El socio artístico que aconsejaba a Gardel
Un día como hoy pero de 1887 nacía José Razzano, cantor y compositor uruguayo que formó un famoso dúo con el “Morocho del Abasto” y luego fue su secretario y representante.
Nació en Montevideo, República Oriental del Uruguay. Hijo de la pareja italiana formada por Nicolás Razzano, carpintero y Josefina Martino, ama de casa. Su padre murió cuando tenía José dos años. Se mudó con su madre a Buenos Aires, más precisamente a Balvanera Sur. Siempre le gustó el canto y comenzó a despuntar el vicio en el coro de la iglesia Regina Martyrium, conocida en el barrio como la “iglesia de los jesuitas”.
Allí conoció al futuro gran actor nacional Roberto Casaux, con quien actuó en algunos teatros. Razzano cantaba aires criollos y Casaux intercalaba sus imitaciones cómicas de italianos, vascos, franceses y alemanes. En 1903 algunos datos indican que participó como cantor criollo en la Compañía Dramática Nacional encabezada por Adriana Cornaro. Simultáneamente, integró varios centros tradicionalistas de Barracas al Sur (actualmente Avellaneda): “El Pacará”, “Los Pampeanos”, “Los Leales”, animando los carnavales y fiestas populares. También cantaba en los comités conservadores de la Capital Federal y el gran Buenos Aires.
Para el año 1907 su centro de operaciones era el “Café del Pelado”, en Moreno y Entre Ríos. Su fama crecía extramuros de Balvanera Sur y en el lado Norte del barrio crecía otra voz: Carlos Gardel, “El Morocho”. Hasta que los compinches de ambos decidieron que se encontraran para definir quien tenía mejores condiciones como cantor y payador. El encuentro se realizó en la casa de un pianista apodado Gigena y se declaró un empate.
La fama de buen cantor le permitió a Razzano grabar su primer disco en 1911 con la Victor Talking Machine Company. Fueron diez temas, el primero de ellos se titulaba “La china fiera”.
Tiempo después se produjo un segundo encuentro de payadores entre Razzano y Gardel. Esta vez en la casa de Enrique Falbi, donde también participó Francisco Martino (primo de Razzano), cantor criollo, zapateador, guitarrero y compositor. Comenzó a entablarse una amistad entre los cantores. Falbi, inspector de una compañía de seguros los incitó a formar un trío y recorrer la provincia de Buenos Aires. Razzano declinó porque su madre estaba enferma.
Nació entonces el dúo Gardel-Martino que con intrepidez iniciaron una gira por las provincias de Buenos Aires y La Pampa. Regreso sin pena ni gloria y reencuentro con Razzano que aceptó ser parte de una nueva “tournée”. Antes de salir de gira tocaron en la Casa Suiza bajo el nombre de “Terceto Nacional Gardel-Martino-Razzano”. Imprevistamente, se incorporó el guitarrista y compositor Saúl Salinas, “El Víbora”, que le dio solidez al novísimo cuarteto.
Arrancaron en los carnavales de Zárate y continuaron en San Pedro. Éxito razonable pero fracaso económico. Salinas se bajó de la expedición artística y volvió a su San Juan natal. Incertidumbre y reacción. Se recompuso el trío y tocaron en los intervalos del cine de San Pedro. Envalentonados siguieron de gira por San Nicolás, Pergamino, Rojas, Junín, Mercedes, Chacabuco, Alberti, Bragado (suspendido por lluvia torrencial), Gral. Viamonte, Lincoln, Huinca Renancó, General Pico, Quemú Quemú y Bahía Blanca, donde payaron con Ignacio Corsini.
