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Efemérides 24 de Julio – Consuelo Álvarez Pool

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Una de las primeras telegrafistas y primera periodista de radio de España

Un día como hoy pero de 1867 nacía Consuelo Álvarez Pool, conocida con el seudónimo periodístico de “Violeta”. Escritora de la “Generación del 98”, periodista, traductora, política, intelectual anticlerical, feminista, sufragista, conferenciante, sindicalista y masona española. Republicana convencida, represaliada permanente del franquismo.
Nació en Barcelona. Hija de Sarah Jane Pool, inglesa y de Gabriel Álvarez Muñiz, leonés, militante de Unión Republicana, maestro de profesión y defensor consecuente de la igualdad educativa para niños y niñas. Nieta de españoles e ingleses lo que le permitió aprender ambos idiomas. El trabajo itinerante de su padre obligó a la familia a recorrer buena parte la geografía española (Gijón, Burgos, Zamora, Huelva, Trubia).
En 1883 falleció su padre y la situación económica de la familia se desbarrancó. Consuelo se inscribió en Escuela de Telégrafos, fundada por la Asociación para la Enseñanza de la Mujer, realizó el curso de dos años de duración, obtuvo el título de telegrafista y en 1885 aprobó el examen para ingresar como Auxiliar Temporaria en el Cuerpo de Telégrafos. Los avatares de la vida le jugaron en contra: la notificación para incorporarse a la oficina telegráfica de Valencia llegó a su casa pero no había nadie y el cartero devolvió la misiva a la oficina de origen.
La economía familiar se hacía insostenible y su madre acudió a una estrategia muy común de la época. Buscó un candidato y concertó el matrimonio de Consuelo con Bernardo Azcárate Álvarez, dibujante técnico y mecánico de una fábrica de armas en Trubia, Asturias. No había amor ni atracción alguna. Había profunda necesidad económica.
Tuvieron cuatro hijos/as de los que sobrevivieron solo dos. En 1902 Consuelo se separó de su marido y se mudó a Oviedo con sus párvulos. Afirmó: “más virtud huir, noblemente, de un marido a quien no se ama (…) que engañarlo a mansalva, fingir caricias, vender promesas y aceptar con repugnancia penosas realidades” y se produjo un escándalo de proporciones.
Comenzó a escribir en el periódico “El Progreso de Asturias” y logró estabilizar su enclenque economía. En 1904 se dirigió a Madrid e ingresó a “El País” donde consiguió una colaboración fija y rentada. Nació el seudónimo de “Violeta”. Debía escribir sobre los quehaceres domésticos en una sección destinada a las mujeres pero logró mixturar notas sobre el divorcio, los derechos de las mujeres a la educación, la reforma de las cárceles, las condiciones laborales de los trabajadores/as y la violencia machista, entre otros temas.
Acumuló presiones pero las sobrellevó con guapeza e hizo migas profesionales y literarias con compañeros de trabajo de la talla de Pérez Galdós, los hermanos Machado, Azorín, Valle-Inclán, Pío Baroja. Además, intercaló filosos cuentos en los que criticaba el papel de “ángel del hogar” destinado a las mujeres o sobre la opción extendida masivamente ante la desdicha matrimonial que no era otra que el convento, el manicomio o la enfermedad y la muerte.
Consolidó su exposición pública escribiendo en publicaciones como “La Conciencia Libre”, “Librepensadora”, “La Vida Socialista”, “El Telegrafista Español” o “Pensamiento Femenino”. Su pluma denunció con precisión el maltrato a las mujeres y los niños, el acoso laboral, los desalojos, diseccionó la realidad silenciada de las prostitutas y reivindicó el pacifismo. Simultáneamente, estudiaba francés e italiano en la Escuela Oficial de Idiomas de Madrid.
En 1906 fue corresponsal de “El País” en el Congreso Internacional de Telegrafía sin hilos que describió con detalle gracias a sus conocimientos técnicos. En 1907 ingresó en la Asociación de la Prensa de Madrid junto a Carmen de Burgos que escribía en el “Heraldo de Madrid”. Solo cinco mujeres entre mil socios varones. Un desafío bravo. En paralelo, intervino activamente en el mundo de la política. En 1906 encabezó una campaña de mujeres liberales e ingresó a la masonería, en 1907 participó de numerosos mitines en apoyo a los candidatos republicanos de Madrid y en 1909 fundó la asociación “Las Damas Rojas”, en defensa de los derechos laborales de las mujeres, el derecho al voto y al divorcio.
