Gabino Ezeiza
Un día como hoy pero de 1916 se despedía el “Negro” Gabino Ezeiza, un afroargentino que se convirtió en uno de los más grandes payadores rioplatenses. Tremendo poeta, talentoso guitarrista, improvisador natural, incansable artista popular itinerante.
Nació entre los barrios de Montserrat, San Telmo y Balvanera, de la ciudad de Buenos Aires. Era una porción de la ciudad conocido con el nombre de “El Mondongo” o “Barrio del Tambor”. Hijo de esclavos, desde pequeño aprendió a tocar la guitarra, a mantener una cercanía amable con la lectura y una facilidad notable para el canto y el ritmo. Durante esos años ya escuchaba a payadores consumados como Luís García Morel e Higinio Cazón, pero quedó impactado cuando escuchó payar por primera vez al pulpero Pancho Luna quien habría sido derrotado por Santos Vega en un contrapunto famoso. Consiguió que fuera su maestro y recibió como legado su guitarra.
Así, se lanzó a cantar en público y transitó varios años por innumerables lugares donde su negritud fue una valla alta que superó con un estilo locuaz, satírico e intencionado. De impecable vestimenta, pulcro y peinado con ungüentos que le alisaban los rulos, fue ganando la parada. Privilegió la música y la improvisación ante la escritura, lo que le imprimió un estilo espontáneo y muy popular. Poco a poco fue convocando cientos de personas que venían de barrios o pueblos vecinos a escuchar décimas que los representaban en forma auténtica.
Artista audaz y hombre de acción. Desde 1880 se unió a las filas del movimiento radical encabezado por Leandro N. Alem, momentos en los que las rebeliones eran muy comunes. Gabino arengaba a las multitudes con su canto y su guitarra y esa actuación pública tuvo sus consecuencias. Cayó preso e incendiaron su circo llamado “Pabellón Argentino”. Se repuso y volvió a las payadas con su fiel estilo.
En esa época se enfrentó a Nemesio Trejo -trabajador de los Tribunales y joven trajinador de la noche porteña- en un festejado contrapunto y volvieron a encontrarse en 1884 durante una función a beneficio de las víctimas de la inundación de Barracas. Su fama crecía y fueron famosos sus entreveros con Ramón Barrera en Dolores, con “Pajarito” en Barracas, con Maximiliano Santillán en Rauch.
Pero hubo tres encuentros que lo encumbraron en la consideración popular. El primero ocurrió el 23 de julio de 1884 en la ciudad de Paysandú, República Oriental del Uruguay, donde venció al afamado payador oriental Juan de Nava; en honor a ese encuentro se festeja en esa fecha el Día del Payador en los dos países. El segundo fue contra su hijo, Arturo de Nava, en 1888 en el Teatro Artigas de Montevideo. Duró tres noches y se definió en la última jornada. Gabino, ante un público adverso, entonó los versos de “Paysandú heroico” y ganó el duelo con aplausos y vítores.
El tercero, ocurrió en 1891 contra el payador Pablo Vázquez en el Teatro Florida de la ciudad de San Nicolás, provincia de Buenos Aires. También duró tres noches ante una multitud que abarrotó el teatro. Ganó Gabino por la mínima, ante quien se consagraría como su contrincante más peligroso; en 1894 lo volvería a derrotar en Pergamino, provincia de Buenos Aires.
En 1902 mantuvo un memorable duelo con José Betinotti en un circo enclavado en Venezuela y Maza (en el actual barrio de Almagro) de la ciudad de Buenos Aires. Desde ese momento, Betinotti se convirtió en su discípulo, aunque mantenían cierta distancia por sus ideas políticas. Ezeiza era radical y Betinotti socialista.
Fue asiduo concurrente al Café de los Angelitos, donde se producía una alquimia particular entre todo tipo de personajes nocturnos de la ciudad de Buenos Aires y los suburbios; allí, conoció a Gardel y Razzano con quienes mantuvo una fructífera amistad.
Debido a su rapidez de respuesta y viveza en el contrapunto, el público lo azuzaba con desafíos insólitos. Una vez, un caricaturista de la revista de “Caras y Caretas” le pidió que payara sobre el logaritmo. Gabino asumió el convite, pidió unos instantes, salió del local hacia la casa de un amigo profesor y volvió al ruedo con sus décimas:
“Señores voy a explicar
La ciencia del logaritmo
Si acierto a cantar al ritmo
De mi modesto payar.
Pongamos para empezar
Dos progresiones enfrente
Por diferencia y cociente
Correspondiendo entre sí
Y ¡Ahijuna! Saldrá de aquí
Un sistema sorprendente”
En otra oportunidad, un espectador lo desafió a que payara sobre la psicosis. Ante la sorpresa inicial, balbuceó unos segundos y la tiró hacia un costado:
“Al que me mete en psicosis…
Al que me mete en psicosis…
le digo en estilo vario,
por qué al mandarme el temita
no me mandó el diccionario”
El gran aporte de Gabino Ezeiza fue que introdujo la milonga en la payada. Él consideraba que la milonga campera provenía del candombe cuyos orígenes eran ritmos africanos. Que la milonga era una evolución, en guitarra criolla, del candombe traído por los negros a la pampa argentina. Y esa forma de payar se popularizó no solo en nuestro país, sino que irrumpió en Uruguay y el sur de Brasil.
Murió el mismo día que asumía la presidencia Hipólito Yrigoyen, por quien había batallado tanto para que llegara a ese cargo mediante el voto popular. Fue a la asunción, cantó ante el fervor de la multitud y volvió a su casa. Tenía neumonía y fiebre muy alta. A la tarde, se despidió en su casa de la calle Azul 92, barrio de Floresta, ciudad de Buenos Aires.
Orgullosamente negro, poeta culto, orillero, popular, de respuesta serena y firme, de presencia impecable, jugador con potrero.
Salú Gabino!! En el Día del Respeto a la Diversidad Cultural nuestro homenaje por contar la vida cotidiana en forma sencilla y exquisita, por no quedarte callado ante el poder, por ser y no parecer.
Ruben Ruiz
Secretario General