Sus finanzas estaban destruidas y vendieron sus guitarras para comprar el boleto de vuelta. Probablemente allí, Martino se bajó del proyecto con sus amigos. Retornados a Buenos Aires, Razzano se encontró con Francisco Taurel, empresario de la farándula vinculado a la política que necesitaba un par de cantores para una fiesta con “grandes personalidades”. Raudo, Razzano fue a buscar a Gardel quien le recordó que carecían de guitarras. Consiguieron una, se presentaron puntuales en la elegante “Confitería Perú” y cantaron con un éxito rotundo.
Cena y copas en “Armenonville”, cabaret y restaurante de lujo en Alvear (hoy Av. Del Libertador) y Tagle. Los cantores descollaron hasta la mañana. Nacía el dúo Gardel-Razzano. Los dueños del lugar los encararon y les ofrecieron un contrato por 70 pesos por día. La noche siguiente debutaron oficialmente con gran éxito. Continuaron sus actuaciones diarias, se metieron de lleno en la escena tanguera porteña y se codearon con maestros consagrados como Roberto Firpo o Eduardo Arolas. Unos cracks…
La fama del dúo rompió las fronteras: Uruguay, Brasil, Chile, España.
Pero en 1925 Razzano comenzó con sus problemas en la garganta, se sometió a una intervención y dejó de cantar. Gardel lo nombró administrador general de todos sus bienes y, al mismo tiempo, desempeñó las tareas de secretario particular y colaborador en la selección del repertorio. Tomó clases con la profesora Josefina Hols de Schusselin e intentó volver al canto. Grabó el tango “Zaraza”, “Claveles mendocinos” y “Serrana impía” realizados con sistemas de grabación eléctricos. Hubo otros intentos pero su voz no respondía y abandonó el canto.
Posteriormente, se produjo un hecho triste. Por diferentes motivos hubo un distanciamiento en la relación con Carlos Gardel hasta que en 1933 fue reemplazado por Luis Perotti en la confección de los contratos, quien negoció con la Paramount el ingreso de Gardel al cine.
La muerte de “El Zorzal criollo” en 1935 lo afectó seriamente a pesar de las diferencias y se refugió en su casa de Bonorino 477, del barrio de Flores, junto a su esposa Cristina Chirinícola y su hija. No obstante, siguió ligado al mundo del tango. Fue representante de varios cantores, especialmente de “Charlo”, con quien compartió las giras por Uruguay, Brasil, Chile, Perú, Venezuela y Cuba.
Por otra parte, desarrolló una actividad constante en defensa de los derechos de los artistas. Formó parte de diferentes asociaciones, en 1930 presidió la Asociación Argentina de Autores y Compositores (antecesora de SADAIC) y, a partir de la década del ’40 se dedicó con mayor exclusividad a la defensa específica de los derechos de autores y compositores de música.
Fue nombrado socio honorario por Agadu (Asociación general de Autores de Uruguay) como por Sbat (Sociedad Brasilera de Autores Teatrales) y fue presidente del núcleo “Autores Unidos Homero Manzi” integrada por Charlo, Cátulo Castillo, Enrique Santos Discépolo, Aníbal Troilo, José María Contursi, Ciriaco Ortiz, Sebastián Piana, entre otros.
No se olvidó del tango. Compuso “Ponchito de vicuña”, grabado por la orquesta de Francisco Canaro. Tuvo un prolífico trabajo conjunto con Cátulo Castillo y compusieron “Café de los angelitos”, “Tres, seis, diez”, “Camino del Tucumán”, “Diez años pasan” y “Valsecito de patio”; la milonga “Soy un porteño” con versos de Celedonio Flores, la milonga “Compadre, qué le va a hacer” en yunta con Aníbal Troilo y “Milonga del peón de campo” con Atahualpa Yupanqui.
El 30 de abril de 1960 dejó libre a su guitarra y dio descanso a su voz en la casa de Flores.
Salú José Razzano! Payador sesudo, símbolo criollo de Balvanera Sur que paseaste con estilo por el mundo, representante fiel del tango cantado, palenque sabio de Gardel.
Ruben Ruiz
Secretario General