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Efemérides 07 de Junio – Alan Turing

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Uno de los padres de la computación moderna y precursor de la inteligencia artificial

Un día como hoy pero de 1954 se despedía Alan Mathison Turing, matemático, lógico, teórico informático, criptógrafo, filósofo, profesor universitario y biólogo británico que sentó las bases de la ciencia de la computación, creó los prototipos de las actuales computadoras y dirigió el equipo de inteligencia que descifró los mensajes codificados que utilizaba la marina nazi para interceptar y hundir con sus submarinos a los barcos mercantes y militares aliados.
Nació en 1912 en Paddington, barrio del centro de Londres. Hijo de Julius Mathison Turing, funcionario del Servicio Civil Indio perteneciente al gobierno colonial británico y de Ethel Sara Stoney, integrante de una familia de la nobleza protestante angloirlandesa. El trabajo de su padre implicó que la familia realizara recurrentes viajes al continente asiático. Él y su hermano mayor quedaron a cargo de un coronel retirado y su esposa que vivían en la ciudad de St. Leonard-on-Sea, en el condado de Sussex. Sus estudios primarios los cursó en la preparatoria Hazelhurst, una escuela independiente en esa ciudad del sureste de Inglaterra.
En 1926 ingresó en el internado de Sherborne en Dorset, suroeste de Inglaterra. Su inclinación por las ciencias le trajo algunos problemas en esta institución volcada fundamentalmente al estudio de los clásicos. Allí conoció a Christopher Morcom quien sería su gran amigo y compinche en las clases de matemáticas y física.
Finalmente, se enamoró de él. Pero la tragedia se atravesó. Morcom murió en 1930 como consecuencia de haberse infectado de tuberculosis bovina. Sus creencias religiosas se desmoronaron y se convirtió en ateo. A duras penas terminó sus estudios secundarios y se inscribió en el King’s College, de la Universidad de Cambridge donde se graduó de licenciado en Matemáticas en 1934. En 1935 fue nombrado profesor del King’s College.
Se sumergió en el estudio del llamado “problema de decisión” que planteaba el desafío de encontrar un algoritmo general para resolver si una fórmula de cálculo de primer orden es un teorema. El problema existía desde el siglo XVII y la lógica no lo había podido responder.
Turing escribió un artículo que revolucionó la lógica: Acerca de los números computables, con una aplicación al problema de decisión, en el que junto al lógico Alonzo Church demostraron que era imposible escribir tal algoritmo. Su consecuencia práctica fue la imposibilidad de decidir con un algoritmo general si ciertas frases concretas de la aritmética son ciertas o falsas.
Nacía la “máquina de Turing”, unos dispositivos simples que reemplazaron al lenguaje formal universal y que adaptadas, posteriormente, permitieron simular la lógica de cualquier algoritmo en las computadoras y explicar las funciones de una PCU. Era un dispositivo completamente hipotético que resolvía cualquier cosa calculable en algoritmos. Una ficción matemática que hoy es considerada como el prototipo teórico de la computadora digital.
En 1937 se trasladó a EE UU e ingresó a la universidad de Princeton donde se especializó en criptología, alcanzó el doctorado y se codeó con Einstein y Gödel. En su tesis incorporó el concepto de hipercomputación, un sistema que iba a permitir la resolución de problemas que carecían de una solución algorítmica. Nacía el concepto de máquinas Oracle. A finales de 1938 regresó a Gran Bretaña, comenzó a trabajar en el servicio oficial británico, renovó su beca en el King’s College y se sumergió en el mundo de los fundamentos filosóficos de las matemáticas.
El 3 de septiembre de 1939 comenzó la Segunda Guerra Mundial. Al día siguiente, Turing fue trasladado al edificio de inteligencia militar de Bletchley Park, conocida como Station X, donde funcionaba la Escuela Gubernamental de Código y Cifrado. Su misión fue dirigir un equipo de criptógrafos encargado de descifrar los códigos de la máquina Enigma de la marina alemana.
