Pionera de la radiofísica hospitalaria
Un día como hoy pero de 1982 se despedía Edith Hinkley Quimby, investigadora estadounidense en medicina y física, pionera en el uso de la medicina nuclear y en el estudio de métodos de protección frente a los efectos nocivos de las radiaciones ionizantes.
Nació en 1891 en Rockford, estado de Illinois. Hija de Harriet Hinkley y Arthur S. Hinkley, agricultor y arquitecto. La familia tuvo varias mudanzas hasta que se asentaron en Idaho donde Edith cursó sus estudios en la Boise High School. Su padre y los profesores B. H. Brown y Walter Bratton incentivaron en Edith la costumbre de inquirir sobre los fenómenos naturales que la rodeaban y buscar respuestas en los libros y en el laboratorio.
Imbuida de esa práctica cotidiana y de sus buenas notas obtuvo una beca para cursar estudios superiores en el Whitman College en la ciudad de Walla Walla, estado de Washington. Allí se licenció en Matemáticas y Física. Durante los siguientes dos años trabajó de profesora de ciencias en colegios secundarios en Nyssa, en el estado vecino de Oregon.
En 1914 accedió a una beca de investigación que le permitió ingresar a la universidad de California, en Berkeley. Tuvo de compañero de estudios a Shirley Leon Quimby, dos años menor que ella, con quien se casó en 1915. Al año siguiente obtuvo su master en Física.
En 1918, su marido fue convocado por la Armada para ser parte de las tropas que luchaban en la Primera Guerra Mundial. En ese momento era profesor de Física en la universidad de Columbia, en la ciudad de Nueva York. Edith postuló y ocupó esa vacante. No obstante, vivir en la ciudad era caro y, por medio de contactos en la universidad, logró incorporarse como asistente al primer laboratorio que realizaba aplicaciones médicas con radiación en el Memorial Hospital.
El equipo era dirigido por el físico Gioachino Failla. No estaba muy dispuesto a trabajar con una asistente mujer pero la puso a prueba durante seis meses. La colaboración entre ambos se prolongó un tiempo mayor: cuarenta años y los resultados fueron notables. La investigación sobre los efectos biológicos de las radiaciones ionizantes fue su sello distintivo.
En esa época la utilización química del radio para tratar el cáncer era un mecanismo bastante extendido. Pero no existían estándares ni regulaciones para el uso de esas técnicas. Las agujas de radio se inyectaban directamente sobre el área cancerosa y no existían datos fidedignos que comprobaran que el tumor había recibido la aplicación total o parcialmente.
Edith dedicó su investigación a establecer un mecanismo más seguro y eficaz para usar los radioisótopos (de características inestables) en la lucha contra algunas enfermedades terminales. Calculó los niveles de radiación emitidos por los rayos X y el radio y definió los umbrales de radiación tolerables para el cuerpo humano.
Estos estudios estuvieron centrados en la penetración de las diferentes formas de radiación sobre la materia viva, a partir de lo cual, estableció la dosificación precisa de las aplicaciones que podía recibir un paciente y, así, minimizar los efectos biológicos y sobre los órganos y los tejidos sanos. Sus conclusiones fueron volcadas en un artículo titulado “La especificación de dosificación en la terapia con radio”, publicado en el American Journal of Roentgenelogy.
Nacían las primeras medidas prácticas para el uso de la radiación con fines terapéuticos. Corría el año 1932 y fue designada en el cargo de física titular.
Estudió la incidencia de la radiación beta y gamma para establecer las consecuencias biológicas y las enfermedades dermatológicas que podía producir su uso indebido. En base a los resultados de sus pruebas definió un concepto que todavía hoy se utiliza en radiobiología: efectividad biológica relativa de la radiación (EBR). Este concepto establece el factor de calidad que se utiliza para convertir la dosis absorbida (concentración de radiación ionizante recibida por un tejido) en dosis equivalente (magnitud física que mide el efecto relativo de las diferentes radiaciones sobre el tejido vivo).
Fue una precursora de la braquiterapia (modo de tratamiento en el que se insertan fuentes radiactivas cerca de la zona afectada). En ese campo determinó la distribución de las cuotas de radiación que recibía el tejido en función de las diversas disposiciones de las agujas de radio. Respecto a los trabajadores/as de la salud, Edith implantó el concepto de vigilancia dosimétrica personal a través del uso de un dosímetro individual de película que determinaba las dosis recibidas por los trabajadores expuestos a campos de radiación externos.
En 1941 comenzó sus trabajos con radioisótopos artificiales e investigó el uso del sodio y yodo radiactivos para el diagnóstico y tratamiento de enfermedades graves como cáncer de tiroides o tumores cerebrales. Al mismo tiempo, se incorporó al Cornell University Medical College como profesora adjunta de radiología. También desarrolló y diseñó nuevas técnicas para la eliminación de residuos radiactivos en los centros médicos y fue una experta en la implementación de procesos de limpieza de fugas radiactivas accidentales en forma segura.
A partir de 1954 se dedicó a la docencia tiempo completo. Sus clases eran multitudinarias y asistían estudiantes, físicos y especialistas en física médica. Su centro de operaciones fue la universidad de Columbia que creó un master en física radiológica y un doctorado en biofísica. Fue profesora titular de física de las radiaciones en la Facultad de Medicina y Cirugía y, más tarde, profesora catedrática. Su actividad docente continuó hasta su jubilación en 1960 y continuó como profesora emérita de Radiología hasta 1982.
Desde esa posición, participó en la dirección del Laboratorio de Investigación Radiológica y despuntó el vicio de la literatura científica; redactó diversos artículos y escribió dos libros: Isótopos radioactivos en prácticas clínicas (1958) y Manipulación segura de isótopos radiactivos en la práctica médica (1960).
No tuvo hijos y una parte de su tiempo lo dedicó a tres pasiones: leía historias de detectives, frecuentaba el teatro y jugaba al bridge. En política, participó en el Partido Demócrata y fue parte de la Liga de Sufragistas de EE UU.
En 1982 aguardó su final en su casa ubicada en el barrio de Manhattan.
Salú Edith Quimby! Por tu sabiduría para generar cuidados en pacientes y trabajadores/as con un elemento demoledor como es la energía nuclear si se utiliza en forma inadecuada y por tu perseverancia en diseñar procedimientos de cuidado para millones.
Ruben Ruiz
Secretario General