El rey de la sanata
Un día como hoy pero de 1905 nacía Fidel Adolfo Pintos, compositor, actor y humorista argentino de teatro, radio, cine y televisión que marcó una época en el humor porteño. Gran observador de las situaciones y personajes que lo rodeaban y que, con talento, transformaba en humor. Sus centros de operaciones: el bar, el billar, la milonga, las charlas nocturnas con sus amigos.
Nació en el Bajo Belgrano. Su preferencia futbolera se dividía entre River Plate y Defensores de Belgrano (club del que llegó a ser padrino). A los 14 años comenzó a trabajar como cadete en el Banco Holandés. A los 19 ingresó al Correo Argentino, primero en la sucursal San Isidro y luego en el Correo Central, donde fue delegado gremial. En 1933 se produjo una salvaje “racionalización de personal” y Fidel Pintos fue uno de los miles de cesanteados.
Ese año comenzó teatro experimental con el grupo Churrinche, dirigido por el uruguayo Domingo Sapelli. Paralelamente, dirigía su propia academia musical y escribía tangos. Para redondear sus ingresos realizaba presentaciones de cantantes y orquestas de tango en clubes de barrio y cafetines. Se consolidó como presentador en el auditorio de la UTA, el sindicato de choferes de subterráneos, tranvías y colectivos, donde recitaba glosas clásicas antes de presentar a los cantantes.
Una noche se quedó sin guion e improvisó una glosa: “Suena un tango / y mientras un tango suena / como una condena / que va llegando / a los corazones / la mina canta / por eso, hummmm, claro / el farol biri biri, snif, nummm / el bandoneón». La reacción del público fue inaudita. Nadie entendió demasiado lo que habían acabado de escuchar pero muchos se acercaron a felicitarlo. Los había seducido la convicción con que lo había expresado. Pareció serio y profundo.
Nacía la sanata, que, según los diccionarios lunfardos, es una «manera de hablar confusa, incomprensible, en la que se expone un argumento sin sentido ni ideas claras».
Y con ella nacía su más acabado exponente.
En esos años conoció a los hermanos Rubistein y generó una amistad decisiva en su futuro. Trabajó como empleado en la Primera Academia Argentina de Intérpretes, dirigida por los Rubistein y donde enseñaban Osvaldo Pugliese, Mariano Mores, Domingo Sapelli. Su vocación tanguera se vio potenciada. Fue autor de la música de “Te vi partir”, “Vamos corazón” (en colaboración con Juan José Guichandut), “Angustiosamente”, “Después” y “Embriaguez” (las tres con Manuel Ceferino Flores), “Una copa más” (con Luis Rubistein), “Náufrago” (con Guillermo Cavazza) y “Lamentos”, entre otras.
En 1945 debutó en el teatro de revistas. Trabajó en el Maipo, el Nacional, el Casino, el Comedia, en los cabarets Marabú y Tabaris, y en el “colmao” El Tronío. Su humor se perfeccionaba. En 1947 incursionó en el cine con Novia, marido y amante, luego con Un tropezón cualquiera da en la vida y Alma de bohemio , las dos junto a Alberto Castillo, y Mujeres que bailan, con Niní Marshall.
En 1948 dio un paso que acrecentó notablemente su fama. Desparramó su humor en la radio. Comenzó en Splendid con el programa “El mundo al revés” y en 1950 se trasladó a Radio Callao. Allí dio vida a “Churrinche” y, quizás, su personaje más popular: “Mesié Canesú”, un improvisado modisto, bastante cursi, poco serio, de léxico rebuscado, que daba un sinfín de consejos absurdos.
Retomó su recorrido por el cine con sus primeros dos protagónicos en La vida color de rosa y El hermoso Brummel, y siguió con Ué paesano, película sobre la relación entre argentinos e inmigrantes italianos, junto a Susana Campos y Nicola Paone.
En 1959 produjo otro éxito en el programa “Calle Corrientes” en Radio Splendid. Su personaje: Placé, un porteño extrovertido y “burrero” que siempre insinuaba tener la “fija” pero nunca acertaba a ganador. Su popular saludo era: “¿Qué decís, corazón de orión?». Su latiguillo: “Yo fumo un paquete de rubios y otro de negros. ¿Para cambiar de tos, sabés?».
En la década del ’60 ingresó al mundo de la televisión. En 1962 participó en Viva contento por Canal 7. Pero el despegue ocurrió con Operación Ja-Já a partir de 1963 y luego El botón en 1969. Dos sketch memorables fueron “La mesa de café” (antecedente de Polémica en el bar) en el que Fidel Pintos desplegaba su personaje de sanatero junto a Jorge Porcel, Juan Carlos Altavista, Carlos Carella y Rodolfo Crespi (después Adolfo García Grau) y “La peluquería de Fidel” (antecedente de La peluquería de Don Mateo) en el que representaba al coiffeur que daba clases magistrales inentendibles y actuaba junto a Javier Portales, Jorge Porcel, Juan Carlos Altavista, María Rosa Fugazot y un joven Alberto Olmedo con su matafuegos cada vez que pronunciaban la palabra «¡Fuego!».
Otros personajes que para el recuerdo fueron el profesor Fidelius (precedente remoto del Manosanta), un adivino que con su bola mágica disparaba situaciones hilarantes, el mecánico diplomado que no sabía ajustar ni una tuerca o el gaucho de los mates dulces, personaje con el que cantó y bailó a sus 65 años.
En 1969 encabezó La baranda un programa cómico emitido por Canal 11 con Juan Carlos Altavista, Fidel Pintos, Miguel Ligero y Marcos Zucker. En 1970 recibió el Martín Fierro al mejor actor cómico en TV y volvió a Radio Splendid con Discosanatas en alta Fidel…idad y Pintos…fonía, con libretos de Víctor Harriague.
Mantuvo una vigencia inalterable con nuevas películas como Intimidades de una cualquiera con la dupla Isabel Sarli-Armando Bó, en el teatro de revistas con La revista de oro y en la televisión con una versión remozada de Polémica en el bar, hasta que la noche del 11 de mayo de 1974 se despidió en forma sorpresiva después de una función.
Salú Fidel Pintos!! Por tu expresión inconfundible, por tu humor inoxidable, por tus personajes desopilantes y cercanos. Un integrante entrañable de nuestra popular imaginaria…
Ruben Ruiz
Secretario General