Marcha sobre Washington por el trabajo y la libertad
Un día como hoy, pero de 1963, se llevó a cabo la “Marcha sobre Washington por el trabajo y la libertad” convocada por la comunidad negra de Estados Unidos en la que participaron 300.000 personas que se congregaron en el monumento a Abraham Lincoln. Llegaron de todos los rincones del país en 2000 colectivos, 21 trenes especiales, 10 aviones fletados y miles de automóviles y su momento más recordado fue cuando Martin Luther King expresó la frase: “yo tengo un sueño…”.
Fue organizada por Asa Philip Randolph (presidente internacional del sindicato Hermandad de los Conserjes de Coches Cama, vicepresidente de la central obrera AFL-CIO y presidente del Consejo Laboral Negro Americano), James Farmer (director del Congreso por la Igualdad Racial), Cleveland Robinson (dirigente del sindicato de Trabajadores de Tiendas Minoristas, Mayoristas y Grandes Tiendas), Martin Luther King y Bayard Rustin (presidente y director de la Conferencia Sur de Liderazgo Cristiano), Roy Wilkins (presidente de la Asociación Nacional para el Progreso de las Personas de Color), Whitney Young (presidente de la Liga Nacional Urbana), John Lewis (presidente del Comité de Coordinación Estudiantil No Violento), Walter Reuther (presidente de la Unión de Trabajadores del Automóvil, el Aero espacio y la agricultura de USA), Mathew Ahmann (director ejecutivo de la Conferencia Católica Nacional para la Justicia Interracial), el rabino Joachim Prinz (presidente del Congreso Judío Americano), Eugene Carson Blake (presidente de la iglesia Presbiterana Americana) y Joseph Rauh Jr. (abogado por los derechos civiles y activista sindical).
La «Marcha en Washington por el empleo y la libertad» tenía como objetivo, no solo, terminar con la segregación racial y la discriminación en el sur de sino también garantizar que los/as estadounidenses de todas las razas tuvieran acceso a una educación integrada y de calidad, viviendas accesibles, derecho de la comunidad negra a votar, elevación del salario mínimo, incluir a los trabajadores agrícolas, las empleadas de casas particulares y los empleados públicos que habían sido excluidos precisamente de la ley federal del salario mínimo, creación de un Comité de Prácticas Justas de Empleo para evitar que las empresas privadas, las agencias gubernamentales y los sindicatos discriminaran a los trabajadores por motivos de raza, color, religión o nacionalidad.
La consecuencia inmediata fue la aprobación de la Ley de los Derechos Civiles (1964) y la Ley de Derecho al Voto (1965) que el gobierno de John Kennedy se vio obligado a impulsar. Después todo fue más lento y contradictorio.
Se organizó un festival musical y cultural del que participaron Bob Dylan, Joan Baez, Harry Belafonte, el trío Peter, Paul and Mary, la cantante Odetta y los actores Marlon Brando y Charlton Heston. La actriz Ruby Dee y el actor Ossie Davis fueron los maestros de ceremonia.
Hablaron los líderes de las organizaciones de derechos civiles convocantes (James Farmer estaba preso en Luisiana por lo que fue reemplazado por Floyd McKissick), el dirigente sindical Walter Reuther y la única mujer que se dirigió a la multitud fue la actriz, activista y ex integrante de la Resistencia Francesa en la segunda guerra mundial, Joséphine Baker.
El último orador fue Martin Luther King. Habían pasado seis horas desde el inicio. Tenía la difícil tarea de entusiasmar a un público estoico pero cansado. Cuentan que lo logró con un discurso en el que comenzó con la idea de que esa movilización no era el fin sino el inicio de un camino que los llevaría a terminar con la discriminación y la pobreza. Recordó la Proclama de la emancipación, habló sobre el incumplimiento de sus preceptos para con la comunidad negra y auguró que no habría ni descanso ni tranquilidad en Estados Unidos hasta que a los negros se les garantizaran sus derechos de ciudadanía.
En un momento -recuerda su abogado personal Clarence Jones- corrió el texto al lado izquierdo del podio, se rascó la pantorrilla de su pierna izquierda con el pie derecho, observó a la multitud y miró de reojo a la cantante de góspel Mahalia Jackson, que acaba de gritarle ‘¡cuéntales del sueño, Martin!’.
Y entonces, Martin Luther King pronunció esas cuatro palabras que aún resuenan en la comunidad negra de Estados Unidos y que hoy tienen más vigencia ante el vergonzoso imperio de la brutalidad policial, la discriminación racial que sigue azotando a millones de personas y de la pobreza que no cede a pesar de la sobreproducción de bienes.
Salu, a todos aquellos que creen que el racismo, la discriminación y la pobreza deben ser derrotados!!!
Ruben Ruiz
Secretario General