Wangari Maathai
Un día como hoy pero de 1940 nacía Wangari Muta Maathai, bióloga, docente, ecologista, política y feminista kenyana, popularmente conocida como la “mujer árbol”. Fue la primera mujer en ocupar el cargo de jefa de departamento en una cátedra universitaria en Kenya, la primera en alcanzar un doctorado en África Oriental y la primera mujer africana en recibir un premio Nobel.
Nació en Ihithe, distrito de Nyeri, Kenia, en ese entonces colonia británica. Pertenecía a la etnia kĩkũyũ, mayoritaria en su país. Se mudaron en 1943 cuando su padre consiguió trabajo en una granja de propietarios blancos en el valle de Rift. En 1947 su madre, Wangari y sus dos hermanos retornaron a su pueblo natal ente la imposibilidad de educarse en el campo donde estaba la granja. Su padre se quedó para continuar trabajando. En Ihithe comenzó sus estudios primarios. A los once años ingresó en el internado de Santa Cecilia de la Misión católica Mathari donde cursó la primaria intermedia, aprendió inglés fluido y logró mantenerse alejada de la violencia imperante en la lucha por la independencia del pueblo keniano encabezada por los Mau Mau.
En 1956 se recibió con el más alto promedio, lo que le permitió ingresar al Loreto High School de Limuru, única escuela secundaria de mujeres en Kenia. La lucha contra el colonialismo británico empezaba a tener éxito y la independencia estaba más cerca. En esos momentos, algunos políticos como Tom Mboya entendieron que el nuevo proceso necesitaría cuadros técnicos y profesionales para consolidar la autonomía nacional. Acordaron diversos programas de educación superior con varios países. Wangari fue una de las 300 kenianas/os que seleccionaron para estudiar en EE UU.
Logró una beca para estudiar en el Mount St. Scholastica College en Atchinson, Kansas y en 1964 se graduó de Bachiller universitaria en Biología con especialidad en Química y alemán. Dos años más tarde obtuvo la maestría en Ciencias Biológicas en la Universidad de Pittsburgh con el financiamiento del Instituto africano-americano. Por sus altas calificaciones recibió una propuesta para ocupar un cargo de asistente investigador en la Escuela universitaria de Nairobi, capital de Kenia. Cuando regresó a su país le informaron que el cargo estaba ocupado. Cierta dosis de prejuicios machistas y tribales la dejaron sin su puesto laboral. Entonces, comenzó a buscar trabajo en la gran ciudad.
En esos momentos, recibió otra propuesta para ser investigadora en la recién creada Escuela de Medicina Veterinaria. Pero esta vez se generó un reaseguro. Alquiló un local y puso un almacén que atendió con sus hermanas. En 1967, logró financiamiento para cursar el doctorado de Anatomía veterinaria en las universidades de Giessen y Múnich, Alemania. Pero en 1969 debió regresar a Kenia y culminar esos estudios en Nairobi. Ingresó como profesora adjunta en la Universidad homónima, se casó con Mwangi Mathai y poco después nació su primer hijo, Waweru. Finalmente, en 1971 alcanzó su trajinado doctorado. Un caso único ya que provenía de un medio rural alejado.
En 1975 fue designada profesora adjunta en la cátedra de Anatomía, en 1976 jefa de departamento de Anatomía Veterinaria y en 1977 profesora asociada. Simultáneamente, formó parte de la Asociación de Mujeres Universitarias, fue directora de la Cruz Roja en Kenia, ingresó al Consejo Nacional de Mujeres de Kenia, inició campañas por la igualdad salarial y laboral de las mujeres en la universidad e intentó organizar un sindicato para reclamar la laucha por esas reivindicaciones. Un juez le impidió crear la organización sindical pero logró que se cumplieran muchas de las demandas.
Estas luchas la contactaron también con muchas mujeres campesinas y comprendió que en su país convivían cuatro grandes problemáticas: la desforestación, la desocupación, la inseguridad alimentaria y la desnutrición. Eso la llevó a crear en 1977 el Movimiento Cinturón Verde, organización de mujeres que generó un sistema de gestión de semillas, plantación de especies autóctonas y construcción de viveros de árboles en Kenia. En paralelo, ese año se presentó un problema: la separación conyugal. Tenían tres pequeños hijos.
