Simone de Beauvoir
Un día como hoy pero de 1908 nacía Simone de Beauvoir, escritora, filósofa, profesora, pionera del feminismo contemporáneo.
Nació en París en el seno de una familia burguesa y católica que se fue derrumbando económicamente por decisiones erróneas tomadas por su abuelo materno y, tangencialmente, por su padre. La quiebra familiar derivó en que Simone y su familia tuvieran que mudarse a un oscuro departamento en un quinto piso sin ascensor. Pero lo peor fue la depresión en cayó su padre -que buscó una salida en el alcohol- y la vergüenza que sintió su madre por la situación. El deterioro en la relación entre sus padres fue marcado y el maltrato creciente.
A los cinco años ingresó en el colegio Cours Désir y se recibió de bachiller a los 17 años. En su adolescencia tomó dos decisiones relevantes para su vida: ser escritora y alejarse de la fe católica declarándose atea convencida. Decisiones que mantuvo inalterables el resto de su vida.
Su preparación educativa fue exhaustiva. Estudió matemáticas en el Instituto Católico de París y literatura y lenguajes en el Instituto Santa María de París. Tuvo una base filosófica sólida y variada aprendida en esos institutos: filosofía medieval, Descartes, Rousseau, Kant.
Ingresó a la Escuela Normal Superior de París en la que se preparó para rendir los exámenes nacionales de clasificación de estudiantes, obligatorios para ingresar al mundo universitario. Allí conoció a Jean Paul Sartre, su amigo íntimo y amor necesario durante más de 50 años. Ingresó a la Sorbona y comenzó su consolidación académica. Al año obtuvo los títulos correspondientes para enseñar literatura, filosofía, latín antiguo, griego clásico y matemática. Al año siguiente, el certificado de filosofía general. Finalmente, en 1929, se recibió de licenciada en Letras. Fue la mujer más joven en alcanzar ese título y la novena en obtener un grado de educación superior en esa alta casa de estudios.
Luego de ser profesora agregada de filosofía, postuló para la titularidad. Ganó el concurso y fue destinada a Marsella. Mientras tanto su pareja sin cama adentro, Jean Paul Sartre, era destinado a Le Havre, a cientos de kilómetros, lo que produjo cierta desazón en de Beauvoir. Una posibilidad de tener destinos profesionales comunes era casarse. Pero ella rechazó ese camino.
Simone y Jean Paul decidieron mantener su relación amorosa pero no convivir bajo el mismo techo, no tener hijos y mantener una pareja abierta en la que ambos pudieran tener relaciones contingentes con otras personas. Fue una decisión y una práctica que sostuvieron siempre, a pesar de las tensiones o conflictos que debieron superar.
Simone fue trasladada a Ruan y, antes de la Segunda Guerra Mundial, ambos fueron transferidos a París. Durante la ocupación alemana trabajó para la Radio Libre francesa (Radio Vichy) colaborando con la Resistencia. En 1943 publicó La invitada en la que relató con nombres ficticios la relación que mantenía la pareja con Olga, una ex alumna de Simone, y sus opiniones sobre la conciencia de esa relación triple y su potencial reciprocidad.
Las consecuencias inmediatas fueron dos: un éxito editorial arrollador y la suspensión en su puesto de profesora ante una denuncia en el Liceo Molière de supuesta incitación a la perversión de menores. Al finalizar la guerra fue restituida a su puesto de profesora.
En 1945 publicó La sangre de los otros en donde, a través de un personaje burgués en contradicción con su origen, volcado a la lucha sindical y en la Resistencia, aborda temas tan álgidos como la existencia individual, el compromiso colectivo, el conflicto entre lo ético y lo político, los propios límites ante situaciones contradictorias, la ambigüedad moral.
Poco después, junto Raymond Aron, el propio Sartre, Boris Vian, Michel Leiris y otros intelectuales de izquierda, fundó Les Temps Modernes, revista icónica de literatura contemporánea que se editó hasta 2018. Una recopilación de sus escritos en la revista sobre defensa del existencialismo la plasmó en forma clara y accesible en el libro El existencialismo y la sabiduría de los pueblos. Continuó con su producción y comenzó sus periplos por el mundo (China, Rusia, EE UU, Vietnam). En EE UU publicó dos obras en las que desgranó sus opiniones sobre lo que vio y vivió en ese país: América al día y Norteamérica al desnudo. Una descripción aplicable a muchos aspectos de su actual realidad.
En 1949 publicó El segundo sexo obra en la que planteó los fundamentos del feminismo existencialista y los conceptos de sexo y género. Obra que rompió el molde. En Francia, las mujeres eran equiparadas legalmente a los menores de edad hasta 1938; luego de la guerra sufrieron una enorme presión para ser madres y esposas como primera -y casi única- responsabilidad; no pudieron trabajar por un salario ni tener cuenta bancaria sin autorización de los maridos hasta 1968. En ese contexto, salió a la venta este libro providencial.
Se plantó desde la idea de que del ser humano puede construirse y decidir, construye su propio destino, no hay predeterminación divina ni terrenal. Deconstruyó el concepto de “mujer”, desmitificó el concepto de “lo femenino” y afirmó que era una construcción social, no algo esencial, implícito. Su frase demoledora y polémica fue “No se nace mujer, se llega a serlo». Y se desató la polémica. Nadie quedó al margen. El Vaticano prohibió su libro, la derecha francesa se escandalizó y varios intelectuales de izquierda también. Sacudió la modorra intelectual de decenas de años.
En 1954 publicó Los Mandarines, ambientada en la posguerra. Transitaba la ambigüedad y el desencanto que producía en ciertos intelectuales la incertidumbre de los tiempos futuros y la influencia política e ideológica que los condicionaba. El reconocimiento fue inmediato y unánime.
Después de varias décadas, el Movimiento Francés de Liberación de las Mujeres y Beauvoir acercaron posiciones y en 1971 conformaron el movimiento Choisir (Elegir) para luchar por el derecho al aborto legal y gratuito. El puntapié inicial fue una carta pública conocida como “Manifiesto de las 343”, entre las que estaban Marguerite Duras, Gisèle Halimi, Françoise Sagan, Jeanne Moreau y Agnes Vardà, donde 343 mujeres reconocían haber abortado en forma clandestina. La respuesta social a favor del reclamo fue creciendo y en 1975 lograron la aprobación por ley del aborto legal y gratuito.
En 1970 escribió La vejez en la que subrayó críticamente que la vejez es más negada que la muerte. Describió con profundidad y furia las diferentes estrategias del poder para obviar la existencia de quienes ya no son parte de la producción de bienes y, también, señaló la negación de una parte importante de la sociedad.
Otro cimbronazo social ante un tema tabú que Simone llamó por su nombre.
Impecable cuando aseveraste que el “problema” de las mujeres, en realidad, es un “problema” de los hombres, notable cuando develaste la complicidad de los mitos, las religiones, las costumbres y el peso de las civilizaciones para limitar la autonomía vital de las mujeres, campeona para introducir en la discusión pública algunos temas cuyo daño todos conocemos pero preferimos esquivar.
Salú Simone! Porque viviste como escribiste, porque escribiste para ser entendida, porque entendiste el valor de la libertad individual y la lucha colectiva y los aplicaste, porque rompiste el molde en momentos de desasosiego y miedos varios. Gracias por tu coraje y sabiduría.
Ruben Ruiz
Secretario General