La científica que descubrió que el centro de la Tierra no es hueco
Un día como hoy pero de 1993 se despedía Inge Lehmann, matemática y sismóloga autodidacta danesa, que fue pionera en el estudio de los terremotos y sus consecuencias y quien descubrió las características del centro de la Tierra.
Nació en 1888 en Østerbro, un distrito de Copenhague. Hija de Ida Sophie Tørsleff y de Alfred Georg Ludvig Lehmann, psicólogo experimental. Cursó sus estudios en una escuela pedagógica dirigida por Hanna Adler en la que existía un trato igualitario y enseñanza acorde a ese principio para niños y niñas. Una rareza para la época. En 1907 ingresó a la universidad de Copenhague para estudiar matemáticas y realizar cursos de física, química y astronomía.
En 1910 continuó sus estudios superiores en la facultad femenina Newnham Collegue de Cambridge, Inglaterra. Interrumpió su carrera por su estado de salud y porque trabajó como actuaria en una compañía de seguros. En 1918 regresó a los claustros en Cambridge y, en solo dos años, se recibió de licenciada en ciencias físicas y matemáticas. En 1923 aceptó un puesto en la universidad de Copenhague como asistente del matemático Johan Frederik Steffensen.
En 1925 empezó a estudiar sismología y fue contratada como parte de un equipo de asistentes del geodesista Niels Erik Nørlund, director de Gradmaalingen, un importante instituto para la investigación de geodesia en Dinamarca. Participó del establecimiento de las estaciones sismológicas de Scoresby Sund y Ivigtut en Groenlandia, y del montaje de los sismógrafos en la estación de Copenhague. Una incorporación de conocimientos prácticos invaluable.
En 1927 estudió sismología en Estrasburgo (Francia), De Bilt (Países Bajos), Uccle (Bélgica) y Hamburgo y Darmstadt (Alemania), donde fue dirigida por Beno Gutemberg, que fue el científico que determinó la distancia entre la superficie y el núcleo terrestre. Ese año participó en Praga de la reunión de la Unión Internacional de Geodesia y Geofísica (International Union of Geodesy and Geophysics, IUGG), en la que se discutió cómo elaborar el gráfico donde se representaba la distancia existente y el tiempo que tardan las ondas en llegar desde el epicentro de la Tierra. Quedó prendada sobre el tema de la curva de tiempo sismográfica el resto de su vida.
En 1928 obtuvo su maestría en geodesia, fue incorporada como geodesista estatal y designada jefa del departamento de sismología de la Instituto Geodésico de Dinamarca. dirigido por Niels Nørlund. Allí, tuvo a su cargo el mantenimiento y reparación de los equipos, la interpretación de los sismogramas y la sistematización de los datos; mejoró el sistema de análisis de las mediciones en los observatorios sismográficos de Europa y la coordinación de la información, realizó numerosas investigaciones y publicó sus conclusiones en diversas revistas científicas.
En 1929 se produjo un gran terremoto en Murchison, Nueva Zelanda, cuya información sobre las ondas sísmicas llamó la atención de Inge.
Para estudiar los sismos se usaban dos tipos de ondas: las P (que mostraban la compresión y dilatación del suelo en la dirección de la propagación y se desviaban al atravesar líquidos) y las S (que mostraban el desplazamiento transversal y no viajaban a través de los líquidos). El comportamiento de las primeras era extraño. Mostraban una velocidad hasta los 104 kilómetros de profundidad, luego casi desaparecían y volvían a aparecer a los 140 kms. Durante ese lapso de actividad muy poco perceptible, las ondas eran tan débiles que los científicos nunca las consideraron. Hasta que llegó Inge Lehmann.
Estudió durante años ese comportamiento de las ondas. Cuando estuvo segura elaboró la teoría que revolucionó la sismografía: simple pero demoledora. El cambio de velocidad de las ondas P se debía a que dentro del núcleo exterior terrestre (líquido) se encontraba un núcleo interior (sólido), que replicaba las ondas. Hasta ese momento se creía que la Tierra era una esfera compacta e inalterable y que su núcleo era totalmente líquido.
Esa teoría permitió descubrir que la presencia de ambos núcleos es lo que provocaba la existencia de los campos magnéticos que dominan nuestro planeta.
En 1936 publicó su escrito “P-prima” en la que dio a conocer su teoría y, luego publicó un nuevo descubrimiento: que entre los núcleos existía una discontinuidad semilíquida que explicaba una aceleración de la velocidad en las ondas sísmicas entre los 190 y los 250 kilómetros de profundidad.
A esa zona se la denominó discontinuidad de Lehmann en su honor.
Además, concluyó que el diámetro de la Tierra medía unos 2.440 kilómetros (equivalente al 70% de la superficie lunar) y que su temperatura superaba los 4700 grados.
En 1952 Inge tropezó nuevamente con una piedra que ya se había interpuesto durante sus años de estudiante: la discriminación de género. Ese año fue nominada para dirigir la cátedra de Geofísica de la universidad de Copenhague pero no fue designada por su condición de mujer. En 1953 se retiró del Instituto Geodésico de Dinamarca.
Posteriormente, vivió en EE UU y participó de numerosas investigaciones sobre la corteza terrestre y el manto superior con los geofísicos Maurice Ewing y Frank Press, colaboró como científica visitante en el Observatorio de la Tierra Lamont-Doherty, en el Observatorio Dominion, en el Laboratorio Sismológico en Caltech y en la Universidad de California, fundó y presidió la Federación Sismológica Europea, fue presidenta de la Sociedad Geofísica Danesa y vicepresidenta de la Asociación Internacional de Sismología y Física del Interior de la Tierra.
En 1971 fue la primera mujer en recibir la Medalla William Bowie, el más alto reconocimiento de la Unión Geofísica Americana, por sus contribuciones en la actividad y la cooperación desinteresada en las investigaciones en las que había participado. La mención de sus colegas en la entrega del galardón fue develadora de su rigurosidad científica: “para una maestra de un arte negro para lo cual ninguna cantidad conocida de computadoras puedan ser un sustituto completo”.
A los 104 años se recluyó en un merecido descanso.
Salú Inge! Por internarte en un mundo desconocido y descubrir datos fundamentales para adelantarnos a posibles catástrofes si la Tierra se moviera debajo de nuestros pies y el desconcierto o el pánico nos invadiera.
Ruben Ruiz
Secretario General