Triunfo electoral del FREJULI
Un día como hoy pero de 1973 el pueblo argentino desalojaba del poder a la dictadura con una contundente demostración de ciudadanía. El 86% de los electores (12 millones de personas) votaron en esa elección que ganó el FREJULI con el 49,5% los votos y que permitió a Héctor J. Cámpora ser el nuevo presidente y que Vicente Solano Lima fuera vicepresidente.
Fue la primera elección presidencial después de 1951 en las que pudo participar el Partido Justicialista, proscripto desde el golpe de 1955. La votación fue contundente:
FREJULI (Cámpora-Solano Lima), 6.000.000 de votos (49,5%)
UCR (Balbín-Gamond), 2.500.000 votos (21%)
APF (Manrique – M. Raymonda), 1.800.000 votos (14,90)
APR (Alende – Sueldo), 900.000 votos (7,5%)
Otros cinco candidatos, 800.000 votos (7%)
Las primeras cuatro fórmulas acapararon el 93% de los votos y la mayoría de la representación parlamentaria. El FREJULI ganó todas las gobernaciones, salvo, Neuquén (Mov. Popular Neuquino) y Santa Fe (Mov. de Integración y Desarrollo). Fue una marea de votos, homogénea en todo el país y con una gran participación popular.
Atrás habían quedado el golpe de estado de 1955, los fusilamientos públicos de junio de 1956 y los clandestinos perpetrados en José León Suárez, el acuerdo de Arturo Frondizi con el peronismo para ganar las elecciones y su posterior incumplimiento, el inicio del desmantelamiento de los ferrocarriles y el Plan Conintes, el golpe de estado contra el mismo Frondizi, las elecciones de 1963 con el peronismo proscripto, el masivo voto en blanco, el nuevo golpe de estado de 1966 contra el gobierno de Arturo Ilia, la noche de los bastones largos, el exilio de una generación de científicos e intelectuales, las centenares de huelgas y conflictos por mejores salarios y contra los despidos, los Rosariazos, el Cordobazo, el Mendozazo, el Tucumanazo, el Correntinazo y todas las revueltas en pueblos y ciudades contra las dictaduras, la CGT de los Argentinos, el nacimiento de las organizaciones armadas, el fracasado y perverso Gran Acuerdo Nacional de Lanusse, la vuelta fugaz del general Perón el 17 de noviembre de 1972, la cláusula de residencia restrictiva para que Perón no se pudiera presentar a las elecciones.
Y llegó el día. Ese 11 de marzo había entusiasmo. Desde temprano las colas de votación eran largas. Se notaba que la gente quería elegir a sus gobernantes y sacarse la dictadura de encima. Los que no podíamos votar acompañábamos a los más grandes que llevaban los documentos como si fueran un tesoro. No entendíamos muy bien que significaba elegir presidente, vicepresidente, senadores, diputados, concejales, consejeros escolares. Pero parecía algo muy bueno y sanador. Pasado el mediodía había votado un montón de gente. Igualmente, había una calma rara.
A las seis de la tarde terminó la votación. En muchos lugares el resultado era cantado. Los vecinos se saludaban aunque no hubiera cómputos oficiales. Pero la radio y la televisión no decían nada relevante. Recordado desde hoy, parece una época muy lejana y en cámara lenta. No había cómputos electrónicos ni informaciones estadísticas en tiempo real. Existían cuatro canales nacionales de TV y la censura era importante. Lo único que aparecía eran pizarrones con los nombres de los partidos o alianzas electorales y un cuadriculado al lado sin ningún número que diera pistas de cómo iba la elección general o en cada provincia.
El Pueblo empezó a impacientarse por la falta de información. En las grandes ciudades comenzaron a salir a las calles y concentrarse en los locales partidarios. En CABA y gran Buenos Aires la gente se concentraba en las sedes o comandos electorales partidarios y la policía la dispersaba en forma provisoria. A los pocos minutos se volvía a repetir la concentración y la fuerza policial dispersaba con fastidio y enojo. La cantidad de manifestantes crecía a medida que pasaban las horas sin información alguna. Hasta que a las 23 horas comenzaron a llegar los primeros resultados a cuentagotas. A las 0 horas volvía a regir el estado de sitio. Durante toda la noche continuó la lenta recolección de datos de todo país. Había coincidencia en el triunfo del FREJULI, pero nadie se animaba a confirmar si hubiera superado el 50%, con lo cual habría segunda vuelta o el riesgo de que la dictadura no reconociera los resultados.
El lunes 12 de marzo amaneció con la certeza de que sería un largo día. El comando electoral peronista estaba en la esquina de Oro y Avenida Santa Fe, barrio de Palermo, ciudad de Buenos Aires. La gente se volvió a juntar con entendible nerviosismo. Se produjeron enfrentamientos entre militantes y policías con carros, motos y caballos. Los gases lacrimógenos anunciaban una jornada tensa. A media tarde llamó Ricardo Balbín, el candidato presidencial de la UCR. Admitió dos cosas: la derrota de su partido y que el FREJULI no llegaba a la mitad de los votos por una mínima diferencia, pero que, en virtud de la distancia evidenciada con los sufragios cosechados por el radicalismo, asumía la posición de no reclamar una segunda vuelta.
La Junta militar que dominaba la información electoral hacía silencio. A las 23 horas, se terminó el misterio. El jefe de la Casa Militar se apersonó al comando electoral del FREJULI, se entrevistó con Héctor Cámpora y le reconoció su condición de presidente electo. Ya no se podía ocultar lo que la inmensa mayoría sospechaba. Triunfo aplastante del FREJULI en todo el país y suficiente luz para evitar una desgastante e innecesaria segunda vuelta.
Se desató la alegría popular. La policía se retiró. La gente copó las calles y el anuncio oficial del futuro presidente se transmitió a todo el país. La sabiduría colectiva había descifrado nuevamente las coordenadas de la realidad política. Quienes se habían adueñado del poder en forma ilegítima acababan de ser sepultados por 12 millones de votos para todos los gustos y regresaban a los cuarteles con un nuevo fracaso político, económico y social. Una sangrienta aventura que los argentinos/as pagamos muy caro.
Un dato de color que todavía recuerdo. El 31 de marzo se organizó el Festival del Triunfo Peronista en la cancha de Argentinos Juniors. Los afiches avisaban que iba a ser una tarde a todo rock and roll: Aquelarre, Billy Bond y La Pesada, Pappos Blues, Pescado Rabioso, Pajarito Zaguri, Color Humano, Lito Nebbia, Vivencia, Miguel y Eugenio, Sui-Generis, León Giecco, Raúl Porchieto, entre otros. Los errores en los nombres no son míos, son del afiche publicitario. Algunos músicos, todavía eran poco conocidos. El rock nacional empezaba a colarse en todos los espacios…
Ruben Ruiz
Secretario General