Alejandro Magno
Un día como hoy pero de 356 a.C. nacía Alejandro III, rey de Macedonia (desde 336 a. C), hegemón de Grecia, faraón de Egipto (332 a. C) y Gran rey de Media y Persia (331 a. C), cuyas cualidades militares, habilidad diplomática, capacidad estratégica le permitieron crear un imperio que abarcó desde Grecia y Egipto hasta la India. La difusión de la cultura, el lenguaje y el pensamiento griego que imprimió a ese vasto imperio y la fuerza del intercambio cultural que produjo en ese período dio inicio al período helenístico.
Nació en Pela, Macedonia. Hijo de Filipo II, rey de Macedonia y Olimpia de Epiro. Tuvo una educación todoterreno. Su padre contrató a Lisímaco de Acarnania para enseñarle a leer, escribir y tocar la lira. A los catorce años fue encomendado al filósofo Aristóteles en su carácter de tutor privado. Los siguientes tres años fueron de aprendizaje continuo y la relación de Alejandro con su tutor continuaría durante años, incluso durante las campañas de conquista.
La instrucción militar y la enseñanza de habilidades para montar a caballo estuvieron a cargo de Leónidas de Epiro. Fue una educación que lo dotó de disciplina, habilidad y resistencia física. Tuvo entrenamientos extenuantes, soportó innumerables marchas forzadas y a los 12 años consiguió domar al irascible “Bucéfalo”, caballo que lo acompañó durante la campaña en Asia.
Hubo un tiempo en que Alejandro y su madre se exiliaron voluntariamente, ante los comentarios que arreciaban en la corte sobre la ilegitimidad de su nacimiento. Luego, existió una reconciliación con su padre pero los recelos siguieron. En 338 a. C. Alejandro tuvo su bautismo de fuego. Fue en la batalla de Queronea en la que se enfrentaron las fuerzas macedonias y una alianza de ejércitos de polis griegas comandadas por Atenas y Tebas. Los pocos datos existentes hablan de una actuación valiente de Alejandro decisiva para la victoria.
Grecia sucumbió ante Macedonia que ejerció su poder sobre el territorio helénico. Filipo II impuso una solución aceptada por todas las ciudades-estado aliadas a Grecia (excepto Esparta), creó la Liga de Corinto con las ciudades firmantes del acuerdo y fue designado strategos (general) de una potencial y esperada guerra panhelénica contra Persia.
En el año 337 a. C. Filipo II fue asesinado por uno de su guardaespaldas, Pausanias. Los motivos e intrigas continúan hasta la actualidad. El reinado quedó vacante. Una serie de movimientos, extrañas muertes y alineamientos de conveniencia hicieron que Alejandro fuera nombrado rey.
Tenía solo veinte años.
Asumió el flamante rol e impuso su autoridad a las ciudades que se habían rebelado ante la muerte de Filipo II; consolidó el control en los Balcanes, Tracia y parte de Iliria (hoy Albania y Macedonia del Norte) y destruyó Tebas. Consolidado, lideró la Liga de Corinto, asumió el liderazgo de los griegos/as y unió voluntades para iniciar la campaña de conquista sobre Persia a modo de venganza por los daños ocasionados durante largas décadas al pueblo helénico.
Conformó una infantería de 32.000 hombres y una caballería de 5.100 tropas. El año 334 a. C. fue el inicio de una ofensiva que llegaría a confines inesperados. Cruzó hacia el Asia Menor por el estrecho de los Dardanelos. Se necesitaron 300 trirremes (galeras de triple casco) para transportar a las tropas. El poderoso rey persa Darío III subestimó esos movimientos.
El primer enfrentamiento se produjo en el rio Gránico (actual Turquía). El macedonio prefería luchar en la ribera de los ríos porque minimizaba la inferioridad numérica e inutilizaba la eficacia de los pesados carros persas. Fue un combate de fuerzas parejas con triunfo aplastante de las tropas dirigidas por Alejandro Magno en la que corrió peligro de muerte. Fue salvado por uno de sus lugartenientes, Clito “El Negro”, llamado así debido a su cabello azabache. Continuó su periplo, recuperó la ciudad de Éfeso, sitió y tomó Halicarnaso, Pérgano y Mileto.
Llegado a este punto, impulsó el casamiento masivo de soldados macedonios con mujeres de las polis reconquistadas y los envió de licencia a Macedonia para que pasaran el invierno con sus esposas. El resto de las tropas se dirigieron a la ciudad de Gordión (centro de Turquía). A su entrada se encontraba un carro real atado con un nudo difícil de deshacer. El oráculo establecía que quien desatara el nudo conquistaría Asia. El mito cuenta que Alejandro Magno logró deshacerlo (de allí surgió la expresión nudo gordiano, como obstáculo de solución dificultosa).
Retomó la marcha y enfrentó a los persas frente al rio Issos. Esta vez las fuerzas enemigas eran diez veces más numerosas. La estrategia macedonia dominó la batalla. La mitad de los persas murieron y el rey Darío III huyó abandonando a su madre, esposa y dos hijas. Alejandro Magno les comunicó que no existían odios personales y se comprometió a darles un trato digno. Su intención era reducir diferencias entre vencedores y vencidos. Superó rechazos. Al tiempo se casó con la princesa Barsine y el comandante Hefestión hizo lo propio con la princesa Dripetis.