No obstante, no cejó en su intentó por trabajar como telegrafista. En 1908 se presentó a los exámenes de ingreso en la Dirección de Telégrafos. La oposición constaba de tres exámenes. El primer de ellos era escrito: dictado, análisis gramatical y operaciones aritméticas. El segundo, era oral: geografía física y política de España; estados y capitales de Europa, Asía, África, América y Oceanía y conocimientos sobre asignaturas específicas, el telégrafo y el teléfono en España. El tercero era práctico, y consistía en transmisión y recepción del aparato Morse, a razón de 20 palabras cada cinco minutos como mínimo.
Consuelo lo aprobó e ingresó en 1909 como Auxiliar femenino de Tercera en la sección de Negocios Internacionales por su dominio de idiomas. En el Primer Escalafón de Telégrafos aprobado en 1911 ya había ascendido a la categoría de Auxiliar femenino de Segunda. En 1915 integró la sección de prensa de la Secretaría de Comunicaciones, un nuevo formato para dar a conocer el desarrollo de esa actividad y en 1917 una sección homóloga en el Ministerio de Fomento. Aparecían el telegrama comercial, la Caja de Ahorro Postal y el proyecto de telefonía.
Sus opiniones continuaban desplegando certezas y críticas. En 1912 publicó “Poesía, Teatro y Toros”, donde desgranaba la tragedia de la desocupación, la alienación y la afición de ricos y pobres por la tauromaquia. En 1913 publicó un artículo develador: “El problema de Telégrafos”, donde diseccionaba aspectos como el sueldo insuficiente, el nepotismo, la falta de compañerismo, la inercia de las autoridades, la masiva presencia femenina, el arrendamiento telefónico y proponía un nuevo método de funcionamiento para el Cuerpo de Telégrafos.
En enero de 1925 se transformó en la primera mujer periodista de radio. Tenía su columna sobre la problemática femenina en Radio España y luego en Unión Radio. Una novedad de principio de siglo XX en el éter.
En su trajinar incansable formó parte de la Asociación El Fomento de las Artes, en la que obtuvo por concurso la cátedra de Gramática Francesa y Española, de la Asociación Centros de Hijos de Madrid, para proteger a la infancia, de la Sociedad Española del Abolicionismo que luchó para la erradicación de la prostitución, de la Asociación de Mujeres contra la Guerra y el Fascismo a quien representó en el Congreso Mundial de París de 1934 y en la Segunda Conferencia Nacional de Mujeres contra la Guerra y el Fascismo celebrada en Valencia.
En 1931 fue electa en la conducción del Sindicato de Telégrafos y fue elegida por sus compañeros/as para integrar la Junta Consultiva del Cuerpo de Telégrafos, desde donde impulsó la creación de la Escuela Técnica Superior de Ingenieros de Telecomunicación. En paralelo, se presentó como candidata a diputada por el Partido Republicano Demócrata Federal. No alcanzó a ser electa y apoyó decididamente a su compañera Clara Campoamor, del Partido Radical, en la lucha por consagrar el voto femenino que se materializó ese año.
Luego vino el franquismo y sufrió una dura persecución. Se le aplicó la Ley de represión de la Masonería y el Comunismo. Fue juzgada y condenada a 12 años de prisión que cumplió bajo el régimen de libertad provisional por su avanzada edad, 77 años, y su débil estado de salud.
En el invierno de 1959 dijo adiós. Los códigos dejaron de funcionar un instante y las comunicaciones hicieron un silencio en honor a una de sus eficaces impulsoras.
Salú Consuelo Álvarez Pool! Por tu irreverencia consecuente, por tu pasión para defender el derecho de las mujeres y los niños/as, por apostar a las ciencias y las artes, por ir hacia adelante en condiciones adversas y valorar la palabra y la osadía del optimismo.

Ruben Ruiz
Secretario General 


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