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Efemérides 13 de Marzo – Domitila Barrios

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La mujer boliviana que nombró al miedo y lo venció

Un día como hoy pero de 2012 se despedía Domitila Barrios Cuenca, dirigente del Comité de Amas de Casa y de las esposas de los mineros, referente del feminismo boliviano y líder de las luchas pacíficas contra las dictaduras de su país.

Nació en 1937 en la comunidad Cataví, zona minera de Potosí, Bolivia, en el seno de una familia campesina. Su padre, un ex soldado de la Guerra del Chaco, se transformó en trabajador minero para mejorar su economía. Ingresó como palliri (trabajadores que acopian, eligen y pulverizan rocas residuales para encontrar mineral) y terminó como sastre de la policía minera. Su madre murió cuando Domitila tenía diez años y, como hija mayor, quedó al cuidado de sus cinco hermanas.

Gracias a la insistencia de su padre pudo concurrir a la escuela primaria del pueblo. Había 80 varones y 20 mujeres. Ninguna hija de mineros. En 1952 su padre le comunicó que se iba a trabajar lejos, en comisión. En realidad, fue parte de la Revolución del 9 de abril encabezada por el Movimiento Nacionalista Revolucionario y lo supo cuando lo vio retornar junto al resto de los mineros que habían participado de la rebelión en La Paz. Fueron tiempos de mejoras sustanciales para las familias trabajadoras y de desahogo popular sostenido. 

En esos años comenzó su acercamiento al sindicato de Amas de Casa, que formaba parte de la Federación de Trabajadores Mineros e integraba la Central Obrera Boliviana. La experiencia del gobierno popular se fue diluyendo y para 1963 las condiciones ya habían cambiado radicalmente y el ejecutivo había claudicado. Su liderazgo era reconocido por mujeres y hombres y fue designada secretaria general del sindicato en el distrito minero de Siglo XX.

Se enfrentó a las decisiones y la represión de los gobiernos de Paz Estenssoro, René Barrientos y Hugo Banzer. El 24 de junio de 1967 fue una de las víctimas de la Masacre de San Juan perpetrada por el ejército en los campamentos mineros de Cataví y Llallagua. Hubo decenas de muertos y heridos. Domitila fue presa y torturada, a raíz de lo cual perdió su embarazo. Fue una intervención militar sangrienta y sorpresiva. Los años siguientes fueron de reconstrucción del tejido social y de la conciencia colectiva. Las dictaduras continuaban y la vida empeoraba.

En 1975 participó de la conferencia del Año Internacional de las Mujeres como representante de los mineros y mineras de Siglo XX. Allí marcó diferencias dentro del feminismo. Ella sostenía que el enemigo no era el hombre sino el sistema. Que la unión entre hombres y mujeres haría posible el cambio de paradigma y de sociedad. Remarcó minuciosamente las condiciones de vida de los y las trabajadoras en Bolivia y la cuestión de la discriminación de los pueblos. Insistió con fortalecer la Campaña Internacional por el Salario Doméstico y denunció el trabajo no remunerado. Abogó por la igualdad de derechos de mujeres y hombres, el acceso igualitario a la educación y al trabajo y por una lucha conjunta con el otro sexo para ser eficaces en la derrota de la opresión y la dominación. 

Entretanto, la paciencia del pueblo boliviano se agotaba aunque el miedo persistía. A finales de 1977 se convocó a una asamblea de los delegados de todos los distritos mineros de Bolivia. Se discutió acaloradamente la adopción de una medida pacífica para recobrar las libertades democráticas: una huelga de hambre en La Paz. La mayoría no se animó a respaldarla. Solo algunas mujeres la defendieron. Fueron minoría pero estaban dispuestas a llevarla a cabo.

El 28 de diciembre de 1977 cuatro mujeres, esposas de mineros, iniciaron la histórica huelga de hambre en la sede del arzobispado en La Paz. Sus peticiones: vigencia de las libertades democráticas, amnistía general e irrestricta, libertad de los presos políticos, revocar los obstáculos para el retorno de exiliados, cese de torturas y persecuciones, restitución de los dirigentes laborales a sus puestos de trabajo y desmilitarización de los centros mineros. 

A los pocos días, Domitila Barrios encabezó un segundo contingente de huelguistas y el movimiento se masificó. A fin de año se incorporó otro grupo en el local del periódico “Presencia” dirigido por el sacerdote y cineasta Luis Espinal. Todos los días se sumaban más huelguistas. 

El 4 de enero de 1978 se inició otra huelga de hambre en la universidad Mayor de San Andrés, también en La Paz. A continuación, la acción se multiplicó en Cochabamba, Potosí, Oruro, Sucre y, posteriormente, en Santa cruz de la Sierra. El 11 de enero el gobierno y la iglesia firmaron un convenio para otorgar mayores libertades democráticas. Los huelguistas lo rechazaron en forma unánime. Ya eran 1500 en todo el país.

El 14 de enero, sindicalistas progubernamentales realizaron un paro en contra de la protesta. Fracasó rotundamente. El 16 de enero reprimieron en Santa Cruz de la Sierra y el 17 por la mañana fueron desalojaron todos los lugares donde se desarrolla la huelga de hambre, con centenares de detenidos. El sindicato de Prensa lanzó un paro que se cumplió disciplinadamente. El autoritarismo quedaba al desnudo y la tensión creció. 

A las ocho de la noche el gobierno admitió su derrota. Decretó la amnistía irrestricta y general a favor de los presos, exiliados, residenciados y prófugos por causas políticas y sindicales y convocó a un acuerdo de pacificación nacional. La huelga de hambre había derrotado esa dictadura.

Poco tiempo después hubo otro golpe de estado encabezado por el general García Meza y Domitila, que se encontraba en la Conferencia mundial de Mujeres en Copenhague, tuvo que marchar al exilio en la vecina Suecia. A su regreso, creó la Escuela Móvil de capacitación política y sindical con la que recorrió muchos pueblos y ciudades bolivianas con el objetivo de incorporar conocimientos, elementos pedagógicos y nuevas prácticas para enfrentar al poder de turno. 

Tuvo once hijos (cuatro fallecieron), sufrió persecuciones, cárcel y exilio pero nunca abandonó la idea de crear conciencia colectiva, de suponer que luego de una derrota venía un tiempo de reconstrucción, de sostener la igualdad entre los seres humanos y de la necesidad de un cambio radical de sociedad.

Salú Domitila!! Por tu coraje ante la violencia de los poderosos, por tu constancia docente, por tu integridad y claridad para denunciar la desigualdad, por tu apuesta a favor de la unidad de mujeres y hombres que resisten la opresión y luchan por otra sociedad.

Ruben Ruiz
Secretario General 


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