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Efemérides 23 de Junio – Jonas Salk

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El creador de la vacuna contra la polio que no se quiso hacer millonario

Un día como hoy pero de 1995 nos dejaba Jonas Edward Salk, investigador médico y virólogo estadounidense, creador de la vacuna contra la poliomielitis y ejemplo ético para la humanidad.
Nació en 1914 en la ciudad de Nueva York. Hijo de Daniel y Dora Salk, inmigrantes ruso-judíos sin educación formal con una decisión innegociable de que sus hijos tuvieran la mejor instrucción posible.
A los doce años ingresó en la Escuela Secundaria Townsend Harris, cuyo lema era: «estudien, estudien, estudien», establecimiento público destinado a alumnos talentosos provenientes de familias de bajos recursos económicos. El programa de cuatro años debían completarlo en tres. Salk era un bicho de biblioteca. Leía todo lo que podía; apasionado, metódico y perfeccionista.
Sus altos promedios le permitieron ingresar en 1930 al City College de Nueva York (CCNY), colegio público del sistema de la Universidad de Nueva York, muy exigente y de reputación global. En 1934 se recibió de licenciado en Química; luego ingresó a la Facultad de Medicina donde se recibió de médico en 1939.
Al día siguiente de su graduación se casó con Donna Lindsay, trabajadora social y psicóloga, con quien tuvo tres hijos: Peter, Darrell y Jonathan. Los siguientes dos años fue médico pasante en el hospital Mount Sinaí de la ciudad de Nueva York.
Al finalizar, tomó una decisión: no sería doctor sino investigador médico.
En 1942 logró una beca en la universidad de Michigan y formó parte del grupo científico que estudiaba una vacuna para la gripe. El equipo lo lideraba el epidemiólogo Thomas Francis Jr., antiguo profesor suyo y director del departamento de la escuela de salud de Michigan. En 1945 consiguieron desarrollar la primera vacuna contra la gripe. Su apuesta académica había tenido sentido.
Tras la Segunda Guerra Mundial, la enfermedad que más azotó la salud pública en EE UU fue la poliomielitis. Salk se interesó en la problemática de este mal infeccioso que atacaba principalmente a los niños, se presentaba muchas veces como asintomático, afectaba el sistema nervioso central, producía parálisis e incluso la muerte.
La población no sabía cómo reaccionar. Se instalaba cuando comenzaba el verano. Aislaban a los enfermos, envolvían a los niños con mantas, les realizaban vahos calientes, pintaban con cal los árboles y las veredas, acudían a todo tipo de supersticiones.
En 1947 Salk fue designado jefe del Laboratorio de Investigación de Virus de la Universidad de Pittsburgh. Comenzaba la histórica investigación sobre la poliomielitis. Al año siguiente, se sumaron fondos adicionales de la Fundación Nacional para la Parálisis Infantil creada por el presidente Franklin D. Roosevelt, que había contraído la enfermedad 21 años antes. Se compró más instrumental y se amplió el equipo de investigación.
En 1951 se habían descubierto tres cepas del virus y se desarrollaba una vacuna. Salk se basó en el principio del virus muerto que, en realidad, eran virus de polio vivos cultivados en el laboratorio, pero químicamente inhibidos de reproducirse. Se los introducía en la sangre y empezaban a actuar. Esos virus “benignos” engañaban al sistema inmunológico que comenzaba a producir anticuerpos sin que el receptor sano corriera riesgos. El escepticismo respecto a esta fórmula fue generalizado. Salk estaba convencido y decidió inocularse a sí mismo, a su ayudante de laboratorio, a su esposa e hijos. Todos desarrollaron anticuerpos contra la polio y ninguno experimentó reacciones adversas.
La campaña de vacunación con voluntarios comenzó el 2 de julio de 1952; en los siguientes dos años se inoculó a dos millones de niños y jóvenes (los pioneros de la «poliomielitis»). El 26 de marzo de 1955, Salk anunció que su vacuna era segura. El 12 de abril de ese año el gobierno estadounidense la declaró segura, efectiva y potente. Se había ganado la batalla contra el virus de la parálisis infantil. El efecto fue contundente. En 1952 había 58.000 contagiados; en 1962 ese número había bajado a menos de mil.
Salk se negó a patentar la vacuna y a sacar rédito económico de su descubrimiento. Creía en el acceso abierto de las vacunas para la humanidad, en la colaboración entre colegas y generó un nuevo ideario: la biofilosofía. En una entrevista de noticias en la televisión se le preguntó quién poseía la patente. Respondió; “Bueno, la gente diría yo. No hay patente. ¿Podrías patentar el sol?”.
Durante esos años, tuvo un enfrentamiento legendario con Albert Sabin, el creador de la vacuna oral contra la enfermedad. La vacuna descubierta por Salk se originaba en virus muertos y la de Sabin en virus atenuados. La primera necesitaba refuerzos periódicos, la segunda producía inmunidad de por vida. La primera era intramuscular, la segunda era oral, lo que facilitaba la rapidez de la vacunación.
Finalmente, Sabin logró que se administrara su vacuna. No obstante, en los países que actualmente continúan con este flagelo, se aplica una versión que es una combinación de ambas. Los dos científicos tuvieron un punto en común: Sabin tampoco patentó su vacuna.
Salk y Sabin no proclamaron la solidaridad con la especie humana, la pusieron en práctica.
En 1963 Salk fundó y dirigió su propio Instituto Salk de Estudios Biológicos en donde investigó tratamientos para el cáncer, la esclerosis múltiple y la diabetes.
En 1968 se divorció de su esposa y se recluyó en sus investigaciones. En 1970 conoció a la artista plástica Françoise Gilot que había convivido con Pablo Picasso y ninguneaba a los científicos por considerarlos aburridos. Pero Jonas Salk la sorprendió. Tuvieron varios encuentros y él le propuso casamiento. Ella se negó. Entonces Salk le entregó una hoja y le pidió que escribiera las razones de su negativa. Fueron claras: “No puedo estar junto a otra persona más de 6 meses al año, tengo mis propios hijos, tengo mi propia carrera como pintora y no la pienso relegar, y me gusta vivir poco tiempo en cada lugar”.
Salk las leyó, la miró y le dijo: “Todo muy razonable. No veo por qué no puedo vivir bajo estas reglas. Casémonos”. Fue un enamoramiento escalonado y exitoso. Se casaron, vivían juntos solo seis meses al año y fueron pareja hasta que el científico falleció en La Jolla, California.
En 1975 renunció para continuar estudios en forma independiente. A partir de la década del ‘80, se introdujo en el estudio de una vacuna contra el sida que no llegó a concretar. Su visión biofilosófica, en la que unía el funcionamiento de la vida humana y de la sociedad, lo llevó a crear el campo de la psiconeuroinmunología: el estudio de la interacción entre los procesos psicológicos y los sistemas nervioso e inmunitario humanos, y su efecto sobre la salud y la resistencia a las enfermedades. Se anticipó a diversas discusiones actuales con sus libros Población mundial y valores humanos: una nueva realidad (1981) y Anatomía de la realidad: fusión de la intuición y la razón (1983).
Talentoso, trabajador, perseverante, obstinado, soñador. Un integrante de lujo de nuestra popular.
Salú Jonas Salk! Por tu destreza para investigar y por tu compromiso con una ética que vale la pena, la que no se esconde en excusas. Un ejemplo real para los laboratorios y gobiernos que acumulan dosis de vacunas y se resisten a liberar las patentes.

Ruben Ruiz
Secretario General 


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