La primera mujer que dio la vuelta al mundo
Un día como hoy pero de 1807 se despedía Jeanne Barret, botánica y exploradora científica francesa que superó las barreras imperantes respecto a la prohibición de que las mujeres abordaran naves expedicionarias bajo pena de severas sanciones y se convirtiera en la primera mujer occidental en circunnavegar el globo.
Nació en 1740 en La Comelle, región de Borgoña-Franco Condado. Hija de Jean Barret y Jeanne Pochard una pareja de agricultores pobres. No tuvo educación formal pero adquirió conocimientos rudimentarios de botánica y familiaridad con diferentes mecanismos de la Naturaleza con los que convivía por su trabajo cotidiano en el campo.
Su madre murió cuando ella tenía quince meses y su padre cuando ella tenía quince años. En ese contexto, decidió irse de su casa. Tiempo después comenzó a trabajar en la casa del botánico Philibert Commerson que había quedado viudo y un hijo. Jeanne fue la institutriz del niño e hizo la vez de enfermera dado las afecciones recurrentes que sufría su patrón.
Un misterio es desentrañar cómo logró estar alfabetizada. Unas versiones indican que su madre provenía de los hugonotes (grupo protestante muy ligado a la alfabetización de sus miembros) y otras que Commerson le enseñó a leer y escribir para asistirlo en su trabajo. Al mismo tiempo, la instruyó en botánica y le confió la preparación de los herbarios.
El 1766 Commerson fue nombrado por el rey botánico oficial de la corte francesa y debieron mudarse a París. Ese año le encomendaron a Louis-Antoine de Bougainville organizar el primer viaje de circunvalación de la armada francesa. Creó la Compañía Saint-Malo, obtuvo la autorización para la expedición y contrató al astrónomo Perre-Antoine Vèron y al naturalista Philibert Commerson para secundarlo. Éste último, aceptó el convite con la condición de viajar con un asistente. La condición fue aceptada y el ayudante fue, entonces, Jeanne Baret.
Tuvo que vencer la prohibición contra la presencia femenina en barcos de expedición. Tomó una decisión arriesgada. Se vistió de hombre, se convirtió en “Jean” y confió en su suerte.
La expedición constaba de dos barcos. La nave “Boudeuse” partió desde Brest en septiembre de 1766 con Bougainville a bordo. El buque de carga “L’Étoile” partió desde Rochefort en febrero de 1767 con Commerson y su asistente a bordo. Con la excusa de que debían resguardar el equipo de campo lograron que les asignaran el camarote del capitán que tenía baño privado. Además, Jeanne se forró el pecho con telas, usó indumentaria de varón y realizó las esforzadas tareas arriba del barco a la par del resto de la tripulación.
No obstante, al cruzar el Ecuador, los tripulantes novatos debían someterse al “bautismo” ante el padre Neptuno y sus seguidores (desnudarse, introducirse en un estanque fétido, ser golpeados con los remos y pintados de verde). Jeanne fue el único tripulante novato que no se desnudó. Las sospechas de la tripulación crecían sumado a que no nunca se lo veía en el baño.
A mediados de 1767 las dos naves se encontraron en Rio de Janeiro. Commerson sufría de constantes mareos y tenía una úlcera varicosa en la pierna que le impedía moverse libremente por lo que Baret destinaba parte de su tiempo en asistirlo. Fue así que los “botánicos” fueron confinados al camarote. No obstante, habían podido recolectar muestras de una vid en flor que llamaron “boungavilla”. Además, en un episodio confuso, el capitán del “L’Étoile” había sido asesinado en tierra. La expedición continuó con cierta tensión y llegó a Montevideo. Los “botánicos” fueron liberados y retomaron sus tareas científicas en llanuras y sierras cercanas. Baret detectaba, recogía y organizaba las plantas y moluscos y se las presentaba a Commerson. Una especie clave fue la cochinilla carmín muy apreciada y costosa por su colorante.
