General Manuel Savio
Un día como hoy pero de 1892 nacía Manuel Nicolás Aristóbulo Savio, militar ingeniero, docente y padre de la siderurgia nacional. Hijo de María Gazzano, argentina y de Sebastián Savio, inmigrante italiano.
Entre 1899 y 1904 cursó sus estudios primarios en el Colegio de Graduados e ingresó al Colegio Nacional Central (hoy, Nacional Buenos Aires) para completar sus estudios secundarios. Pero en 1909 sorprendió a propios y extraños: decidió ingresar al Colegio Militar de la Nación de donde egresó a finales de 1910 con el grado de subteniente del arma de ingenieros. En 1913 fue ascendido a teniente, en 1915 a teniente primero, en 1920 alcanzó el grado de capitán, en 1925 el grado de mayor en 1925, en 1929 el de teniente coronel, en 1936 ascendió a coronel, en 1942 a general de brigada y en 1946 a general de división.
Su primer destino fue el Batallón 5º de Ingenieros de Tucumán; su jefe fue Alonso Baldrich muy vinculado al proyecto de autonomía petrolera de Enrique Mosconi, que tendría una influencia decisiva en sus acciones futuras. A principios de 1917 fue destinado al Batallón 1º de Ingenieros, convirtiéndose a partir de abril en Oficial Subayudante encargado de la instrucción de los cadetes ingenieros del Colegio Militar.
A partir de agosto de 1920 ocupó el cargo de profesor en la cátedra Metalurgia y Acción de Explosivos en el Curso Superior. Su rol ejemplar como docente llevó a que sus superiores tomaran la decisión de denegarle el mando de tropa e impulsarlo a dirigir la formación de los futuros ingenieros militares. A finales de 1921 fue nombrado Jefe de Trabajos Prácticos del Curso Superior y en 1923 fue destinado a la Comisión de Adquisiciones en el Extranjero. Este destino tenía sede en Bruselas, Bélgica, su objetivo era la compra de material bélico para el Ejército Argentino y estaba encabezada por el coronel Juan Pistarini.
Fueron tres años de trabajo en los cuales adquirió conocimientos esenciales sobre las industrias asociadas a la actividad militar. A su regreso fue designado jefe del Curso Superior y Especial del Colegio Militar y, luego, profesor del Servicio de Ingenieros y de Organización Industrial Militar, con dedicación exclusiva. No obstante, trabajó como secretario general de Ferrocarriles del Estado.
En 1930 elevó el proyecto de creación de la Escuela Superior Técnica y el presidente Uriburu, a modo de compensación histórica luego de haber encarcelado al general Enrique Mosconi, firmó el decreto 751 el 6 de noviembre de ese año que dio nacimiento al establecimiento y le facilitó los medios para su concreción. Estuvo inspirada en la Escuela Politécnica de Francia, articuló su currícula con los cursos de ingenieros que se impartían en el Colegio Militar y fue abierta a los oficiales de todas las armas. Además, se fabricó un tiempo para levantar la escuela Nº 30 en San Nicolás de los Arroyos, que hoy lleva su nombre.
En julio de 1931 se graduó como ingeniero militar. En 1933 tradujo del francés obras sobre fabricaciones mecánicas, organización general de las fábricas y organización del trabajo y escribió su primera obra titulada “Movilización Industrial”. Luego publicaría “Política Argentina del Acero” y “Política de la Producción Metalúrgica Argentina”.
En 1934 egresaron los primeros ingenieros militares de la Escuela Superior Técnica. Había cumplido un sueño y había demostrado que era posible profesionalizar a las fuerzas armadas. En 1937 asumió la presidencia de Fabricaciones Militares, empresa dispersa y con pocos establecimientos en funcionamiento. Su idea fue transformarla en un puntal de la industrialización argentina y para cumplir esa premisa debía lograr concentración de esfuerzos, coherencia en la gestión y peso específico en la economía. Plasmó esas intenciones en un proyecto de ley -del cual fue autor- que denominó “Ley orgánica de la Dirección de Fabricaciones Militares. En simultáneo fue nombrado Cuartel Maestre General del Interior que le permitió difundir sus ideas con dirigentes provinciales.
La segunda Guerra Mundial aceleró el avance del proyecto y en 1941 se votó la Ley Nº 12.709 que dio nacimiento a la Dirección general de Fabricaciones Militares como ente autárquico. Constaba de cinco fábricas de armas portátiles, pólvora y explosivos, comunicaciones, aviones y acero. A su vez, se la autorizaba a explorar y explotar metales estratégicos como el cobre, hierro, plomo, estaño, manganeso, wolframio, aluminio y berilio o no metales, como el azufre. Savio fue su primer presidente y director general.
En siete años creció exponencialmente. Encontró hierro en Puesto Viejo, al sur de Palpalá, Jujuy; uranio en Comechingones y Mendoza, cobre en Tinogasta, Catamarca; hematita en Pastos Grandes, Salta, cobre y rodocrosita en Capillitas, Catamarca, arcillas y caolines en la provincia de Buenos Aires. Inauguró nueve fábricas: de Acero, Pólvora y Explosivos de Villa María, de Armas Portátiles “Domingo Matheu”, Munición de Artillería Río Tercero, Munición de Artillería “Borghi”, Vainas y Conductores Eléctricos E.C.A., Munición de Armas Portátiles “San Francisco”, Materiales Pirotécnicos, Tolueno Sintético y Altos Hornos Zapla. Además, organizó sociedades mixtas con aportes privados: Industrias Químicas Nacionales, Elaboración del Cromo y sus Derivados; Atanor, Compañía Nacional para la Industria Química, Aceros Especiales y Siderurgia Argentina.
Una mención especial. En la Planta Industrializadora de Altos Hornos Zapla se construyó un horno en hormigón armado (único en el mundo) por la escasez de materiales y la primera colada de arrabio se produjo 18 meses después dando un impulso decisivo a la siderurgia nacional. Ante la falta de carbón mineral, la energía era alimentada a carbón vegetal, trasladado desde Vivero del Pirané -que Savio promovió- que constaba de 30 millones de eucaliptos en 15.000 hectáreas.
En 1946 elaboró el Plan Siderúrgico Nacional con el objetivo de producir acero en el país utilizando materias primas y combustibles nacionales. En 1947 se aprobó. Fue la ley Nº 12.987 que permitió, entre otras cosas, la creación de SOMISA (Sociedad Mixta Siderurgia Argentina) de la que Savio fue primer presidente pero que no llegó a ver en producción plena. Recién en 1960 instaló sus altos hornos en Ramallo, provincia de Buenos Aires, y fue una referencia a nivel regional y nacional.
Su último aporte fue el diseño del plan de producción de caucho natural y sintético, y un proyecto de ley para proteger las industrias de materias primas básicas. El 31 de julio de 1948 se produjo inesperadamente la muerte del general Savio y nos quedamos sin un conductor nato para el desarrollo industrial argentino.
Disciplinado, perseverante, estricto con los tiempos de ejecución de las obras, seguidor de los detalles, cultor de la independencia económica, cumplidor de sueños que mejoraron la calidad de vida de millones y que algunos cipayos ayudaron a demoler con la intención de volver a ser colonia o vasallos del imperio.
Salú, General Savio!! Por tu capacidad de construir, tu ingenio para superar trabas burocráticas y sainetes políticos, por tu firmeza para lograr los objetivos trazados, por trabajar sin verso para el bienestar colectivo y no, solo, para la felicidad personal.
Ruben Ruiz
Secretario General