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Efemérides 04 de Febrero – José Pedroni

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El “poeta nacional” de las cosas sencillas y la “pampa gringa”

Un día como hoy pero de 1968 se despedía José Bartolomé Pedroni Fantino, poeta argentino, cantor de la pampa “gringa”, de sus personajes y paisajes, de su ritmo campero, de sus costumbres nacidas en la lejanía, de su adaptación parsimoniosa a la “llanura sin árboles” que los cobijó huyendo de la miseria. Hijo ilustre de Esperanza, su ciudad adoptiva.
Nació en 1899 en Gálvez, provincia de Santa Fe. Octavo hijo de la pareja formada por Felisa Fantino, costurera y modista y Gaspar Pedroni, albañil de cuchara en mano (muratore), inmigrantes piamonteses y colonizadores de una tierra benefactora. Durante las noches leía a su padre las notas del diario italiano que llegaba regularmente a su casa. Su niñez transitaba entre la escuela, el equilibrio sobre los techos y tapiales, las correrías callejeras, la pesca en la laguna sucia y el trabajo de ayudante de albañil junto a su padre (abarajar ladrillos, remover la cal, alcanzar herramientas, limpiar los pisos y, más tarde, levantar paredes). Mixtura de lenguas inmigrantes y pobreza llevada con dignidad.
En 1912 se mudó con su familia a Rosario donde cursó estudios secundarios e idiomas en la Escuela Superior de Comercio. Finalizados los estudios trabajó como tenedor de libros en varias colonias agrícolas. Con los cosecheros aprendió a cantar. En 1920 hizo una publicación, La divina sed que no lo convenció y excluyó de su obra. Ese mismo año se casó con Elena Chautemps con quien tuvo una hija y tres hijos y compartió su vida hasta la última cosecha.
En 1923 se aquerenciaron en la localidad de Esperanza, colonia agrícola situada a cuarenta kilómetros de la capital santafecina, entre Recreo y Humboldt. Ingresó en la contaduría de la empresa de herramientas agrícolas Schneider en la que trabajó 35 años, hasta su jubilación.
Ese año publicó su primer libro: La gota de agua, obra sencilla, de tono campero, íntima, con poemas claros como “Canto a la lluvia”, “A la espera del sol”, “La primera yugada”, “Milón” (el pastor viejo), “Humo”, “Palabras a la ovejita sola”, “Gitana”.
En 1926 publicó Gracia plena donde desgranó una visión más detallada de la vida de campo y de sus personajes con versos de estilo franciscano. Dividido en bloques que hablan por sí solos: Versos a la amiga, Lunario, Vigilia, Figuras, Oraciones panteístas. Con poemas sonoros: “El grano de maíz”, “Agua y viento”, “Maternidad”, “Palabras al hijo por nacer”, “El viejo Aragón”, “Mijai, el guardahilos”, “Mi madre”, “Parábolas del agua”, “Hermano viento”.
Esa publicación llegó a las manos de Leopoldo Lugones quien escribió una nota en el diario “La Nación” exaltando los poemas de Pedroni a quien popularizó como “el hermano luminoso”. Fue un quiebre en su reconocimiento popular. Ya no se trataba solo de Esperanza o Santa Fe.
En 1935 publicó Poemas y palabras, extensión literaria de sus vivencias, amores, sombras y palabras que transitaban a su alrededor. En 1937 dibujó una mirada sobria del mundo femenino con lo visto y vivido en Diez mujeres. Alegorías del amor, del registro de su entorno y de las intenciones juveniles de mujeres y hombres que nunca abandonaron el mundo del silencio por el tironeo pertinaz de la vergüenza. Un atrevimiento para la época.
En 1941 publicó Pan nuestro, el mundo de la fábrica y la oficina, sus personajes, los elementos de trabajo, el salario, los lugares de encuentro después de la jornada laboral, la diversión que ayuda a salir de la alienación cotidiana. Más tarde regresó a su pago chico con “Nueve cantos” con poemas que también sumaría a libros posteriores.
Su experiencia de vida, su sensibilidad social y su búsqueda por una sociedad mejor lo acercaron a la órbita del Partido Comunista en cuyas publicaciones se sucedieron sus poemas y sus opiniones más libres que las expresadas y ejecutadas por los marxistas telúricos y menos contaminadas de la praxis urbana.
En 1956 publicó su obra más apreciada por la crítica y querida por el “mundo gringo”: Monsieur Jaquín. Poemario pleno de orgullo y regocijo que homenajea a los fundadores de la Primera Colonia Agrícola Organizada del país: Esperanza. Personajes reconocibles (hay actitudes que parecen genéticas y perduran en el tiempo) para los que conocimos algunos pueblos y ciudades de Santa Fe y su rio interior de mayor caudal: el Salado.
La figura del carpintero solitario, violinista, poeta y cantor resume un perfil que mixtura trabajo y arte; sintetiza una manera de codearse con la vida en una tierra que no lo vio nacer. La llegada de los “gringos”, el nacimiento de Esperanza, los personajes que se acumulan con descripciones precisas, dramáticas y pintorescas, el contexto geográfico, la situación de los inmigrantes forman un collage de poesías que te llevan de la mano.
Al año siguiente creó un retablo que llamó “Los títeres de Pedro Pedrito” junto a Ricardo Borla con cuyos personajes e historias recorrió los pueblos del interior santafecino durante tres años.
Su obra comprometida con las cuestiones sociales, la paz y nuevos personajes que saltan de la memoria y de los hechos de las luchas gringas como el Grito de Alcorta se fusionan en Cantos del hombre (1960) y se amplifican con la conmoción que le produce la revolución cubana y su gesta inicial que lo llevó a publicar Canto a Cuba una obra que se inicia en la descripción de los sufrimientos del hombre y mujer latinoamericana y que tuvo repercusión continental.
En 1961 publicó La hoja voladora, con una suerte de autorretrato en la introducción que se desliza hacia una semblanza intimista de Domingo Faustino Sarmiento distante de toda grandilocuencia e inmersa en momentos curiosos de su vida más personal.
En 1963 publicó su último libro, El nivel y su lágrima, un orgulloso poemario de su procedencia obrera en la figura de su padre albañil. En sus propias palabras: “Allí canto todas las herramientas del hombre y de la mujer. Tengo debilidad por los utensilios de trabajo: el nivel, la plomada, el compás, la cuchara de albañil, o sea por aquello que representa la civilización manual del hombre”. Poesía cercana, asequible, constante.
La obra de José Pedroni está atravesada por un lenguaje poético profundo y sencillo donde la presencia femenina es permanente en un momento peliagudo para que ello sucediera. Otro aspecto regular es su conexión con el carácter sagrado que le infiere a las personas, la naturaleza, las herramientas de trabajo, las cualidades humanas o el tono local de sus versos que no están anclados en regionalismos sino en la geografía que conoce y en los hechos sociales y políticos que determinan la época y la vida de los lugares. Por último, un rasgo distintivo de su literatura que lo hace siempre contemporáneo: su humanismo.
Sensible, trabajador, culto, tranquilo, de pluma profunda y cercana. Su corazón dejó de latir en un tranquilo verano frente a las costas de Mar del Plata. Las espigas, los pájaros, el humo, el viento, los colonos de manos gastadas y mirada seca y cariñosa lo acompañaron con dolor pero sin aspamento. Ya habían sido retratados tal cual son en sus versos que regaron la tierra gringa.
Salú José Pedroni! Te recordamos con una frase que representa tu trajinar por estos lares revueltos y, a veces, inentendibles: “la honestidad es la primera condición de la estética”.

Ruben Ruiz
Secretario General 


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