Continuó hacia el sur y conquistó Fenicia. El hueso duro de roer fue Tiro que resistió. La ciudad nueva era una isla rodeada de murallas y la vieja era continental. Ésta fue conquistada rápidamente pero la parte insular aguantó el embate. La respuesta macedonia fue hábil, persistente y feroz. El asedio duró siete meses. Ordenó a sus ingenieros usar los escombros de la ciudad vieja y limo para construir una calzada elevada, construir espigones para unir el continente y la isla y torres de asedio.
Los tirianos desbarataron todos los intentos de derribo de las murallas. Ante el fracaso, Alejandro Magno incorporó 200 naves para rodear los dos puertos existentes. La lucha continuó pero la escasez de alimentos y agua menguó la resistencia. En un descuido de la flota invasora los defensores de la ciudad lograron evacuar miles de personas hacia Cartago. Finalmente, las tropas macedonias derribaron las murallas y entraron a la ciudad nueva. Hubo una encarnizada lucha callejera pero la isla cayó. Murieron ocho mil tirianos durante el sitio.
Una dificultad similar existió para la toma de Gaza, situada en la cima de una colina cerca del mar. Los defensores resistieron con ferocidad y astucia. Alejandro ordenó construir terraplenes para aposentar las máquinas de asedio y arietes para derribar murallas y portones. Fue otro asedio largo hasta que la infantería macedonia entró a la ciudad. Tanto en Tiro como en Gaza la población masculina fue aniquilada y las mujeres y niños vendidos como esclavas/os.
El camino hacia Egipto quedó expedito y sin resistencia. Alejandro Magno acordó mantener las líneas de abastecimiento para sus tropas, no intentó imponer las creencias greco-macedonias y fundó la ciudad de Alejandría que se constituyó en el centro egipcio más importante. Su objetivo era Persia y la Mesopotamia. Allí encaminó a sus tropas renovadas por las victorias.
Enfrentó a Darío III en la llanura de Gaugamela. Nuevamente la desproporción de tropas era enorme pero los macedonios lograron dividir a sus enemigos en dos y derrotarlos desde el centro del campo de batalla. Fue un triunfo decisivo. Continuó su ruta y dominó Babilonia y Susa. Se encaminó al peligroso terreno de Puertas Persas cuyo sendero terminaba en un angosto desfiladero. Los persas permitieron el paso hacia el cañón y los atacaron a la salida.
En la refriega, los macedonios capturaron a un pastor de ascendencia griega quien les informó de la existencia de otro sendero. Urdieron un engaño militar y Alejandro Magno incursionó con sus tropas de élite por la retaguardia persa. El ataque fue fulminante y la victoria indetenible. Sin pausa se dirigieron a Persépolis, capital del imperio persa que tomaron y, según algunos historiadores, quemaron como venganza por la destrucción de la Acrópolis 150 años antes.
Darío III fue asesinado por el sátrapa Bessos para evitar una rendición y continuó la lucha en Persia oriental. En su persecución Alejandro Magno fue conquistando Partia, Aria, Drangiana y Aracosia hasta que derrotó, ejecutó a Bessos y se hizo proclamar Shahan Shah (Rey de reyes). Marchó hacia Bactria y Sogdiana (hoy Afganistán) que tomó sin resistencia. Se casó con Roxana, princesa bactriana y consolidó su alianza territorial. El dominio de Asia central fue total.
Su próxima estación fue la India. El rey indio Omphis de Taxila no opuso resistencia pero las tribus Aspasioi y Assakenoi lucharon bajo la comandancia del rey Poros de Pauravas. La batalla decisiva fue en el río Hidaspes. Los indios atacaron hasta con elefantes pero fueron derrotados. La valentía con que combatió Poros hizo que el macedonio respetara su vida y lo nombrara gobernante de un territorio más amplio aún. El caballo de Alejandro murió en esa contienda.
Pero las tropas macedonias estaban extenuadas, ya no consentían el grado de mixtura cultural, displicencia religiosa, nombramientos persas en sus fuerzas y oscuros episodios de traiciones poco creíbles digitadas por su jefe y se amotinaron exigiendo el retorno a su tierra. Alejandro Magno trató de maniobrar pero fue superado por la voluntad de sus tropas. Asumió la realidad y dividió a su ejército en dos para el regreso: una fue por el desierto y otra por el río Indo, remontando la costa persa del Océano Índico hasta la desembocadura de los ríos Tigris y el Éufrates, lo que implicó el descubrimiento de una nueva ruta comercial.
A principios de junio de 323 a. C. Alejandro Magno llegó a Babilonia. Sufrió altas fiebres durante diez días y falleció en su lecho. Algunos aseguran que fue por haberse contagiado de malaria o por una infección bacteriana. Otros dicen que fue envenenado. El misterio continúa.
Tenía solo treinta y tres años.
Mejoró con habilidad y audacia las estrategias militares. Organizó un imperio que creó un mercado económico enorme, unificó la moneda en todo el territorio, construyó rutas, canales de riego y sesenta ciudades, impulsó el sincretismo cultural en torno al griego como lengua común y desafió a las élites con nuevas políticas que no alcanzó a implementar totalmente.
Audaz, inteligente, cruel, calculador, inflexible, amigo del vino, de las relaciones abiertas, leal con sus generales (diádocos), con gran autoridad y plasticidad en el manejo de las tropas.
Un personaje ineludible de la historia occidental y más allá también…
Ruben Ruiz
Secretario General