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Efemérides 12 de Noviembre

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El Mono Gatica

Un día como hoy pero de 1963 nos dejaba José María Gatica, el Mono, boxeador de la categoría liviano, campeón sin corona, ídolo de la popular, el único que llenó el Luna Park en una velada de miércoles a la noche.
Hijo de Tomasa y José Gatica, tenía cuatro hermanos/as: Luis Amílcar, Fermina, Jesús y Flora. Nació en Villa Mercedes, provincia de San Luis, donde su padre tenía un kiosco en la estación. Un siniestro destruyó el local, la familia no se pudo reponer económicamente y su madre decidió emigrar a la ciudad de Buenos Aires junto al Mono y sus dos hermanas. Tenía solo 7 años.
La pobreza fue su acompañante en la gran ciudad. El Mono dejó la escuela; vendió pastillas, diarios y empezó a trabajar de lustrabotas en el bar “El Ancla” y en Plaza Constitución. Defendía a las piñas su lugar de trabajo en la estación de trenes. Adquirió esa destreza callejera de los que arriesgan su plato de comida si pierden el lugar. Desde su local, lo miraba atentamente el peluquero albanés Lázaro Koczi que estaba vinculado al boxeo y había descubierto a Pascualito Pérez y a Martín Kardagián.
Una tarde lo invitó al Mono a pelear por dinero en un lugar llamado “The Sailor’s Home” (también se conocía como la Misión Inglesa). Era un alojamiento transitorio para marinos británicos sin trabajo en donde se armaban peleas clandestinas a tres rounds y se apostaba dinero. Ganó unas cuantas peleas y, entonces, Koczi le propuso dedicarse al boxeo profesional. Lo llevó a entrenar a un gimnasio de Barracas y le consiguió trabajo como ayudante de albañil por 5 pesos diarios.
Remontó todo el espinel. Arrancó en el amateurismo. Ganó varias peleas y en 1942 perdió con el ecuatoriano Alfredo Carlomagno la final por el campeonato sudamericano. En 1944 repitió y ganó la final; en 1945 ganó el campeonato Guantes de Oro de peso pluma y terminó con laureles su carrera amateur.
El 7 de diciembre de 1945 debutó en el profesionalismo; le ganó por nocaut en la primera vuelta a Leopoldo Mayorano. Ese mes realizó otros dos combates y los ganó. Un comienzo vertiginoso. En 1946 comenzaron los míticos combates con su antagonista permanente: Alfredo Prada. Una historia aparte. Dramática, violenta, de alto impacto popular. Boxeo y política en dosis infartantes y pasionales. Argentina de esa época en extrema pureza.
La popular deliraba con Gatica. El ring side era todo de Prada. Peronistas y antiperonistas sin medias tintas. El cuadrilátero era el centro del mundo y la clave de la historia, por una noche. Realismo mágico antes que fuera popularizado por grandes escritores. Oro y barro en los dos rincones.
Gatica demolía a los rivales por nocaut. Prada los vencía por puntos. Gatica alborotaba con su vestimenta, festejaba sus triunfos en los cabarets con abundante champagne y provocaba a sus rivales de turno. Prada estudiaba mecanografía en las Academias Pitman, un poco de contabilidad y de inglés y después de las peleas se dirigía a su casa a tomar un té y darse un baño de inmersión con agua tibia como relajante muscular. Uno era peleador nato; el otro estilista. Ambos, feroces.
El primer encuentro como profesionales fue el 31 de agosto de 1946. La recaudación alcanzó la friolera de $43.708 y la entrada valía 2 pesos. Fue sangriento como pedía el Coliseo de avenida Corrientes. Prada terminó el primer round con el ojo cerrado y el cuarto con el maxilar inferior fracturado. Gatica tocó la lona en el 11º asalto por una derecha al mentón. Terminaron extenuados. Ganó Gatica por puntos y la popular fue un carnaval de camisas desabrochadas y gestos ampulosos.
La segunda pelea fue la más feroz de todas. Sábado 12 de abril de 1947. El show había empezado a las ocho de la noche cuando llegó el Mono. Vio a la gente haciendo cola para sacar entradas. Llamó al vendedor de café y le dijo: “…servile a todos”. La desmesura era su fuego sagrado.