El siguiente destino fueron las Islas Malvinas que traspasaron oficialmente a los españoles. En el documento de entrega, Bougainville aceptó que su establecimiento previo en Port Luis (Puerto Soledad) era ilegítimo y que fue construido en las islas pertenecientes a España. Tras la firma, el brigadier Felipe Ruiz Puente asumió como primer administrador español en Islas Malvinas, cuya dependencia administrativa era la Capitanía General de Buenos Aires.
La travesía continuó hacia el estrecho de Magallanes que atravesaron hacia el Pacífico. En el trayecto desembarcaron varias veces en las costas patagónicas y estuvieron custodiados por ballenas, pingüinos, focas, albatros y petreles, delfines y elefantes marinos del sur. Espectáculo novedoso acompañado de la bioluminiscencia marina, una neblina lechosa en la superficie del océano que lo ilumina hasta el horizonte.
En marzo de 1768 llegaron a las islas Tuamotu y unos días después a Tahití (que denominaron Nueva Citera y reclamaron como dominio francés). Según relatos de algunos sobrevivientes al llegar un grupo de tahitianas rodearon a los hombres y otro de tahitianos a Baret evidenciando que era mujer. Fue trasladada al barco inmediatamente para evitar situaciones violentas. Otros aseguran que fue en Nueva Irlanda (frente a la actual Papúa-Nueva Guinea) en un episodio similar. En cualquier caso, la confirmación agregó motivos de tensión entre la tripulación.
En mérito al esforzado trabajo de Baret durante la expedición, al minucioso trabajo de recolección de especies que había realizado en cada lugar visitado y la contribución científica que significaba, Bougainville no la procesó ni la detuvo.
La travesía continuó. Descubrieron la mayor parte de las Islas de los Navegantes (actual Samoa), bordearon las islas Salomón, se aprovisionaron en las Islas de las Especias (actual Molucas), cruzaron el Océano Índico y llegaron a la Isla de Francia (actual Mauricio).
Allí, Commerson se anotició que el gobernador era su amigo y colega Pierre Poivre. Esa vieja amistad y la exigencia de la tripulación para expulsar a su “compañera de viaje” encajaron para que él y Baret se quedaran en la isla y el resto de la expedición continuara. Sus exploraciones científicas viraron hacia la isla de Borbón y Madagascar. En 1773 Commerson falleció y Jeanne Baret comenzó una vida independiente. Le concedieron una propiedad, abrió una taberna-cabaret en Port Luis (capital de la isla Mauricio) e incursionó en otras empresas comerciales.
Conoció al oficial naval Jean Dubernat y en 1774 se casaron. Esa unión le permitió volver a Francia en 1776. Llegó a territorio galo con 30 cajas selladas en la que había 6.000 especies de plantas, entre las cuales había inventariado 3.000 nuevas provenientes de Brasil, el sur de la Patagonia, el estrecho de Magallanes, Tahití, Madagascar y Mauricio que aún se conservan en el Museo de Historia Natural de Paris. Esfuerzo, paciencia, dedicación y talento para el registro.
Además, reclamó ante el fiscal general su parte de la herencia que había dejado Commerson con la siguiente cláusula: “…en caso de su muerte y la supervivencia de Baret, se le debería dar un año en su apartamento compartido en París para organizar sus colecciones de historia natural, incluidas las gavillas de especímenes de plantas prensadas que había estado reuniendo desde que era un adolescente”. La justicia concluyó que así debía procederse. En 1785, el Ministerio de Marina concedió a Baret una pensión de 200 libras al año por la importancia del trabajo científico realizado en condiciones poco habituales y riesgosas.
En el verano de 1807 su viaje se detuvo en Saint-Aulaye, una localidad en la región cercana a Burdeos. Su figura estuvo invisibilizada hasta que en 2010 la escritora y filósofa estadounidense Glynis Ridley escribió su biografía y el biólogo Eric Tepe definió con el nombre de Solanum baretiae a una especie sudamericana del mismo género que la papa, el tomate y la berenjena.
Salú Jeanne Baret! Por tu espíritu aventurero e investigador, por tu aporte a la botánica y la biología y tu audacia para permanecer con la “máscara” de varón ante todos los riesgos.
Ruben Ruiz
Secretario General