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Efemérides 10 de Septiembre – Nelly Omar

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La voz diferente

Un día como hoy pero de 1911 nacía Nilda Elvira Vattuone, cantante, compositora y actriz argentina de tango y folclore. Talentosa, rebelde, pasional. La cantora nacional.
Nació en la estancia “La agradecida”, del pueblo Bonifacio, partido de Guaminí, en la provincia de Buenos Aires. Fue una de las nueve hijas/os de la criolla Salustiana Pesoa y del genovés Marcos Vattuone, capataz de la estancia, guitarrero consumado y amigo de Carlos Gardel.
A temprana edad se mudó con su familia a Guaminí. Primera infancia campera y rodeada de trabajo rural y música siempre cercana. La muerte de su padre cambio su suerte. A los once años se mudaron a Buenos Aires y ahora la rodeaba la pobreza. A los doce ingresó a una fábrica textil como aprendiz en una máquina de medias cuyas agujas tenía que enganchar en el tejido de los talones. Se necesitaba buena vista y rapidez. Bancó la parada y ayudó a la economía de su familia numerosa.
Asistía a una escuela en El Palomar donde realizó algunas actuaciones, cantó en algunos festivales en el barrio. Una noche descolló en un festival a beneficio del Club Colegiales. Entre los presentes se encontraba el dueño del cine-teatro Argos de Federico Lacroze y Álvarez Thomas, que no dudó en contratarla y así comenzó sus actuaciones en el Argos.
Su voz era distinta. Ignacio Corsini también la escuchó y le propuso que se probara en la radio. Tenía 17 años y podía subir un escalón en su carrera. Cantó en audiciones de Radio Splendid, Mayo y Rivadavia. Se animó y realizó una nueva prueba a cargo del violonchelista Miguel Deledicque. Eligió el tema “A mi madre”. Fue impactante. Aprobó y se integró al conjunto “Cenizas del fogón”.
Al mismo tiempo, cantaba a dúo con su hermana Nélida. Interpretaban milongas, estilos, canciones camperas. Y tomó una decisión. Adoptó el nombre de su hermana para presentarse artísticamente. Su hermana aceptó. Se ocultaba Nilda y aparecía Nelly. Se hizo cargo de los tangos del repertorio.
Más tarde, integró el elenco de “Cuadros argentinos”, un radioteatro que se transmitía por radio Stentor y que luego se replicaba en los barrios y ciudades de otras provincias. Ese elenco estaba dirigido por los hermanos Navarrine y Carlos Molina, de quien se enamoró y con quien se casó en 1935. Un grave error. Nunca fue feliz y se separó tras ocho años de matrimonio.
En 1937 su popularidad creció al ganar el “Gran Plebiscito Radiotelefónico” de la revista Caras y Caretas. Su siguiente estación fue Radio Belgrano en donde encabezó los horarios centrales y le permitió realizar giras en varias ciudades de la Argentina. Sus guiones radiofónicos eran escritos por Enrique Cadícamo y el poeta Homero Manzi, con quien mantuvo una prolongada y turbulenta relación (más que amigos, menos que pareja). Probablemente, la letra de “Ninguna” sea un homenaje del poeta hacia ella.
Sus éxitos no se detenían. Sus más populares interpretaciones: “Callecita mía”, “Solo para ti”, “Latido tras latido” e “Intriga y pasión”. Ya era “La voz dramática del tango”. Su pueblo la había adoptado. Eran destacables su dicción impecable, su exacta afinación, su fraseo personal, su perfecta técnica vocal, su repertorio que impactaba en el gusto popular y ese ingreso al tango desde la música campera con su sólida base de guitarras.
También tuvo una breve carrera cinematográfica que inauguró con Canto de amor dirigida por Julio Irigoyen y Melodías de América de Eduardo Morera.
Finalmente, en 1946 logró superar los prejuicios de los productores discográficos hacia las cantantes de tango y grabó su primera obra. Fue importante la ayuda de Francisco Canaro para que la compañía Odeón aceptara. Registró diez temas memorables: “Adiós pampa mía”, “Canción desesperada”, “El morocho y el oriental”, “Rosa de otoño”, “Sentimiento gaucho”, “Sus ojos se cerraron”, “Déjame, no quiere verte nunca más”, “La canción de Buenos Aires”, “Desde el alma” y “Nobleza de arrabal”.
Consolidó su estilo con temas como “Tristeza criolla”, “Las cosas que no te dije”, “Barrio pobre”, “Derecho viejo”, “Santa milonguita”, “El estrellero”, “Mano blanca” o “Del tiempo de la morocha”
Su actuación pública no estaba solo emparentada con la música. Era una de las caras visibles del peronismo en la cultura. Muy cercana a Evita, participó en muchos actos gubernamentales y compuso la milonga “La descamisada” (que se transformó en un himno) y la marcha “Ese pueblo”. Era una participación emocional más que partidaria, según sus propios dichos: “Yo nunca fui política, participaba porque era peronista, de Perón y Evita”.
Pero llegó el golpe de estado del ’55 y se había comprado todos los números de la rifa. Allanaron su casa, la proscribieron en la radio y la televisión y le impidieron trabajar. Sólo alcanzó a realizar una presentación en un local de Avenida de Mayo al 800 y cantar en la cantina de “Forastiero”. Acompañó en ese raid de censuras a otras figuras como Tita Merello, Sabina Olmos, Fanny Navarro y Antonio Tormo, entre otros.
Sin empleo ni posibilidades de subsistir, se exilió en Montevideo donde la ayudó Tita y, luego, se afincó un año en Venezuela. Allí conoció al folclorista Aníbal Cufré con quien mantuvo una relación de pareja hasta su repentina muerte.
Retornó a la Argentina en la década del ’60 y realizó actuaciones esporádicas hasta que en 1972 retomó plenamente su carrera artística de la mano de los guitarristas Roberto Grela y José Canet y en la década del ’80 con la orquesta de Alberto Di Paulo. Compuso valses como “A Guaminí”, “Misterio y Canción”, “Las cuatro respuestas”, la milonga “Como el clavel y la rosa” o el tango “Casualidad y amor”, entre otras.
En 1987 grabó un compacto en el que incluyó “Comme il faut” de Eduardo Arolas y “La piel de Vivir” y “Por la luz que me alumbra”, con letras de quien fuera su último compañero, Héctor Oviedo, director de la revista “Tango XXI”. Lo había conocido en 1993 con 82 años. En 2011 festejó sus cien años con un recital a toda orquesta en el Luna Park. Todavía tenía una voz envidiable.
Dos años después su voz se apagó. Quedaron solitarios esos tangos malevos y tristongos, esas milongas telúricas, esos valses sensuales. Sus guitarras compañeras derramaron una lágrima.
Salú Nelly Omar! Por tus interpretaciones cercanas, tu coraje para enfrentar situaciones bravas, tu voz afinada y atemporal. Una invitada especial a nuestra popular imaginaria…

Ruben Ruiz
Secretario General 


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