Efectivamente, los nazis habían desarrollado un método rotatorio de comunicaciones basado en el sistema morse mediante esa máquina en la que, cada vez que se pulsaba una letra, era sustituida por otra mediante el uso de rotores internos. Ese sistema permitía generar más de diez mil billones de configuraciones distintas y gracias al carácter portátil de la máquina, los operadores podían estar ubicados en los puestos de mando militar, en el interior de los tanques, submarinos, bombardeos, etc. Una ventaja militar que hacía crujir la logística de los aliados.
Turing y su equipo trabajaron con ecuaciones y cálculos que permitieron detectar parte del funcionamiento del sistema enemigo pero no, descifrarlo. Entonces tomó la decisión de construir una máquina que pudiese descubrir, procesar y contrarrestar el método nazi. Así nació “Bombe”, un artefacto con el que consiguieron descifrar las comunicaciones alemanas.
Lograron eliminar gran cantidad de claves enigma. Cada combinación que descubrían era confrontada con una cadena de deducciones lógicas. Ese método permitía detectar contradicciones y desechar combinaciones. Al principio, interceptaron y descifraron 40.000 mensajes. Al mes, alcanzaron el doble de esa cifra y al año decodificaban dos mensajes por minuto. Esa victoria en la guerra del éter y del mundo del conocimiento aplicado, redujo considerablemente el tiempo de la confrontación militar y salvó millones de vidas.
Al finalizar la contienda mundial, Turing trabajó en Hanslope Park en un proyecto de encriptación de voz llamado Delilah. Meses después, se incorporó al Laboratorio Nacional de Física, en Teddington, que diseñó y construyó una máquina electrónica digital de cálculo automático y propósito general: la Pilot ACE, dotada de una alta capacidad de memoria (alcanzó una capacidad similar a la de los Macintosh de Apple comercializados en 1984) y programa interno, que se ejecutó años más tarde por problemas presupuestarios. En 1948, se incorporó a la Universidad de Manchester, donde organizó un laboratorio dedicado a la fabricación de computadoras con fines científicos y creó la Manchester Mark I que fue perfeccionada con la Ferranti Mark I, en la que se introdujo una de las primeras redes neuronales artificiales según el modelo matemático de McCulloch y Pitts que hoy domina el concepto de la inteligencia artificial.
En 1950, Turing publicó el artículo “Computing Machinery and Intelligence” en la revista británica de temas filosóficos Mind, en el que inscribió una pregunta parteaguas: ¿las máquinas pueden pensar? Nacía la filosofía de la inteligencia artificial. Para ello, presentó su famoso test para determinar si una máquina digital podía pensar o lograba simular el pensamiento humano. Era un “juego de imitación” en el cual un interrogador debía descubrir a una máquina entre dos personas o más. Para asemejarlo a la inteligencia humana agregó un elemento aleatorio y un método de aprendizaje. Si la máquina era capaz de responder con inteligencia y engañaba al interrogador, era evidente que sus respuestas podían ser indistinguibles de las de un ser humano.
No obstante, Turing no planteó que las máquinas digitales pensaran al estilo humano ni que duplicaran el comportamiento neuronal y, si bien sostenía que el cerebro funciona como una computadora, no postulaba que el razonamiento algorítmico se igualaba al cerebral. Abrió una discusión que sigue hasta la actualidad y que, en la práctica, avanza con pasos contradictorios.
También trabajó en desarrollos cibernéticos y en biología matemática, específicamente en la morfogénesis (proceso biológico que lleva a un organismo a desarrollar su forma) utilizando ecuaciones para entender la formación de patrones en el campo de biología del desarrollo.
En 1952 su vida se desbarrancó por el oscurantismo social y el atavismo cultural. Fue acusado por su condición de homosexual y juzgado por esa causa (la homosexualidad estuvo totalmente penada en Gran Bretaña hasta 1967). No se defendió porque estaba convencido de que no había razones para culparlo. Fue condenado y tuvo que elegir entre la cárcel y la castración química. Optó por la segunda alternativa. Las inyecciones de estrógeno devastaron su cuerpo y en 1954 falleció producto de un envenenamiento por cianuro que la justicia, sospechosamente, catalogó como suicidio.
Salú Alan Turning!! Por tu sabiduría anticipatoria, por tu aporte para frenar a la bestia parda y disculpas por la ignorancia de una parte de la sociedad británica que te llevó puesto.

Ruben Ruiz
Secretario General 


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