Día del Escudo Nacional
Un día como hoy pero de 1813 la Soberana Asamblea General Constituyente de las Provincias Unidas del Rio de la Plata adoptó como símbolo patrio y sello identitario y de autenticación de los actos gubernamentales este emblema nacional cuyo diseño fue establecido en forma inalterable mediante el Decreto 10.302 del 24/4/1944 en su Art. 5º.
Junto a la Escarapela, la Bandera y el Himno Nacional son los símbolos nacionales de la República Argentina.
Hasta ese momento se utilizaba la figura de las armas reales para identificar los actos gubernamentales. Manuel Belgrano insistía con su iniciativa de uso de distintivos inconfundibles para que sus tropas se diferenciaran de los realistas y para generar un sentimiento soberano, de apropiación de lo nuevo que estaba naciendo. En la práctica ya había avanzado con la creación de la bandera celeste y blanca y la escarapela sin permiso explícito de las autoridades.
Con el objetivo de crear un distintivo propio que dotara de identidad a la nación que estaba pariendo, la Asamblea del Año XIII encomendó a Agustín Donado (diputado provincial por San Luis) la confección de un sello que reemplazara a los utilizados por el Virreinato depuesto en 1810 que proseguían su uso consuetudinario.
El grabado fue realizado por el orfebre peruano residente en Buenos Aires, Juan de Dios Rivera Túpac Amaru, apodado “Inca”, primo de Túpac Amaru II (José Gabriel Condorcanqui Noguera) quien lideró la “Gran Rebelón” en 1790 contra los invasores españoles y fuera ejecutado un año después junto a sus familiares más cercanos y a sus principales lugartenientes.
La Asamblea del Año XIII aceptó el modelo creado y mediante acta firmada por Hipólito Vieytes y Tomás Antonio Valle, secretario y presidente respectivamente, también ordenó que: “el Supremo Poder Ejecutivo use el mismo sello de este Cuerpo Soberano con la sola diferencia de que la inscripción del círculo sea la de Supremo Poder Ejecutivo de las Provincias Unidas del Río de la Plata”.
Se iban unificando los símbolos públicos y administrativos en medio de tensiones políticas que denotaban los diferentes proyectos coexistentes con posterioridad a la Revolución de Mayo. De hecho la Asamblea del Año XIII comenzó a sesionar con el escudo del Consulado porteño y en Salta los soldados juraron lealtad a la Bandera y a la propia Asamblea con un escudo bastante parecido pero no igual.
La simbología de la Revolución Francesa tuvo gran influencia en la creación del Escudo Nacional. Existen similitudes con el emblema usado por los miembros de un club revolucionario francés para acceder a la Asamblea Legislativa entre 1790 y 1793. Por otra parte, Elisa Pichegru, jacobina refugiada en el territorio de las Provincias Unidas, era amiga íntima de Manuel Belgrano y probablemente influyó en el uso de ese emblema republicano francés por parte de grupos revolucionarios telúricos cercanos al creador de nuestra bandera nacional.
El Escudo nacional tiene una forma elíptica dividida en dos campos: el superior de color azul celeste (que simboliza la verdad y la justicia) y el inferior de color blanco (la pureza, la fe) que coinciden con los colores de la bandera recién creada por Manuel Belgrano.
Lo completan dos antebrazos diestros que simbolizan la unión de los pueblos comprometidos en esta gesta empuñando una pica vertical o lanza corta que sostiene un gorro frigio dirigido hacia la izquierda (símbolo de la libertad), demostración de la voluntad de sostener lo alcanzado aún con las armas si fuera necesario.
El marco exterior está formado por una corona de laureles (símbolo de la gloria) enlazadas con un moño en su parte inferior por unas cintas celestes y blancas que ya se utilizaban en algunos cuarteles y que representan la nacionalidad y está coronado por el Sol de Mayo en forma de sol naciente con 21 rayos rectos y flamígeros alternados de oro (amarillo) que simboliza la aparición de una nueva nación en el firmamento global.
El Escudo Nacional.
Un símbolo que nos recuerda nuestra pertenencia en un momento de identidades difusas en sociedades líquidas marcadas por la fragmentación de las pueblos y los procesos históricos inconclusos, las relaciones laborales inestables, la preminencia de la precariedad, las relaciones humanas fugaces, el estado de incertidumbre permanente, la debilidad del compromiso colectivo, la sobredosis de información, las fake news tomadas como verosímiles, la falta de credibilidad en los liderazgos y en las propuestas políticas y la dificultad para generar una épica que permita sostener la idea de una sociedad mejor que la actual y una práctica sostenible.
Un símbolo que nos recuerda los peligros de la desconexión social y la importancia del arraigo.
Un símbolo que nos recuerda la importancia de la identidad propia para desenvolverse en la globalidad y tener una voz insumisa ante el concierto de poderosos que pretenden una sociedad profundamente desigual e incitan a un individualismo alienante para dominar sin tapujos.
Un símbolo que nos recuerda que los humanos podemos vivir con los colores de nuestras banderas y alentar por los colores de nuestras pasiones sin necesidad de prescindir del otro/a, sin aceptar supremacías ni dominaciones ni discursos falsos que proponen una cosa y disponen o mantienen lo contrario. Que defender la aldea es cuidar la casa común y derrotar la avaricia destructora de la minoría global omnipotente que pretende un mundo inviable.
Ruben Ruiz
Secretario General