Luchino Visconti
Un día como hoy pero de 1906 nacía Luchino Visconti di Modrone, director de cine, teatro y ópera y uno de los iniciadores del neorrealismo italiano. Hijo del duque Giuseppe Visconti di Modrone, y Carla Erba, hija de un poderoso industrial milanés. Es decir, descendiente de una de las familias aristocráticas más antiguas de la Lombardía, lo que no lo impidió retratar con absoluta crudeza y enorme talento artístico las desigualdades sociales que conviven en nuestra sociedad y sus consecuencias cotidianas.
Desde muy chico su vida estuvo vinculada a la Scala de Milán, mítico teatro italiano. Su abuelo y su tío fueron superintendentes del ese coliseo de la ópera. Su madre madrugaba para enseñarle armonía y contrapunto en el pequeño cello. Las visitas de los grandes compositores de la época, Giuseppe Verdi y Giacomo Puccini, eran moneda corriente en su casa. Su mundo infantil y juvenil estuvo marcado por esa cercanía con la música.
En 1935, recaló en París donde tuvo contacto con el escritor Jean Cocteau o el pintor Alberto Giacometti, entre otros. Hasta que conoce al director de cine Jean Renoir, quien lo contrató como asistente de dirección se la película Los bajos fondos, donde se relatan las peripecias de un ladrón que roba a un aristócrata en bancarrota por sus deudas de juego y luego, como asistente y vestuarista en Un día de campo, en la que se narra una jornada de una familia, la irrupción de dos jóvenes seductores y sus implicancias en las relaciones humanas. Ese mundo ambivalente y contradictorio volcado en un film abre la mente y la curiosidad de Visconti.
En 1943 se lanzó con su primera película: Obsesión, basada en la novela “El cartero siempre llama dos veces” y su trágica historia de amor y sangre. Irrumpió con una nueva manera de hacer cine, en la dirección de actores -en general no profesionales- y en el relato sobre la realidad y los conflictos sociales. Simultáneamente, creció su compromiso contra el fascismo y por una sociedad diferente. En 1948 filmó La tierra tiembla, un fresco de las durísimas condiciones de vida de los pescadores, la lucha contra la injusticia de su líder y la necesaria ayuda de la comunidad para el éxito o fracaso de sus ansias de independencia económica ante las consecuencias de la pelea con los patrones.
Fue más evidente su compromiso ideológico y su disposición a retratar con el mayor rigor artístico las nuevas coordenadas sociales y políticas impulsadas por el Partido Comunista Italiano que posibilitaron el ascenso social de millones de trabajadores/as y la reorganización de un país devastado por sus propias divisiones históricas y el paso del fascismo.
En 1951 dirigió Bellísima, en la que desenmascaraba cariñosamente a la industria del cine en una Roma depravada y vendedora de ilusiones. En 1960 compuso Rocco y sus hermanos en la que retrató con notable sensibilidad y crudeza la vida de una familia del sur italiano que emigra al norte industrializado a través de la vida de 5 hermanos en igual cantidad de capítulos. Impecables las actuaciones de Alain Delon y Annie Girardot y la música de Nino Rota.
En 1963 dirigió El gatopardo, otra muestra de lucidez para mostrar el mundo en descomposición de la nobleza, el ascenso de la burguesía y las estrategias de adaptación de los personajes ante ese mundo cambiante. En 1969, dirigió La caída de los dioses, en la que retrató con gusto pero sin cortapisas la decadencia de una poderosa familia alemana, el ascenso feroz del nazismo, su aceitado aparato de represión y las complicidades y contradicciones humanas ante semejante monstruo dominante.
En 1971, sorprendió con Muerte en Venecia donde aflora la mirada de un artista consolidado y sus preocupaciones por las idas y vueltas del arte y la vida; entre la estética y la ética; entre la representación que intenta ejecutar el artista y su posición social. Gran película…
En 1974 nos ofreció su última película, Confidencias (Retrato de familia en interior), una obra que narra la búsqueda de la paz en soledad de un profesor norteamericano que se muda a Roma, hasta que es convencido de alquilar una parte de su propiedad a un joven, amante de una marquesa y la tranquilidad deseada es invadida por la nueva dinámica cotidiana que impregnan sus nuevos vecinos. Un film lleno de situaciones paradójicas entre personajes opuestos en sus vidas y sus intenciones que desatan la tragedia pero, también, transitan situaciones de cierto acercamiento existencial.
Por supuesto que incursionó en la dirección teatral y en su gran pasión que era la ópera con gran repercusión y con un despliegue integral de sus saberes artísticos y su vasta cultura. De origen aristocrático pero marxista practicante, mujeriego y homosexual, interrogador permanente de la tensión entre la ética y la estética, narrador de las desigualdades sociales históricas y de la soledad de su generación. Notable artista que supo absorber la cultura que lo rodeó y la puso a disposición de millones de personas que disfrutaron de su obra.
Salú Luchino!! Por tu arte, por tu sabia elección por el mundo de las mayorías, por tu sensibilidad para retratar personajes e historias de ficción que atraviesan magistralmente y con precisión nuestra vida real.
Ruben Ruiz
Secretario General