Erasmo de Róterdam
Un día como hoy pero de 1466 nacía Desiderius Erasmus van Rotterdam, filósofo, filólogo, teólogo, escritor y humanista neerlandés, considerado uno de los más destacados eruditos del Renacimiento de Europa del norte.
Nació en Róterdam y fue hijo de una pareja que no estaba casada formada por Roger Gerard, sacerdote de Gouda y de Margaretha Rutgers, la trabajadora doméstica que realizaba las tareas en su hogar. A los cuatro años su madre lo llevó a la escuela de párvulos de Ter-Gou’W (Gouda) y confió su educación al maestro Pedro Winckel. Luego estuvo dos años como niño de coro en la catedral de Utrech donde estudió música con el organista Jaime Obretch. Al cumplir nueve años Desederius fue enviado a una escuela de Deventer de la Orden de los Hermanos de la Vida Común que abrevaban en la corriente espiritual llamada devotio moderna y el laicado.
La institución estaba dirigida por el sacerdote y pedagogo alemán Alexander Hegius von Heek, cuya particularidad era que fomentaba el estudio de los textos clásicos en su lengua original y no se limitaba a la simple lectura de comentarios sobre los mismos como era habitual en la época. En 1884 murieron sus padres y fue enviado a otra institución religiosa de la ciudad de Bolduque, también en los Países Bajos, en consonancia con su nueva realidad económica.
A los 18 años ingresó en el monasterio de Emmaus de Steyn (cerca de Gouda), dirigida por la confederación de los Canónigos Regulares de San Agustín, relacionados con la visión de la devotio moderna. Cuatro años después fue consagrado sacerdote pero su incomodidad con la vida religiosa era manifiesta por las situaciones de barbarie y la gran ignorancia que veía.
Pocos meses después obtuvo un permiso para trasladarse al norte de Francia y trabajar como secretario del obispo de Cambrai quien le otorgó una beca para estudiar Teología en la universidad de París. En esa institución retomó el contacto con la literatura clásica de Grecia y Roma y trabó amistad con los primeros humanistas. Comenzaba su transformación hacia un pensamiento más libre e iniciaba su identidad como profesor de ideas independientes.
En 1494 inició su aventura literaria con unos diálogos que tituló “Antibárbaros”, una crítica mordaz contra el estilo de enseñanza en las instituciones religiosas, los textos utilizados y la ignorancia y pereza de los maestros que le tocaron en suerte y que conoció: los monjes agustinos, mendicantes, franciscanos, dominicos y carmelitas.
En 1497 editó sus manuales de conversación latina con los que enseñaba esa lengua y que fue el preludio de sus famosos Coloquios familiares, publicado en 1518, un intento de mantener vivo el latín, de enseñar estrategias de intercambio lingüístico y abundancia verbal (saludos, expresiones de buenos deseos, etc.) y de mejorar el diálogo entre alumnos y profesores.
Esos años fueron de viajes, trabajo y conocimiento de realidades diversas que lo llevaron a Países Bajos y Londres, donde conoció al humanista John Colet, decano de la catedral de San Pablo, que ejerció una gran influencia en su personalidad y su escritura. Fue profesor titular de la cátedra de Teología en la universidad de Cambridge y trabó amistad con otros humanistas cristianos como Tomás Moro y John Fisher.
En 1500 escribió su primera obra popular: Adagios, un compendio de 690 refranes y moralejas basadas en las tradiciones de la antigua Grecia y Roma, sus orígenes y significados. Un éxito editorial que no abandonó. Trabajó en esas pequeñas muestras de sabiduría durante el resto de su vida. En 1521 había escrito 3400 y alcanzó un total de 4500 frases cortas.
En 1503 publicó Enquiridión, manual del caballero cristiano, una obra audaz que perfilaba hacia una reforma religiosa. Erasmo era testigo de una religiosidad anquilosada, reducida a manifestaciones externas (procesiones, peregrinaciones, reliquias de santos, indulgencias) y la obediencia servil a esa inmovilidad. Simultáneamente, el Renacimiento impulsaba la libertad de pensamiento y de credos. Los avances científicos situaban a la razón como un vector en la lucha por encontrar nuevas respuestas. La autonomía y la libertad ocuparon espacios vitales. Esta obra fue un ensayo por unir humanismo real y religiosidad con reglas que se cumplieran.
