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Efemérides 06 de Octubre

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José Podestá

Un día como hoy pero de 1858 nacía José Podestá, actor rioplatense, considerado junto a sus hermanos iniciadores del Circo Criollo. En honor a su natalicio se conmemora el Día del Circo y del Teatro Nacional Rioplatense. Podestá era buen jinete, buen actor, cantor, guitarrero, y sumamente carismático. Un todoterreno.
Hijo de dos inmigrantes genoveses -Pedro Podestá y María Teresa Torterolo- que se conocieron y se casaron en Montevideo. En 1846 se asientan en Buenos Aires y abren una pulpería en el barrio de San Telmo. Nacen Luis y Gerónimo. Pero con el triunfo unitario en Caseros vuelven a la capital uruguaya donde nacen José y otros 6 hermanos/as. Durante su infancia, José, replicaba con sus hermanos y amigos algunas pruebas que veían en los circos que se acercaban a la ciudad. Simultáneamente, estudiaba música en la Banda Municipal.
En 1873, fundó un pequeño circo en el barrio Sur, de Montevideo. Tuvieron un éxito aceptable y comenzaron a realizar funciones a la gorra; al tiempo, fundó la Cooperativa Juventud Unida con la que desarrolló actuaciones pagas o a beneficio. En 1875 ocurrió un hecho trágico y decisivo. En el circo Henault, el trapecista catalán Enrique Caballé falleció en plena función a causa de una caída. José Podestá lo reemplazó con aplomo y soltura. Le pagaron 25 pesos, casa y comida. No dudó que su futuro estaría emparentado con la actuación. En 1877, José y sus hermanos conocieron a Pablo Rafetto quien los contrató en su compañía para actuar como bailarines de cuadrilla en el Teatro Solís.
Más tarde, trabajaron en el Circo 18 de Julio en un galpón que ellos mismos alquilaban. La entrada valía $1 pero colocaron una bandeja en la entrada donde el público colaboraba a voluntad. Con el dinero recaudado formaron su primera empresa: el Circo Arena. Realizaron funciones en Montevideo y en varias otras ciudades, pero el emprendimiento fracasó. Entonces, decidieron emigrar a Buenos Aires. A los pocos días, comenzaron a trabajar con la compañía Rosso-Podestá y se instalaron en el Jardín Florida (Florida y Paraguay) de Buenos Aires. Realizaron 11 funciones con éxito, pero la asonada mitrista de 1880 los devolvió a Montevideo.
Los recontrató Rafetto para realizar funciones en el interior de Uruguay y, posteriormente, el Circo Chiarini para actuar como pruebistas en Colonia. Allí José, debió reemplazar a un payaso enfermo y creó el personaje que lo catapulta a la fama: Pepino el 88. Su disfraz consistió en unas sábanas con cuatro lunares negros que fueron aplicados de tal manera que simularan dos ochos.
Creó el clown criollo, diferente a los vistos hasta ese momento. Fue un payaso para adultos. Con recitados de textos gauchescos y cantos de estilo. Con chistes satíricos, con situaciones cotidianas exageradas que finalizan en fuertes críticas a los políticos y funcionarios. Fue el antecedente de grandes humoristas que trabajaron esa veta artística como Parravicini, Pepe Arias, Dringue Farías, Adolfo Stray, Pepe Biondi, José Marrone, Enrique Pinti o Tato Bores. Populares, sarcásticos, incisivos.
Retornaron a Buenos Aires y trabajaron en el circo Humberto 1º, donde hoy se encuentra el Departamento Central de Policía. Hacían el famoso número de trapecio doble “El vuelo de los cóndores” y fueron integrantes de la troupe de malabaristas, forzudos y payasos que recorrieron con su carpa itinerante las provincias de Santa Fe, Córdoba y Buenos Aires. En paralelo, ocurrió otra historia que tendría relevancia en la vida de los Podestá. Los dueños del Teatro Politeama, los hermanos Carlo, convencieron a Eduardo Gutiérrez de hacer una recreación de su obra Juan Moreira. Solo había un inconveniente; no tenían un actor para que desempañara el papel. La solución se llamó: José Podestá. La recreación con mímica tuvo un éxito tremendo, pero solo tuvo 13 funciones por compromisos adquiridos con anterioridad para realizar actuaciones en Brasil.
Había nacido el teatro nacional. Con un personaje cercano a los habitantes del campo argentino pero que también interpelaba cada vez más a muchos habitantes de la ciudad, con un lenguaje conocido, con situaciones pertinentes donde aparecen el mate, el asado, el caballo, los juegos de naipes.
A la vuelta de su gira brasileña los hermanos Podestá formaron una nueva compañía con un cuñado, el trapecista Alejandro Scotti; compraron el pabellón del Teatro Argentinos de La Plata donde debutaron en enero de 1885 y realizaron una gira por los pueblos y ciudades de la provincia de Buenos Aires. En marzo de 1886 estando en Arrecifes, ya sin repertorio, decidieron volver a interpretar Juan Moreira con un notable éxito. De regreso al hotel, su dueño, el francés León Beaupuy les sugirió que debían ponerle voz a la mímica: “…el día que ustedes hablen este drama habrán realizado una de las más ponderables obras teatrales”, les dijo. José Podestá tomó la sugerencia, trabajó sobre los textos y el 10 de abril la estrenaron en Chivilcoy con la mueva modalidad. Nuevamente, éxito rotundo.
Luego de presentarla en la provincia de Buenos Aires, Santa Fe y Rosario, la estrenaron en la ciudad de Buenos Aires (en la esquina de Piedras y Carlos Calvo) y no pararon de realizar funciones. Como buen representante circense, tuvo momentos para el amor. En 1883 José Podestá se casó en Rosario con Baldomera Arias, actriz y acróbata, con quien tuvo 8 hijas/os: Aída, Aurelia, Zulma, Ricardo, Argentino, Elsa, María Luisa y Cira. Continuó la costumbre de familia itinerante.
En 1890 recreó la versión de Martín Fierro y Juan Cuello, escrita por Elías Regules y comenzó a despuntar un personaje que haría historia y quedaría en el habla popular: Antonio Cocoliche. Fue una imitación de Celestino Petray sobre un peón calabrés que trabajaba en la compañía de los Podestá, cuyo idioma era una mezcla de criollo e italiano. Simbolizó el momento en que el inmigrante -aunque motivo de burla- fue tomado en cuenta por el argentino y se incorporó a la vida de la ciudad.
El circo criollo representado por los Podestá significó el acercamiento definitivo del teatro con el imaginario popular, que hasta ese momento no representaban las obras para la élite. Los paisanos escucharon textos cercanos, los espectadores se vieron reflejados en las escenas, se evocó la figura gauchesca de Juan Moreira que representó una reivindicación y, a la vez, la aceptación del final de esa figura emblemática que habitó los campos.
Anticipó la integración del criollo y el inmigrante con su nudo conflictivo, burlesco y de aceptación final. Incorporó en el tablado a los payadores, claro antecedente del tango canción, y recreó a personajes como Santos Vega y al opositor a enlistarse en la milicia, de la obra Calandria, de Martiniano Leguizamón. El picadero y los tablados incorporaron al pueblo masivamente. Fue hilo conductor hacia su derivación natural: el sainete porteño. El gringo, el compadrito, el lunfardo, el tango…
Gracias José!! Por llevar la risa y el drama hacia el centro, el suburbio y el campo con la misma simpleza y profundidad. Por crear el teatro popular desde la mímica ritual, el idioma de todos, la risa intacta, el llanto sincero.

Ruben Ruiz
Secretario General 


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