María Remedios del Valle
Un día como hoy pero de 1847 nos dejaba María Remedios del Valle, una de las niñas de Ayohúma y llamada Madre de la Patria por los soldados del Ejército del Norte. Fue una afrodescendiente liberta, nacida como parda, según el anacrónico sistema colonial de castas imperantes en ese momento en el virreinato del Río de la Plata.
En 1807 se alistó como auxiliar en el Tercio de Andaluces, uno de los cuerpos de voluntarios que defendieron exitosamente la ciudad de Buenos Aires contra los invasores ingleses. Luego de la gesta del 25 de mayo de 1810, se incorporó a la Primera Expedición auxiliadora al Alto Perú (luego Ejército del Norte) junto a su esposo y sus dos hijos. Más precisamente, a la 6ta. Compañía de artillería volante del Regimiento de Artillería de la Patria, al mando del capitán Bernardo Joaquín de Anzoátegui.
Partieron hacia las provincias del norte un 20 de junio de 1810. Participó en las victorias parciales obtenidas hasta llegar al límite con el virreinato del Perú y luego en la estrepitosa derrota de Huaqui, la trágica retirada y el éxodo jujeño. Fue la única mujer que el general Manuel Belgrano aceptó en sus filas, a pesar de sus estrictos códigos militares. Ocurrió que, durante la batalla de Tucumán, la actuación de María Remedios en el frente fue descollante y salvó muchas vidas de soldados heridos. Luego de esa victoria, Belgrano la nombró Capitana. También participó de la victoria en la batalla de Sata y en las derrotas de Vilcapugio y Ayohúma.
En esta última batalla fue herida de bala y tomada prisionera. No obstante, ayudó a escapar a varios oficiales patriotas. Descubierta por los realistas y, como castigo, fue azotada públicamente durante 9 días. Sobrevivió, se repuso y huyó del campamento enemigo para continuar la lucha en las milicias de Juan Martín de Güemes y Juan Antonio Álvarez de Arenales. Empuñó las armas, fue auxiliar y correo en territorio ocupado por los españoles. Fue herida de bala gravemente en 6 oportunidades, condenada a muerte en otras 7 ocasiones y sufrió la muerte de su esposo y sus hijos durante las guerras de la independencia. Salvó su vida, pero convivió con el dolor de sus enormes pérdidas.
Retornó a Buenos Aires y sobrevivió vendiendo empanadas y tortas fritas en las inmediaciones de las iglesias de San Francisco, Santo Domingo y San Ignacio. El 23 de octubre de 1826 se decidió a iniciar las gestiones para obtener una pensión en mérito a los sacrificios realizados y la muerte de su familia durante los enfrentamientos con los españoles. El trámite no fue fácil. Los prejuicios raciales y la subestimación del papel de las mujeres en la sociedad lo frenaron. En enero de 1827, el ministro de Guerra de la Nación, general Francisco Fernández de la Cruz, lo rechazó aduciendo falta de recursos y le recomendó realizarlo ante la legislatura provincial.
En agosto de 1827, mientras María Remedios, mendigaba en la Recova fue reconocida por el general Juan José Viamonte (representante en la Junta de Representantes de la provincia de Buenos Aires por Quilmes, Ensenada y Magdalena) quien se admiró al ver a la Capitana que tanto había luchado en las campañas militares y se comprometió a interceder para que lograra su merecida pensión.
El 11 de octubre ingresó la nota ante la Junta, pero la presidencia la rechazó invocando otras urgencias referidas al bloqueo que sufría Buenos Aires por la flota imperial del Brasil. El 9 de junio de 1828, Viamonte fue elegido vicepresidente primero de la legislatura provincial y, entonces, insistió con la petición. El proyecto se trató recién el 18 de julio de 1828 y comenzó una escabrosa discusión.
Luego de un intenso debate, se resolvió otorgarle una pensión equivalente a una parte del sueldo de capitán de caballería a partir del día en que inició el trámite. Fueron solo 30 pesos mensuales. En noviembre de 1929 fue ascendida a sargento mayor de caballería y en enero de 1830 es incluida en la nómina de la Plana Mayor del Cuerpo de Inválidos con el sueldo íntegro de su clase. Finalmente, en abril de 1835 el gobernador de Buenos Aires, Juan Manuel de Rosas, firmó un decreto por el cual la nombraba en la Plana Mayor Activa con su jerarquía de sargento mayor y le incrementó la pensión varias veces. A partir de ese momento, quizás en agradecimiento por el gesto de reivindicación que merecía, comenzó a utilizar el nombre de María Remedios del Valle Rosas con el que siguió registrándose hasta el día de su muerte.
Salú María Remedios!! Por tu valentía en el campo de batalla, por tu patriotismo sin medida, por la entereza ante las pérdidas y el olvido y por tu lucha para lograr una justa reparación histórica.
Ruben Ruiz
Secretario General