Poesía, luna, sangre y República
Un día como hoy pero de 1936 era asesinado Federico del Sagrado Corazón de Jesús García Lorca, el poeta y dramaturgo español más popular del siglo veinte y símbolo de los desaparecidos/as de la Guerra Civil Española, cuyo cuerpo descansa en alguna fosa común aún no descubierta.
Nació en 1898 en Fuente Vaqueros, provincia de Granada, Andalucía. Hijo del hacendado Federico García Rodríguez y de Vicenta Lorca Romero maestra de escuela que fomentó el gusto por la literatura en el pequeño Federico. A los ocho años se mudó con su familia al pueblo de Asquerosa (hoy Valderrubio) en donde asistió a la escuela primaria. El secundario lo cursó en un colegio de Almería y en 1914 ingresó a la universidad de Granada para estudiar Filosofía y Letras y Derecho. En paralelo, despuntaba el vicio de sus otras dos pasiones: la música y el dibujo.
Allí recibió instrucción de un profesor que lo influiría intelectualmente: Martín Domínguez Berrueta, que mezclaba clases presenciales con viajes de estudio. Así, Federico descubrió otra España en sus viajes por Baeza (donde conoció a Antonio Machado), Úbeda, Zamora, Salamanca, Ávila, Medina del Campo, Venta de Baños, Segovia, León, Burgos y varias localidades de Galicia e inició su inclinación por la escritura. De esa época es su única publicación en prosa: Imágenes e impresiones. En Granada también conoció al compositor Manuel de Falla que lo acercó al folclore y la música popular e integró la tertulia llamada “El Rinconcillo”, en el café “La Alameda”, en la que espadeó entre formadoras discusiones sobre poesía, literatura, periodismo, artes y política.
En 1919 abandonó Andalucía. Se trasladó a Madrid para continuar sus estudios. El lugar elegido: la Residencia de Estudiantes, creada por la Institución Libre de Enseñanza. Era uno de los centros de ebullición intelectual de la época por donde pasaron Albert Einstein, John Maynard Keynes y Marie Curie, donde conoció a Juan Ramón Jiménez y trabó amistad con Salvador Dalí y Luis Buñuel.
Allí también fue compañero de escritores y poetas, futuros integrantes de la Generación del 27, como Rafael Alberti, Jorge Guillén, Pedro Salinas, Gerardo Diego, Dámaso Alonso, Luis Cernuda, Vicente Aleixandre y de su contrapartida femenina, cuyo centro de operaciones fue el Lyceum Club Femenino y que fueron llamadas “Las sinsombrero”: Remedios Varo, María Zambrano, María Teresa de León, Maruja Mallo, Marga Gil Roësset, Josefina de la Torre, entre otras. Un semillero cultural que impactó en García Lorca.
En 1920 publicó su primera obra de teatro El maleficio de las mariposas, una lúdica exageración de los trastornos que produce el amor en una tranquila comunidad de insectos y en 1921 su Libro de poemas luego de un par de años de esfuerzo creativo y mejoramiento de su técnica literaria. Ese año retorna brevemente a Granada y se reencuentra con Manuel de Falla con quien emprende trabajos relacionados con el cante jondo, los títeres de cachiporra y el folclore andaluz. Entre 1925 y 1927 visitó a Dalí en su refugio de Cadaqués, profundizaron su amistad y se acercó decididamente a la pintura. En 1927 realizó su primera exposición en la Sala Dalmau de Barcelona con relativo éxito.
En 1927 apareció su primer gran éxito: el poemario Canciones e, inmediatamente, su obra de teatro Mariana Pineda, drama patriótico en el cual la personaje es condenada a muerte por bordar una insignia liberal en una bandera durante el reinado de Fernando VII. En 1928 publicó Romancero gitano, un intento por unir lo popular y lo culto, cuyo tema es la marginación del pueblo gitano, su sufrimiento, sus mitos, sus símbolos que devienen en metáforas vitales. Fue un éxito popular pero se transformó en un mal trago con sus compañeros que lo acusaron de costumbrista gitano.
