Julio Verne
Un día como hoy pero de 1828 nacía Jules Gabriel Verne, escritor, dramaturgo y poeta francés, recordado por sus extraordinarias novelas, precursoras de la literatura de ciencia ficción moderna.
Nació en la Île Feydeau, Nantes. Hijo de Pierre Verne, abogado influyente, y de Sophie Allotte de la Fuÿe, descendiente de una familia de marineros y escritores bretones y escoceses. Julio fue el mayor de cinco hermanos/as. En 1839 ingresó al colegio Saint-Stanislas, donde se destacó en geografía, griego, latín y canto. Desde pequeño se interesó por los artículos científicos, la geografía y la poesía. Y en el colegio, una maestra lo incentivó contándole historias de su marido marinero.
Al terminar su primer ciclo de estudios, su padre les regaló a él y a su hermano una pequeña balandra con la que pretendían recorrer el rio Loire hasta el mar. La aventura no se concretó por falta de una planificación que convenciera a Julio.
En 1846 se recibió en el Liceo Real de Nantes y al año siguiente partió hacia Paris para estudiar Derecho. Escribió una obra de teatro, Alejandro VI y comenzó a contactarse con la bohemia parisina. Entabló amistad con Alejandro Dumas, padre e hijo, y también con Nadar, fotógrafo y aeronauta, que lo inició en la práctica de los vuelos aerostáticos. En 1849 se recibió de abogado, pero decidió encarar el camino de la literatura contra la voluntad de su padre, que dejó de enviarle la pensión económica que le permitía subsistir.
Gastó el dinero que tenía en la compra de libros y se sumergió en las bibliotecas de París. Investigó, adquirió conocimientos científicos y escribió pequeñas obras literarias. Esa compulsión al estudio y el trabajo le trajo problemas físicos (como incontinencia intestinal y parálisis facial) y trastornos en el sueño. Aun en esas circunstancias, escribió novelas cortas, obras teatrales, artículos para revistas, libretos para pequeñas óperas y consiguió un trabajo como secretario del Teatro Nacional de París, que mejoró su situación económica.
En 1857 comenzó a trabajar como agente de bolsa, actividad que lo obligaba a viajar a Inglaterra, Escocia y Escandinavia. Ese año, también se casó con Honorine Deviane, viuda y con dos hijas. Fue una apuesta para lograr estabilidad emocional y construir una familia. El resultado fue desesperante. Huía de sus deberes familiares, se embarcaba en viajes cada vez más largos y continuaba obsesionado con escribir e incorporar conocimientos, actividades que le demandaban mucho tiempo. De hecho, cuando nació su hijo Michel, se encontraba de viaje.
La relación con su hijo fue mala; el niño era sumamente rebelde y su paternidad, descuidada. A tal punto llegaron los desencuentros que cuando Michel tenía 15 años, Verne lo envió a la Colonia Penal Mettray durante seis meses. Años más tarde, soportó los casamientos escandalosos y las paternidades ilegítimas de Michel. Recién al final de su vida logró estabilizar la relación con su único hijo.
En 1863 escribió su primera novela, Cinco semanas en globo, una gratificante mezcla de aventuras y datos históricos, geográficos y técnicos del continente africano y las exploraciones que se habían realizado en él. Su éxito fue inmediato y el editor, Pierre-Jules Hetzel, le ofreció un contrato de 20.000 francos anuales a cambio de que escribiera dos novelas por año con temáticas nuevas durante los siguientes 20 años. Verne aceptó, encontró seguridad económica y la serie se publicó durante 40 años. Se inició, así, la saga Viajes extraordinarios, que incluiría más de sesenta títulos.
En 1864 apareció Viaje al centro de la Tierra, que aún hoy nos introduce en la escritura rúnica, la alquimia del siglo XVI y las entrañas de un cráter de Islandia. Luego, un libro doble con De la Tierra a la Luna, en la que describió los pormenores de la fabricación del cañón Columbiad para enviar un proyectil a la luna, las diferencias entre los personajes y el desopilante final del proyectil, y Alrededor de la Luna, donde reseña el viaje de los tripulantes en una bala gigante y hueca hacia la luna, sus descubrimientos sobre el pasado en su lado oscuro, la imposibilidad de alunizaje y el amerizaje en el planeta Tierra.
Son notables las similitudes con la Apolo 8 que viajó verdaderamente a la luna 104 años después. Eran tres tripulantes, la duración fue de 150 horas, partió desde Florida, escaparon de la gravedad terrestre a 11 km por segundo, solo pudieron orbitar y utilizaron cohetes posteriores para regresar.
