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Efemérides 28 de Septiembre – Confucio

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La ética por sobre la religión y la guerra

Un día como hoy pero de 551 a.C nacía Kong Qiu o K’ung-fu-tzu, (literalmente «Maestro Kong», traducido del mandarín Kǒngzǐ y su variante Kǒngfuzǐ, de la cual deriva el nombre en castellano). Filósofo, educador, pensador y administrador chino con enorme trascendencia en la historia de la filosofía universal y una gran influencia en la cultura china y asiática hasta la actualidad.
Nació y creció en la ciudad de Qufu (K’u-fou) en el estado vasallo de Lu (hoy, provincia de Shandong), un territorio controlado por la dinastía Zhou pero que tenía cierta autonomía a cargo de los líderes locales. Hijo de Yan Zhengzai, una joven de 15 años que se había casado con Shu-liang He, un erudito y militar de 70 años de edad. El mito cuenta que comía desde muy pequeño porque no lo saciaba la leche materna y que tenía siete fealdades: orejas grandes, ojos saltones, nariz ancha, cejas caídas, labio torcido y frente grande con una abolladura en la parte superior.
Su padre falleció cuando él tenía tres años y la economía familiar se derrumbó. Confucio quedó a cargo de su madre que falleció cuando él tenía 20 años. Estudió en escuela de plebeyos y aprendió las Seis Artes: ritos, música, tiro con arco, equitación, caligrafía y matemáticas.
A los 19 años se casó con Quiguan Shi con quien tuvo un hijo y dos hijas. Tiempo después falleció su madre y mantuvo tres años de luto, según la tradición imperante. Trabajó como cuidador de ovejas y caballos, como contable y, finalmente, como director de obras públicas y de justicia en su estado natal.
Durante esos años gobernaban las guerras continuas entre señores feudales, la confrontación permanente entre familias, ciudades y estados, la corrupción, las injusticias de diversa índole y la degradación social. Confucio intervino en varios episodios como consejero o como ideólogo de algunas estrategias mitigadoras o cambios de dirección. Su posición era clara: la diplomacia debía superar a las acciones violentas. La realidad no siempre permitió ese ejercicio. Fue designado gobernador de una pequeña ciudad y luego al cargo de ministro del Crimen.
Simultáneamente, crecía su influencia como educador de las élites fragmentadas. Eso le trajo como consecuencia variopintos enemigos internos. En el año 497 a.C partió hacia el autoexilio. Había fracasado en su intento de impulsar entre los príncipes y sus acólitos las ideas de centralismo político, del uso del diálogo para resolver controversias y de la supremacía del buen gobierno como fuente de poder y legitimidad popular.
Se dedicó entonces a concentrar sus esfuerzos en la preparación de discípulos de todas las clases sociales que absorbieran y difundieran esas ideas. Comenzó un largo periplo de enseñanzas en el noreste chino. Su concepción se basaba en la educación como pilar de una sociedad de masas que tuviera perspectiva y en la ética tanto privada como en la gestión gubernamental. Ciudades como Chengpu, Diqiu, Kuang, Taoqiu, Sangqiu, Xinzheng, Chengfu, Xincai, Ye, Chen o Linzi lo vieron desgranar sus principios. Su prestigio crecía entre la población más pobre y su prédica contrastaba con el estado de desorden impuesto por los poderosos.
En 484 a.C retornó a su ciudad natal, por invitación de Ji Kangzi, el primer ministro de Lu. Fue asesor de gobierno pero lo más distintivo fue que fundó una escuela en la cual impartió enseñanza sobre la antigua cultura china. Podían acudir ricos o pobres, niños o adultos porque para Confucio el conocimiento o la ética eran conceptos que debían comprender, incorporar y defender todas las personas. La apertura de esta escuela fue un cimbronazo público porque hasta allí solo los monarcas, duques o aristócratas tenían acceso a la educación regular.
Los principios éticos eran el centro de gravedad de su enseñanza. Estaban precedidos por un ideario común en la cultura china por lo que su difusión fue bastante fluida. El altruismo, la tolerancia, el respeto mutuo, la armonía social y el cumplimiento del deber eran valores antiguos que la sociedad tenía presentes aunque veía lejanos por la acción de los gobernantes.
Los pilares teóricos de Confucio eran los “Cinco Clásicos” de la cultura china que analizó y enseñó: El libro de las mutaciones, El libro de la historia, El libro de la poesía, El libro de los ritos y Anales de primavera y otoño.
Confucio sostenía que el orden social y político que debía presidir la vida cotidiana se sustentaba en la justicia, el respeto a los demás, el esfuerzo personal, el orden, la sinceridad, la reciprocidad. Dio gran importancia a la sabiduría, fruto del estudio sostenido y la meditación.
Era un pensamiento conservador que valoraba la familia tradicional, el respeto, cuidado y honra irrestricta de los hijos a los padres, la obediencia de las mujeres a sus maridos, la sumisión del pueblo a las autoridades, el peso ancestral de los ritos y costumbres.
Y, a la vez, disruptivo e innovador porque propiciaba la ejemplaridad, austeridad y rectitud moral innegociables que debían tener los gobernantes, sostenía que la nobleza no tenía origen divino ni obligatoriamente sanguíneo sino que derivaba de la superioridad moral, rechazaba la tiranía, habilitaba a la rebelión en caso de gobernantes inmorales, exigía coherencia entre la forma de pensar y de obrar, buscaba la armonía pero enfrentaba la idea de uniformidad, impulsaba la reflexión como método para comprender la realidad con criterio propio.
Su estilo de divulgación fue simple y directo. Su arma fue el aforismo. Frases cortas y prácticas: “Si ya sabes lo que tienes que hacer y no lo haces entonces estás peor que antes, “La ignorancia es la noche de la mente: pero una noche sin luna y sin estrellas”, “Hay tres caminos que llevan a la sabiduría: la imitación, el más sencillo; la reflexión, el más noble; y la experiencia, el más amargo”, “Estudia el pasado si quieres pronosticar el futuro”, “Exígete mucho a ti mismo y espera poco de los demás. Así te ahorrarás disgustos”, “El hombre que ha cometido un error y no lo corrige comete otro error mayor”. Enseñanzas entendibles, cercanas.
Devastado por la muerte de su hijo y varios de sus discípulos se despidió en 479 a.C y, posiblemente, experimentó esa búsqueda del equilibrio cósmico que quiso imitar en su tierra.
Los discípulos le dieron organicidad a sus enseñanzas; a veces con escritos rescatados, otras veces por relatos indirectos y construyeron el ideario de este pensamiento político que se llamó Confucionismo y que tiene como fuentes principales las Analectas, compilación de las disertaciones de Confucio, Gran Saber, Doctrina de la medianía y Mencio.
Salú Confucio! Por enfrentar la debacle social de tu tiempo con sabiduría práctica, profundidad política, pedagogía popular y simpleza literaria para que la reflexión individual y la acción colectiva ante los poderosos fueran posibles en una nación que es casi un continente.

Ruben Ruiz
Secretario General 


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