Entonces, Wangari, debió mudarse a una pequeña casa y buscar un trabajo suplementario. Se contactó con la Sociedad Noruega de Silvicultura, que intentaba asociarse con el Movimiento Cinturón Verde y le ofrecieron el puesto rentado de coordinadora. Además, logró financiamiento del Fondo Voluntario para Mujeres de Naciones Unidas. Esta alternativa le permitió reordenar su vida económica, incorporar trabajadores/as a su movimiento, pagar una pequeña renta a las mujeres que plantaran árboles fuera de su radio de acción y a sus esposos e hijos alfabetizados que pudieran llevar un registro de las plántulas sembradas. Crecía el liderazgo y el empoderamiento femenino en el campo keniano junto al combate contra la sequía, la erosión del suelo y el hambre.
En 1979 se agravaron los problemas: su marido le inició un juicio de divorcio porque «tenía una mentalidad demasiado fuerte para ser mujer», porque él era «incapaz de controlarla» y, además, incluyó una acusación de adulterio. El juez falló a favor de su marido, Wangari cometió desacato ante el magistrado y fue presa por unos días. Luego, su ex marido le exigió que dejara de usar su apellido. Ella se opuso y le agregó una “a” al mismo para saldar la nueva disputa. El divorció le trajo serios problemas económicos que pudo capear porque fue convocada para trabajar en la Comisión Económica para África, dependiente de las Naciones Unidas.
Disputó varias veces la presidencia del Consejo Nacional de Mujeres de Kenia, un conglomerado nacional de cientos de organizaciones, hasta que en 1981 lo logró. Sin embargo, el gobierno lo desfinanció desviando recursos a otras organizaciones afines. No se rindió. Amplió sus alianzas y fue reelecta hasta 1987. El país fue virando hacia un estado de autoritarismo y corrupción sostenido en el unipartidismo y Wangari y otras organizaciones y personalidades lo enfrentaron. Fue presa por develar la existencia de listados de opositores a punto de ser asesinados, por exigir la libertad de presos políticos, por oponerse a la construcción de casas de lujo, un local del partido gobernante, miles de estacionamientos y una planta del diario Kenia Times en el Parque Uhuru, por oponerse a la privatización de grandes áreas de tierra pública en el Bosque Karura, a las afueras de Nairobi, y por participar en el Movimiento para las Elecciones Libres y Justas para reinstaurar la democracia.
En 2002 participó de la formación de la Coalición Nacional Arcoíris que aglutinó a toda la oposición. El 27 de diciembre lograron derrotar al partido gobernante y Wangari fue electa con el 98% en su distrito. En 2003 fue designada asesora del Ministro de Medio Ambiente y Recursos Naturales -cargo que desempeñó por dos años- y en 2004 recibió el premio Nobel de la Paz por su contribución al desarrollo sostenible, la democracia y la paz.
El Movimiento Cinturón Verde plantó 47 millones de árboles, creó centenares de viveros en 15 países del continente y construyó diversos sistemas de recolección de agua en su país. Wangari logró vincular el cuidado del medio ambiente, la lucha contra el hambre y la desocupación y por la igualdad de derechos de las mujeres construyendo un andamiaje político y social que excedió las cuestiones partidarias en un país inmenso, pobre, profundamente desigual y con problemas de violencia étnica.
Fue una mujer campesina de las tierras altas de Kenia que pudo estudiar, absorber enseñanzas de otras culturas, aprender a tomar decisiones complejas en medios hostiles y generar acuerdos locales y globales. Sufrió la discriminación en la universidad, en la política y en la pareja. Las superó con valentía, paciencia y orgullo.
Sale Wangari!! Por tu constancia, tu coraje, tu capacidad infinita para tejer acuerdos entre personas y grupos muy diferentes, por los millones de árboles plantados que dan pelea a la muerte.
Ruben Ruiz
Secretario General