En 1869 publicó Veinte mil leguas de viaje submarino, obra que nos sumerge en el fantástico viaje del biólogo Pierre Aronnax, su asistente Consejo y el arponero canadiense Ned Land –prisioneros del Capitán Nemo con el que recorren la Atlántida, la Polinesia, el Mar Rojo o el Lejano Oriente–, en persecuciones, intentos de fuga y referencias sobre escafandras de buceo, máquinas productoras de aire respirable o fusiles de balas eléctricas.
Entre otros muchos libros de la saga, nos entregó La vuelta al mundo en ochenta días, con el relato del fascinante viaje de Phileas Fogg y su ayudante Jean Passepartout, Los hijos del capitán Grant y esa búsqueda planetaria que pasa por nuestra Patagonia, La isla misteriosa en la que esparce conocimientos científicos y escribe sobre la capacidad de adaptación al medio ambiente a través del personaje de Cyrus Smith, Miguel Strogoff y la pretendida invasión de los tártaros, que nos permite recorrer miles de kilómetros de los paisajes de Rusia en medio de traiciones y secretos, y Los quinientos millones de la begún, una novela utópica, donde denuncia el militarismo alemán mediante el relato de la construcción de dos ciudades opuestas, una pacifista y otra belicista.
En 1886 sufrió un ataque violento por parte de su sobrino; le disparó con un revólver sin motivo aparente y, como consecuencia, tuvo renguera hasta sus últimos días. Al año siguiente murió su editor, Pierre-Jules Hetzel y, meses después, su madre. Estos hechos impactaron sobre su escritura, que se volvió más sombría.
Decidió, entonces, mudarse a Amiens. Se instaló en la Casa de la Torre, fue elegido concejal durante 15 años consecutivos y propició varios cambios en la ciudad. Se acercó a grupos socialistas y anarquistas que le hicieron cambiar su visión conservadora (también perdió su optimismo sobre el uso de los avances científicos y la acumulación capitalista) como lo demuestra su obra Los náufragos del Jonathan, ambientada frente a Tierra del Fuego, donde pone a prueba esos nuevos conceptos ante la avaricia y las ansias de poder de unos náufragos ocasionales.
Escritor infatigable, anticipador serial de inventos y descubrimientos, creador de fantasías basadas en certeros datos científicos, descriptor minucioso de innumerables geografías y hechos históricos.
Salú Julio! Por hacernos sentir marineros, astronautas, viajeros globales, exploradores, náufragos, héroes y villanos, submarinistas, descubridores de secretos en tierras lejanas, siempre con un halo de verosimilitud científica que nos hacía sentir aventureros/as con una curiosidad voraz.
Nació en la Île Feydeau, Nantes. Hijo de Pierre Verne, abogado influyente, y de Sophie Allotte de la Fuÿe, descendiente de una familia de marineros y escritores bretones y escoceses. Julio fue el mayor de cinco hermanos/as. En 1839 ingresó al colegio Saint-Stanislas, donde se destacó en geografía, griego, latín y canto. Desde pequeño se interesó por los artículos científicos, la geografía y la poesía. Y en el colegio, una maestra lo incentivó contándole historias de su marido marinero.
Al terminar su primer ciclo de estudios, su padre les regaló a él y a su hermano una pequeña balandra con la que pretendían recorrer el rio Loire hasta el mar. La aventura no se concretó por falta de una planificación que convenciera a Julio.
En 1846 se recibió en el Liceo Real de Nantes y al año siguiente partió hacia Paris para estudiar Derecho. Escribió una obra de teatro, Alejandro VI y comenzó a contactarse con la bohemia parisina. Entabló amistad con Alejandro Dumas, padre e hijo, y también con Nadar, fotógrafo y aeronauta, que lo inició en la práctica de los vuelos aerostáticos. En 1849 se recibió de abogado, pero decidió encarar el camino de la literatura contra la voluntad de su padre, que dejó de enviarle la pensión económica que le permitía subsistir.
Gastó el dinero que tenía en la compra de libros y se sumergió en las bibliotecas de París. Investigó, adquirió conocimientos científicos y escribió pequeñas obras literarias. Esa compulsión al estudio y el trabajo le trajo problemas físicos (como incontinencia intestinal y parálisis facial) y trastornos en el sueño. Aun en esas circunstancias, escribió novelas cortas, obras teatrales, artículos para revistas, libretos para pequeñas óperas y consiguió un trabajo como secretario del Teatro Nacional de París, que mejoró su situación económica.
En 1857 comenzó a trabajar como agente de bolsa, actividad que lo obligaba a viajar a Inglaterra, Escocia y Escandinavia. Ese año, también se casó con Honorine Deviane, viuda y con dos hijas. Fue una apuesta para lograr estabilidad emocional y construir una familia. El resultado fue desesperante. Huía de sus deberes familiares, se embarcaba en viajes cada vez más largos y continuaba obsesionado con escribir e incorporar conocimientos, actividades que le demandaban mucho tiempo. De hecho, cuando nació su hijo Michel, se encontraba de viaje.
