida por Raoul Walsh donde protagonizó al delincuente Roy «Mad dog» Earle recién salido de una larga condena y dispuesto a reincidir en otro asalto en la costa oeste. En el camino, se topa con una situación inesperada en que el amor y la contradicción humana juegan sus fichas. Película con densidad emocional, rasgo inhallable hasta ese momento en la cinematografía del mundo de los gánsteres.
En 1941 cambió el rumbo de sus interpretaciones y se consagró definitivamente. La película fue El halcón maltés, dirigida por John Huston sobre libro de Dashiell Hammett. Protagonizó al detective privado Sam Spade, ingenioso, deductivo, camorrero; antihéroe con rasgos de villano que cautivó a millones de espectadores.
Al año siguiente descolló con otro gran film: Casablanca, drama romántico en el que protagonizó a “Rick” Blaine y que transcurría en la ciudad marroquí con el trasfondo de la lucha contra los nazis, las peripecias de un integrante de la Resistencia Francesa y la aparición de un viejo amor. Dirigida por Michael Curtiz y coprotagonizada por Ingmar Bergman introdujo un tema inquietante: el amor o la virtud, el compromiso contra la barbarie.
Imborrables aparecen las escenas en que los parroquianos cantan “La Marsellesa” ante los nazis o cuando “Rick” abatido y borracho le pide al pianista “tócala, Sam” (aunque el mito le agregó, otra vez…) o cuando se despide de Ilsa, inquebrantable y sentimental diciéndole “siempre tendremos París…”. Escenas y frases que marcaron una época. Actuaciones precisas, química entre los protagonistas, intensidad emocional, ritmo intenso, guion inteligente.
No detuvo su carrera y en 1944 filmó Tener o no tener en la que protagonizó a un marinero cínico y desaprensivo que terminaba ayudando a la Resistencia Francesa. En esa película conoció a quien fue su verdadero amor: Lauren Bacall, veinte años más joven y con quien tuvo un hijo y una hija. Bogart había fracasado en tres matrimonios anteriores por su adicción al alcohol, su inestabilidad sentimental y su carácter irascible. Pero esta vez hubo química…
Tras cartón, filmó El sueño eterno, una saga enrevesada y violenta donde protagonizó a otro detective icónico como Philip Marlowe, El tesoro de Sierra Madre, Cayo Largo, Sin conciencia, La reina de África, Campo de batalla, Sabrina, La condesa descalza, El motín del Caine, No somos ángeles, La mano izquierda de Dios, Más dura será la caída, entre otras. Su popularidad creció y su carisma se potenció por la variedad notable de papeles que encarnaba y la nobleza, ingenio, humor ácido y astucia de sus personajes.
Frío, áspero, cínico, descreído, irónico, solitario, sentimental, en la ficción. Duro, fumador empedernido, bebedor consuetudinario, burlón, seductor, amigo irreductible, eximio ajedrecista, amante de la navegación, en la vida real.
Como consecuencia de sus excesos padeció de un cáncer de esófago que lo persiguió su último tiempo y lo derrotó lenta pero implacablemente. Se despidió con su sonrisa burlona.
Salú Bogie! Por representar personajes duros y entrañables, por “Rick” Blaine, por Sam Spade, por Philip Marlowe, por “Baby Face” Martin, por Fred Dobbs, por el capitán Queeg, por acercarnos al cine y la tele desde mundos oscuros, violentos y dramáticos que siempre contenían su dosis de humor negro, pasiones difíciles y sentimientos reparadores.
Un integrante silencioso y socarrón de nuestra popular imaginaria…

Ruben Ruiz
Secretario General 


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