Comunicador agudo del antibelicismo
Un día como hoy pero de 1898 nacía Erich Paul Remark, escritor alemán que describió con suma maestría y sensibilidad los horrores de la Primera Guerra Mundial, las vicisitudes de las posguerras y la irracionalidad de la segunda contienda.
Nació en Osnabrück, Baja Sajonia (en ese momento Prusia) en el seno de una familia humilde. Segundo hijo de la pareja formada por Anna María Stallknecht y Peter Franz Remark, encuadernador de publicaciones diversas. Cursó sus estudios primarios en su ciudad natal y alcanzó a estudiar en la universidad de Münster, cuando fue obligado a alistarse en las filas del ejército alemán para combatir en la primera contienda mundial.
Esa experiencia fue definitoria en su vida como escritor y en su posición pacifista y antimilitarista posterior. En 1916 fue incorporado como recluta de reserva; recibió instrucción en el campo de Caprivi-Kaserne y al año siguiente fue enviado a Flandes, en el frente occidental, como soldado raso. En julio de 1917 fue herido por la explosión de una granada y tiros de ametralladora que le produjeron grandes lesiones en brazos, piernas y cuello.
Fue internado en el Hospital de Duisburgo donde realizó su recuperación y trabajó como empleado administrativo. En noviembre de 1918 fue dado de alta y reincorporado al primer batallón de reemplazo de Osnabrück. Recién en enero de 1919 fue liberado de sus obligaciones militares.
Retomó la carrera de magisterio, se recibió y trabajó un tiempo como profesor. Alternó con otros oficios como probador de neumáticos en una fábrica de autos y comerciante hasta que recaló en el periodismo. En 1922 ingresó como editor de la revista “Echo Continental” y se mudó a Hannover. En 1923 se casó con Ilsa Jeanne Zamboui. Fue un matrimonio tormentoso en el que la infidelidad recorrió ambos campamentos. Finalmente, se divorciaron. En 1925 Remarque se mudó a Berlín y comenzó a trabajar como periodista deportivo en la revista “Sport im Bild” (Deporte en imagen).
En 1929 publicó su obra más famosa: Sin novedad en el frente. La venía escribiendo desde el año anterior y tuvo como antecedentes lejanos una serie de escritos que tituló “Acerca de la guerra”, mientras se recuperaba de sus heridas en el hospital de Duisburgo. Fue un impacto.
Es una novela en la que desgrana los horrores de la guerra desde la mirada de su personaje de ficción, el soldado Paul Bäumer. Un joven de 20 años que, junto a sus amigos del colegio, se alista como voluntario animado por sus profesores. Es un inesperado y estremecedor viaje de ida que lo enfrenta a la estupidez, la locura humana, la irracionalidad bélica y la degradación y también lo envuelve en momentos de humor mordaz, más que negro.
Aprende a sobrevivir sin normas, a distinguir el sonido de los diferentes proyectiles enemigos, a ingresar intempestivamente en los sótanos de la locura a medida que la violencia crece, a transformarse en saqueador voraz, a perder sensibilidad ante cada baja amiga. Sus dos semanas de descanso le permiten visitar a sus padres, a la madre de un soldado fallecido, al profesor que lo convenció de alistarse y a comprender la lejanía fantasmal que sucede a quien estuvo en un campo de batalla respecto a su mundo anterior.
Su vuelta al frente es fatal. La muerte lo circunda hasta que lo toma lentamente. Primero como herido, luego como soldado recuperado y vuelto al frente y, finalmente, como moribundo entre el gas letal, las granadas y el enfrentamiento cuerpo a cuerpo. Eran los instantes finales de una guerra absurda, cuyo informe militar se sintetizó en una frase, simple y lacónica, que dio nombre al libro: “…sin novedad en el frente”.
Fue una acusación contundente contra la guerra, contra la inutilidad de muertes atroces, contra el horror al que eran sometidos jóvenes inducidos al absurdo, contra la degradación humana. Se tradujo a decenas de idiomas y se vendieron millones de ejemplares pero el nazismo en ascenso lo puso en su mira. En 1931 publico Después (El camino de la vuelta), una continuación detallada de su primera obra.
La persecución fue mayor. Fue censurado en su país, le fue retirada su nacionalidad y sus textos integraron la famosa quema de libros. En ese contexto, retomó su relación con su primera esposa, huyeron a Suiza y luego a EE UU donde fijó residencia y logró una nueva ciudadanía.
No cejó en su denuncia literaria. En 1937 editó “Tres camaradas”, ambientada en una ciudad alemana que era testigo del ascenso pardo, en 1941 “El arco del Triunfo”, relato de la impotencia y la enajenación que produce la invasión alemana a la Ciudad Luz y sus consecuencias nefastas.
En 1954, “Tiempo para amar, tiempo para morir”, la lucha moral de un soldado alemán acostumbrado a obedecer órdenes pero consciente del horror que eso conlleva. Luego, “Obelisco negro”, donde relataba la vida de un joven soldado retornado de la primera guerra que sobrevive como vendedor de lápidas en un Alemania engullida por la inflación y la pobreza. Años después, inició su periplo por los desfiladeros de la posguerra y el crudo relato de la sobrevida en los campos de concentración. Publicó “El cielo no tiene favoritos”, “Destellos de vida”, “Sombras en el paraíso”, entre otras.
Su vida personal fue serpenteante. Se lo vinculó sentimentalmente a las actrices Hedy Lamarr, Dolores del Río, Greta Garbo y Marlene Dietrich, con quien mantuvo una copiosa correspondencia publicada en el libro Dime que me quieres. En 1957 se divorció por segunda vez de Ilsa Jeanne Zamboui y al año siguiente se casó con la actriz Paulette Goddard, con quien vivió hasta su muerte. La fortuna de la pareja, estimada en 20 millones de dólares, fue donada a la Universidad de Nueva York para financiar un instituto de estudios europeos contemporáneos que fomentara la comunicación entre los pueblos de EE UU y Europa y que lleva el nombre del escritor.
Salú Erich María Remarque! Por tu perseverancia y creatividad para mantener en alto las defensas contra la idiotez bélica, la irracionalidad, el fanatismo y la ceguera humana que tanta actualidad mantienen en estos días.
Ruben Ruiz
Secretario General