La relación con su hijo fue mala; el niño era sumamente rebelde y su paternidad, descuidada. A tal punto llegaron los desencuentros que cuando Michel tenía 15 años, Verne lo envió a la Colonia Penal Mettray durante seis meses. Años más tarde, soportó los casamientos escandalosos y las paternidades ilegítimas de Michel. Recién al final de su vida logró estabilizar la relación con su único hijo.
En 1863 escribió su primera novela, Cinco semanas en globo, una gratificante mezcla de aventuras y datos históricos, geográficos y técnicos del continente africano y las exploraciones que se habían realizado en él. Su éxito fue inmediato y el editor, Pierre-Jules Hetzel, le ofreció un contrato de 20.000 francos anuales a cambio de que escribiera dos novelas por año con temáticas nuevas durante los siguientes 20 años. Verne aceptó, encontró seguridad económica y la serie se publicó durante 40 años. Se inició, así, la saga Viajes extraordinarios, que incluiría más de sesenta títulos.
En 1864 apareció Viaje al centro de la Tierra, que aún hoy nos introduce en la escritura rúnica, la alquimia del siglo XVI y las entrañas de un cráter de Islandia. Luego, un libro doble con De la Tierra a la Luna, en la que describió los pormenores de la fabricación del cañón Columbiad para enviar un proyectil a la luna, las diferencias entre los personajes y el desopilante final del proyectil, y Alrededor de la Luna, donde reseña el viaje de los tripulantes en una bala gigante y hueca hacia la luna, sus descubrimientos sobre el pasado en su lado oscuro, la imposibilidad de alunizaje y el amerizaje en el planeta Tierra.
Son notables las similitudes con la Apolo 8 que viajó verdaderamente a la luna 104 años después. Eran tres tripulantes, la duración fue de 150 horas, partió desde Florida, escaparon de la gravedad terrestre a 11 km por segundo, solo pudieron orbitar y utilizaron cohetes posteriores para regresar.
En 1869 publicó Veinte mil leguas de viaje submarino, obra que nos sumerge en el fantástico viaje del biólogo Pierre Aronnax, su asistente Consejo y el arponero canadiense Ned Land –prisioneros del Capitán Nemo con el que recorren la Atlántida, la Polinesia, el Mar Rojo o el Lejano Oriente–, en persecuciones, intentos de fuga y referencias sobre escafandras de buceo, máquinas productoras de aire respirable o fusiles de balas eléctricas.
Entre otros muchos libros de la saga, nos entregó La vuelta al mundo en ochenta días, con el relato del fascinante viaje de Phileas Fogg y su ayudante Jean Passepartout, Los hijos del capitán Grant y esa búsqueda planetaria que pasa por nuestra Patagonia, La isla misteriosa en la que esparce conocimientos científicos y escribe sobre la capacidad de adaptación al medio ambiente a través del personaje de Cyrus Smith, Miguel Strogoff y la pretendida invasión de los tártaros, que nos permite recorrer miles de kilómetros de los paisajes de Rusia en medio de traiciones y secretos, y Los quinientos millones de la begún, una novela utópica, donde denuncia el militarismo alemán mediante el relato de la construcción de dos ciudades opuestas, una pacifista y otra belicista.
En 1886 sufrió un ataque violento por parte de su sobrino; le disparó con un revólver sin motivo aparente y, como consecuencia, tuvo renguera hasta sus últimos días. Al año siguiente murió su editor, Pierre-Jules Hetzel y, meses después, su madre. Estos hechos impactaron sobre su escritura, que se volvió más sombría.
Decidió, entonces, mudarse a Amiens. Se instaló en la Casa de la Torre, fue elegido concejal durante 15 años consecutivos y propició varios cambios en la ciudad. Se acercó a grupos socialistas y anarquistas que le hicieron cambiar su visión conservadora (también perdió su optimismo sobre el uso de los avances científicos y la acumulación capitalista) como lo demuestra su obra Los náufragos del Jonathan, ambientada frente a Tierra del Fuego, donde pone a prueba esos nuevos conceptos ante la avaricia y las ansias de poder de unos náufragos ocasionales.
Escritor infatigable, anticipador serial de inventos y descubrimientos, creador de fantasías basadas en certeros datos científicos, descriptor minucioso de innumerables geografías y hechos históricos.
Salú Julio! Por hacernos sentir marineros, astronautas, viajeros globales, exploradores, náufragos, héroes y villanos, submarinistas, descubridores de secretos en tierras lejanas, siempre con un halo de verosimilitud científica que nos hacía sentir aventureros/as con una curiosidad voraz.
Ruben Ruiz
Secretario General