En 1929 aprovechó una invitación y rumbeó para nueva York, viaje que le permitió descansar de las polémicas con sus amigos, superar su separación del escultor Emilio Aladrén y aprender inglés en la universidad de Columbus. La capital del mundo lo impactó. La dinámica capitalista, el trato hacia los negros, la deshumanización, la alienación social. Sus impresiones las sintetizó en un libro de denuncia en clave poética que se publicó después de su muerte: Poeta en Nueva York. Una joya.
En 1930 retornó a España y participó del anhelo social de terminar con la monarquía. Al año siguiente, ya instaurada la República, fue invitado por el Ministerio e Educación a divulgar cultura española por el país. Conformó con el escritor Eduardo Ugarte el grupo teatral “La barraca ambulante”. Fue su vínculo explícito con la República que lo expondría, años después, ante el franquismo salvaje. En 1931 se publicó Poemas del cante jondo, una obra que había sido escrita en 1921 sobre la esencia andaluza y su forma de expresarlo en símbolos: el amor, la muerte, la pena, la soledad.
En 1933 fue invitado por Lola Membrives a trabajar en Buenos Aires. Fue un amor a primera vista con la ciudad. Se sintió un porteño más. Su morada: la habitación 704 del Hotel Castelar. Dio conferencias, presentó su obra de teatro Bodas de sangre en el teatro Avenida, se hizo habitué del Café Tortoni donde cantó una noche con Carlos Gardel, se hizo caminante regular de la avenida Corrientes y de la calle Florida, se escapaba al delta del Tigre. Fueron seis meses de plenitud.
En 1934 ya estaba nuevamente en España. Se dedicó a escribir obras teatrales y su cénit fue la culminación de la trilogía de dramas rurales que lo situaron entre los grandes escritores mundiales: había comenzado con Bodas de Sangre (1933), una tragedia de a tres inspirada en un hecho real, con un fondo de celos, persecución y muerte dominado por un escenario de mitos, costumbres y pasión primitiva. Andalucía profunda, real y mítica a la vez.
Continuó con Yerma (1934), que trata del férreo mandato social de ser madre, la imposibilidad de poder concretarlo y una dramática decisión final y culminó con La casa de Bernarda Alba (1936), una descripción descarnada de las consecuencias del oscurantismo develado a través de una viuda y su propio martirio, la tiranía materna, la rigidez del luto, el fanatismo religioso, las apariencias, la inevitable rebeldía de una de sus hijas y el drama final con todo el peso de la incomprensión y los usos sociales. Notable la descripción rigurosa y minuciosa y de todos los personajes femeninos de la obra. España profunda de la época. Realismo poético en estado puro.
Simultáneamente, desgranó libros de poemas de gran factura: Llanto por Ignacio Sánchez Mejías, elegías por su amigo torero herido en una tarde fatal, y Seis poemas galegos escritos en ese idioma como un homenaje a esa tierra que lo cobijó en sus viajes iniciáticos y una profunda admiración por sus poetas contemporáneos y medievales. Para el final, una obra de teatro que se apartó de las tragedias rurales e ingresó en otro terreno dramático: Doña Rosita la soltera o el lenguaje de las flores. Las distancias devastadoras, las promesas incumplidas, las esperas interminables, la soltería inevitable. Lo ingenuo, lo fortuito, lo grotesco y lo conmovedor en una sola obra.
La violencia conservadora se iba instalando en España. García Lorca continuaba su difusión cultural y las denuncias contra las injusticias en su tierra, los falsos nacionalismos, los privilegios y la ignorancia.
Fue uno de los primeros blancos del franquismo. El odio llegó a tal extremo que su cuerpo nunca apareció. Fue tomado prisionero en la casa de su amigo el poeta Luis Rosales, trasladado al pueblo de Viznar y fusilado en el camino entre ese pueblo y Alfacar, conocido como la carretera de la muerte, posiblemente contra un olivo. Una triste madrugada del 19 de agosto de 1936.
Sus delitos fueron ser republicano, poeta y homosexual como se encargaron de explicitar los enemigos de la vida en esa España trágica. La dictadura duró 40 años. Federico sigue vivo.
Universal, vital, cultor de la amplitud de los sentidos, comprometido sin red, culto y cercano.
Salú Federico García Lorca! Por tu poesía y por tu exquisita herencia que la cultura popular multiplica como muestra indeleble ante la barbarie.
Ruben Ruiz
Secretario General