Entre 1506 y 1509 transitó su periplo italiano. Vivió en Roma, Padua, Siena y Venecia. En esta última ciudad trabajó en el taller de Aldo Manunzio, el editor que rescató la literatura greco-latina e inventó el libro de bolsillo y, considerado por muchos, como el creador del libro moderno. En esa imprenta Erasmo trabajó para Manunzio y corrigió, amplió y publicó una nueva versión de Adagios que se transformó en otro éxito de superventas.
Los siguientes cinco años vivió en Londres. Dio conferencias en la universidad de Cambridge y trabajó en la traducción al latín y al griego del Nuevo Testamento que se publicó en Basilea recién en 1516. Un estudio erudito y novedoso sobre el texto sagrado en el que privilegió los aspectos lingüísticos y gramaticales para su interpretación y en el que descubrió, por ejemplo, que el verso que apoya la doctrina de la Trinidad, no existía en los textos anteriores al siglo IV d.C. y probablemente fuese añadido después del Concilio de Nicea del 325. Un nuevo enfoque que representó un cambio profundo en la interpretación de las sagradas escrituras.
Al mismo tiempo, escribió una de sus obras más valoradas: Elogio de la locura, una brillante sátira sobre las prácticas cotidianas que aplicaban quienes detentaban el poder. La corrupción y teatralidad de la iglesia de Roma, la soberbia de los poderosos y la pedantería de los sabios. Una obra plagada de dobles significados y sarcasmo profundo en la que elogia con ironía a la locura, la ignorancia, la estulticia (necedad), la pereza, la insensatez, la adulación y la ebriedad como fuente de las bondades que disfruta el ser humano. Utiliza estos rasgos como espejismo literario para criticar por partes iguales la superficialidad humana y el uso de los aspectos divinos. Un texto liminar de la lucha entre las tradiciones ancestrales y el humanismo naciente.
En 1517 se trasladó a los Países Bajos y fue designado consejero del archiduque Carlos, futuro rey Carlos V, para quien escribió Educación de un príncipe cristiano y Querella de la paz que trataron ser una guía para su labor de estadista y promovían las ventajas de la paz.
Algunas de sus obras fueron tomadas como inspiración para el movimiento de la Reforma iniciada por Lutero quien en 1517 lanzó sus tesis en las puertas de la capilla de Wittemberg. Ese movimiento multitudinario marcó también la vida de Erasmo quien se vio envuelto en un enfrentamiento que presionó sobre su independencia. Inicialmente simpatizó con el movimiento pero se opuso a su carácter beligerante hacia quienes pensaban distinto.
De hecho, en 1524 publicó Discusión acerca del libre albedrío que versaba sobre su opinión de que las escrituras no eran tan certeras respecto a la gracia divina como aseguraba Lutero. Se inclinó por cierto escepticismo y piedad básica que ameritara más tolerancia y menos certezas teológicas. Las guerras religiosas del siglo XVI y primera mitad del XVII le darían la razón. Las dos réplicas posteriores a Lutero tituladas Superescudo seguirían ese camino.
Ese clima de violencia religiosa lo haría trasladarse a Lovaina, Friburgo y Basilea y publicar una crítica sin entusiasmo a otros humanistas (El Ciceroniano,1528). Su lado oscuro también apareció en escena: hizo silencio raso ante la ejecución en Londres de sus amigos Tomás Moro y John Fischer. Un sayo que lo persiguió con constancia el resto de sus días. Sus últimas obras fueron Utilísima consulta sobre si se ha de hacer la guerra a los turcos, Ecclesiastes y Preparación para la muerte, síntesis de sus preocupaciones terrenales y divinas.
Defensor a ultranza de la educación como centro de la elevación humana. Impulsor del estudio de otras lenguas, la gramática, la historia, la poesía, la filosofía moral, de la virtud en la vida pública y privada. Muestra de ello fueron sus guías para fundar escuelas, programas de estudio (Sobre el método de estudio, 1511), libros de texto como _Sobre la copia que ayudaba a revisarlos y producir nuevos textos o Sobre la escritura de cartas que enseñaba a escribir misivas y dirigirse a públicos específicos. Un todoterreno en una desigual disputa de sentido.
Estudioso, perseverante, con rasgos de intolerancia, errante, desafiante con precauciones, provocador, amigo cauteloso del alcohol. Un integrante culto de muestra popular imaginaria…
Salú Erasmo! Por tu impertinencia y tu audacia en un tiempo de poderes y saberes aparentemente inamovibles que hiciste temblar con tu independencia de criterio y sabiduría.
Ruben Ruiz
Secretario General