Un día como hoy pero de 1996 se despedía Amos Nathan Tversky, psicólogo cognitivo y matemático, profesor universitario y autor de libros no literarios, cuyas investigaciones sobre cómo las personas perciben las similitudes entre objetos o conceptos, cómo operan sobre entidades similares, las representaciones que hacemos del espacio físico o las preferencias en las tomas de decisiones impactaron en la economía, el derecho, la robótica, la clasificación de la información, los sistemas de inteligencia artificial.
Nació en 1937 en Haifa, Palestina británica (en la actualidad territorio de Israel). Hijo de Jenia Ginzburg, trabajadora social y diputada en representación del partido Mapai (Partido de los Trabajadores, que luego se unió a Ajdut HaAvodá y Rafi con quienes finalmente se fusionaron para formar el Partido Laborista) y de Yosef Tversky de profesión veterinario. Ambos habían migrado desde Rusia y Polonia a principios del siglo XX.
Durante sus estudios secundarios tomó clases con el pionero de la crítica literaria en Israel, Baruch Kurzweil y fue compañero de la poeta y activista por la paz Dahlia Ravikovich. Participó de un movimiento juvenil que pregonaba una alternativa al servicio militar impuesto para que sus integrantes combinaran la instrucción militar obligatoria con el trabajo en asentamientos agrícolas, kibutzim y nuevas comunidades.
Posteriormente, integró las Fuerzas de Defensa de Israel como paracaidista hasta alcanzar el grado de capitán y participó en los combates durante la crisis de Suez en 1956, comandó una unidad de infantería durante la Guerra de los Seis Días en 1967 y sirvió en una unidad de campo durante la guerra de Yom Kipur en 1973.
En 1961 había logrado su licenciatura en la universidad Hebrea de Jerusalén y, posteriormente, el doctorado en la universidad de Michigan. En 1963 se casó con la psicóloga estadounidense Bárbara Gans con quien tuvo dos hijos y una hija. Trabajó como profesor de Psicología y Economía y como investigador en la universidad Hebrea de Jerusalén y en la de Tel Aviv.
En esa primera casa de altos estudios trabajó junto al psicólogo Daniel Kahneman y la mixtura laboral y teórica fue enriquecedora. Tversky era considerado un psicólogo matemático, centrado en ecuaciones y ejemplos modélicos y Kahneman como un científico centrado en los problemas de la vida real. La conjunción de ambos saberes fue muy productiva.
En 1971 publicaron un disruptivo artículo titulado “Creencia en la ley de los pequeños números” que tuvo alto impacto en el mundo de la economía. Demostraron que existe una tendencia generalizada a creer que una muestra pequeña representa a una población (o aspectos de ella) de manera similar a una muestra grande. Es un sesgo cognitivo que puede llevar a decisiones erróneas y a conclusiones incorrectas.
Por ejemplo: si alguien compra acciones de una empresa y obtiene ganancias de corto plazo, no significa que esa empresa sea una buena inversión a largo plazo o si un jugador tiene una racha goleadora en un partido de basquetbol o una serie pequeña de encuentros no significa que tendrá un rendimiento constante en todos los partidos (falacia de la mano caliente).
Luego publicaron “Juicio bajo incertidumbre: heurística y sesgos” y “Psicología de la predicción” en los que develaban diversas técnicas de descubrimiento y sesgos que usamos como el de representatividad (creemos que algo es más probable cuando es más representativo), el de disponibilidad (tendemos a pensar que si algo se puede recordar es porque es más importante), el de anclaje (solemos usar cierta información inicial o ancla antes de elaborar un juicio), la aversión a la ambigüedad (preferencia por opciones con probabilidades conocidas, incluso si son menos favorables, sobre opciones ambiguas donde las probabilidades son desconocidas) o la comprensión limitada de las leyes de azar y sus efectos aleatorios que se trasladan erróneamente a otros procesos signados por la incertidumbre.
Son variables que inciden en nuestras decisiones y pueden provocar perjuicios. Por ejemplo, las decisiones y reacciones de los consumidores ante algunas estrategias de marketing y presión comercial como las supuestas ofertas, los potenciales descuentos, el uso de desproporcionado de tarjetas de crédito o la creencia de que a mayor precio mejor calidad de un producto.
En 1978 ingresó como investigador en el Centro Avanzado de Estudios en Ciencias del Comportamiento de la Universidad de Stanford donde trabajó hasta su fallecimiento. No obstante, el trabajo conjunto con Kahneman continuó varios años más.
En 1979 publicaron “Teoría de las perspectivas: un análisis de la decisión en situaciones de riesgo” y contradijeron a la economía clásica que basa sus modelos en que los seres humanos toman decisiones racionales para maximizar lo que valoran (homo economicus). Tversky y Kahneman demostraron que las personas no piensan en términos absolutos cuando deben tomar decisiones que implican incertidumbre porque piensan en una utilidad esperada tomando como punto de referencia su riqueza actual.
Eso implica que cobran importancia dos sesgos cognitivos para tomar una decisión: la forma en que es presentada la situación o posibilidad y la aversión a la pérdida (el dolor psicológico de perder algo es más fuerte que el placer de ganarlo por lo que tendemos a evitar decisiones que puedan acarrear pérdidas). Nuestro cerebro, en general, no funciona con una lógica de perfección racional aunque la ganancia potencial pudiera ser mayor al riesgo asumible.
En 1993 trabajó junto al científico Eldar Shafir y al profesor Itamar Simonson y publicaron “Elección basada en la razón” donde analizan el papel que cumplen las razones y los argumentos al tomar decisiones. También la existencia de mecanismos de justificación de una elección tanto para sí como para los demás que pueden implicar un modo de ignorar información relevante y caer en diversas manipulaciones. Y otro dato novedoso: las personas van construyendo su decisión en relación al grado de conflicto de la situación, el peso de la incertidumbre, el contexto y sus efectos y las normas existentes. Es decir, van recibiendo información mientras hacen su elección y no con todos los datos prexistentes y consolidados.
Nos quedamos con algunas de sus opiniones que dan para pensar.
“Con demasiada frecuencia somos incapaces de predecir lo que va a ocurrir, pero después explicamos lo que ha ocurrido con gran seguridad. Esta «capacidad» para explicar lo que no podemos predecir, incluso en ausencia de información adicional, representa un fallo importante, aunque sutil, de nuestro razonamiento. Nos lleva a creer que existe un mundo menos incierto de lo que realmente es, y que somos menos brillantes de lo que realmente podríamos ser…”
“Siempre que hay un error simple en el que caen la mayoría de los profanos, hay una versión ligeramente más sofisticada del mismo problema en la que caen los expertos».
En la primavera de 1996 un cáncer de piel pudo más. Los sesgos, la psicología matemática y las contradicciones humanas lo acompañaron desperdigadas.
Salú Amos Tversky! Por mostrarnos algunos espejos de nosotros/as mismos que muchas veces nos cuesta ver y valorar apropiadamente…
Ruben Ruiz
Secretario General