Se recaudaron $64.204, lleno total. El combate fue recordado como una carnicería. Primer round, Gatica sale a atacar de entrada, pero una fortísima zurda de Prada impacta en su cara y lo voltea. Se levanta inmediatamente pero el golpe había sido demoledor. Otro golpe (o cabezazo, según quien brinde la versión) le rompió el maxilar inferior a Gatica. En el quinto round se produjo un golpe de cabezas y en el sexto el Mono no salió. La lona de su rincón era una inmensa mancha de sangre. El ring side se tomaba su esperada revancha. Los dos boxeadores terminaron internados en el hospital.
El 18 de septiembre de 1948 volvieron a verse las caras. Se recaudaron $156.471, estadio colmado. Prada ya era campeón argentino de la categoría liviano y Gatica venía de 12 triunfos consecutivos (11 por nocaut). Esa noche no estaba en juego el título. Gatica subió con una bata con la inscripción “Perón-Evita” que hizo subir la temperatura del Coliseo. Fue una pelea muy pareja y violenta; en el noveno asalto, Prada besó la lona. Logró reincorporarse, pero esa piña fue definitoria para el veredicto final. Ganó el Mono y el rugido de la popular hizo temblar los alrededores.
En 1951, Gatica inició una gira por EE UU en su intento por disputar el campeonato mundial. Comienzo auspicioso con una victoria por nocaut en el cuarto asalto ante Terence Young. Luego de esa demostración el campeón del mundo, Ike Williams, le ofreció una pelea sin disputa del título. El Mono aceptó, pero no se preparó físicamente. Perdió en el primer round, luego de tres caídas.
El 16 de septiembre de 1953, Gatica y Prada, se enfrentaron por última vez y disputaron el título argentino de los livianos. La recaudación fue de $734.435, no había lugar. Como siempre, corrió sangre. Gatica tuvo problemas para dar el pesaje. Aguantó firme, los dos primeros rounds. Después fue todo de Prada. En el sexto asalto, swing de izquierda y el Mono cayó sin apelativos. Guapo, continuó el combate pero solo para retroceder y apoyarse en las sogas, hasta que una fulminante derecha decretó el nocaut. Final de esta disputa que marcó una época de las pasiones argentas.
Llegó el golpe del ’55 y, obviamente, fueron por Gatica. Le sacaron la licencia para boxear y lo obligaron a pelear en forma clandestina. Su último combate se llevó a cabo en el Lomas Park, un gimnasio que estaba en la calle Oliden del partido de Lomas de Zamora, provincia de Buenos Aires. Le ganó por nocaut en el cuarto round a Jesús Andreoli e, inmediatamente, fue detenido por la policía al carecer de permiso para boxear. Posteriormente, trabajó de profesor de educación física en el Centro Deportivo Nº 2 de La Plata y de mozo en dos restaurantes. Pero la pobreza lo fue abrazando nuevamente y terminó en una villa miseria de Villa Domínico. La persecución política y sus propios errores lo fueron encerrando. Sin embargo, nunca dejó de intentar buscarse el sustento.
El fatídico 12 de noviembre de 1963, salió del estadio de Independiente, luego de vender muñequitos en las tribunas. No hizo pie en el estribo del colectivo de la línea 295, quedó atrapado debajo de él y lo aplastaron las ruedas traseras. Murió horas después en el Hospital Rawson. Su velatorio fue una demostración de amor popular. El trayecto al cementerio de Avellaneda duró 7 horas. Llegó gente de todo el gran Buenos Aires y de pueblos y ciudades lejanas. Al anochecer se prendieron las antorchas y esa multitud se transformó en un río de luz y lágrimas que despedía a su ídolo.
Salú Mono!! Por tu coraje para vivir, por tu desfachatez, por tu intensidad, por hacer feliz a la popular, por lograr que miles de personas ignoradas se sintieran ganadores cuando vos ganabas.
Un integrante explosivo de nuestra popular imaginaria…

Ruben Ruiz
Secretario General 


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