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Efemérides 18 de Marzo – La Comuna de París

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La Comuna de París

Un día como hoy pero de 1871 comenzaba la insurrección popular que instauró el primer gobierno obrero del mundo y que dirigió los destinos de la Ciudad Luz; finalizó el 28 de mayo luego de sangrientas represiones y fusilamientos en masa de los comuneros/as parisinos.
La rebelión tenía antecedentes históricos que explicaban su nacimiento. En diciembre de 1848 Carlos Luis Napoleón Bonaparte fue electo presidente de la Segunda República por abrumadora mayoría. En mayo de 1850 la Asamblea votó una nueva ley electoral por la cual se eliminó el voto universal masculino y se retornó al voto restringido. Quedaron sin derecho a voto tres millones de personas, en su gran mayoría obreros y artesanos.
A fines de 1851 Bonaparte dio uno golpe de estado y días después promulgó una constitución que acrecentó los poderes del Ejecutivo, extendió el mandato presidencial a 10 años, aprobó la reelección y dividió el poder del legislativo en tres cámaras. Finalmente, Francia se constituyó en imperio y el presidente se autoproclamó emperador. Apareció en escena Napoleón III. Durante dos décadas gobernó con uno férreo control policial y censura de prensa, astutos cambios de alianzas sociales, cierta modernización del país y triunfos militares y diplomáticos.
En 1870 le declaró la guerra a Prusia y la derrota fue total. Él mismo fue preso junto a 100 .000 soldados. Ese hecho provocó la debacle. Los republicanos derrocaron al imperio. Inmediatamente, los prusianos sitiaron París. El bombardeo sistemático, la escasez de alimentos y la falta de un liderazgo patriota elevaron el descontento. Los parisinos habían resistido heroicamente el sitio pero sospechaban que las autoridades querían un armisticio. Efectivamente eso ocurrió. Prusia anexó las provincias de Alsacia y Lorena, exigió el pago de 200 millones de francos en calidad de rescate, el desarme de los soldados que defendían la ciudad y desfilar por las calles de París en honor a Guillermo I, emperador de Alemania.
La afrenta era mayúscula pero el gobierno provisional de Louis Adolphe Thiers la aceptó. Los obreros y la Guardia Nacional se rebelaron y lograron salvar 400 cañones y ametralladoras, que se habían comprado mediante suscripción popular, ubicados en los altos de Montmartre y Belleville. El 1º de marzo las tropas enemigas desfilaron y se retiraron el mismo día.
A renglón seguido, vino el guadañazo económico y social. Thiers anuló la moratoria sobre los pagarés, alquileres y deudas que hizo quebrar a 300.000 obreros, pequeños talleres y tiendas, suprimió el salario de los guardias nacionales, creó una Federación de la Guardia Nacional paralela, prohibió seis periódicos republicanos y condenó a muerte a líderes insurreccionales.
En la madrugada del 18 de marzo el gobierno ordenó recuperar el armamento escondido. Las mujeres develaron la maniobra y produjeron el primer enfrentamiento. La ciudad despertó y se rebeló. Por la tarde, el gobierno provisional huyó a Versalles. Nacía la Comuna de París.
Ante el vacío de poder la Guardia Nacional (formada por mayoría de obreros y artesanos) decidió convocar a elecciones comunales mediante el voto universal masculino. El 26 de marzo se realizaron. Se eligieron 92 comuneros (obreros, artesanos, pequeños comerciantes, carpinteros, artistas, libreros, profesionales y políticos de todas las tendencias). Louis Auguste Blanqui fue elegido para presidente del Consejo Comunal, a pesar de ser un preso político.
La ciudad, primero sitiada por los prusianos y luego asediada por el gobierno desde Versalles, resistió y se organizó eficazmente. Los comuneros electos cobrarían el sueldo de un obrero, sus cargos eran revocables, se reemplazó la fuerza militar regular por la Guardia Nacional Democrática y se concedieron pensiones a las viudas e hijos soldados muertos en la defensa de la ciudad; se devolvieron en forma gratuita todas las herramientas a los trabajadores, se suspendió el pago de deudas y se abolieron sus intereses, se mantuvieron los servicios públicos y se creó un servicio postal y otro de salud pública, se decidió que las fábricas abandonadas por sus dueños fueran entregadas a cooperativas obreras, se anuló el sistema de multas que pesaba sobre los trabajadores/as, se crearon guarderías para cuidar a los hijos/as de las trabajadoras; se prohibió el trabajo nocturno en las panaderías.
Se instituyó la educación laica y gratuita y se abrieron escuelas para mujeres, se inauguró la formación profesional para los jóvenes a cargo de obreros con experiencia, se decretó la separación la iglesia y el Estado y las propiedades de la curia pasaron a manos estatales, se promovieron los teatros y bibliotecas, se impuso la libertad de prensa, reunión y asociación.
Pero las características más salientes de La Comuna de París fueron: la libertad que gozaron ampliamente todos los ciudadanos/as, el orgullo que experimentó la clase obrera por vivir sin patrones y la organización eficaz para defender el territorio propio ante enemigos más poderosos. El carácter exitoso de la revolución implicó, también, sus limitaciones históricas.
La burguesía francesa e internacional unieron fuerzas para aplastar esta gesta popular y recuperar el poder. La Comuna de París se transformó en un hecho sin precedentes y se constituyó en un ejemplo peligroso para los poderosos del mundo occidental. Los medios de comunicación se hicieron eco de los acontecimientos. Mintieron, subestimaron y denigraron a los comuneros, pero al mismo tiempo, difundieron su lucha. Carlos Marx se transformó en una referencia planetaria sin proponérselo. Había sido apuntado como el autor ideológico.
Las fuerzas militares enemigas se engrosaron y recibieron recursos del Banco de París (que los comuneros no se animaron a tocar) y del exterior. Ya no se trataba de una ciudad sublevada en manos de los obreros/as. Era un símbolo a destruir. El 2 de abril los bombardeos se intensificaron y comenzó el asalto. Hubo movimientos de solidaridad en las ciudades de Narbonne, Limoges y Marsella que fueron rápidamente aplastados.
La resistencia fue heroica pero no centralizada. Las callejuelas de antaño habían sido reemplazadas por anchos boulevares que facilitaban el paso de las tropas militares. La artillería moderna hacía diferencia contra los milicianos. Llegaron a levantarse 600 barricadas en toda la ciudad y la lucha se tornó encarnizada. El 21 de mayo más de cien mil soldados del ejército de Versalles ingresaron a París por la puerta de Saint Cloud. Comenzaba la “semana sangrienta”.
A medida que las tropas avanzaban, los comuneros incendiaban los edificios gubernamentales o las antiguas residencias de la monarquía. La lucha se libró calle por calle y las mujeres tuvieron una actuación destacada aunque su presencia y actuación es invisibilizada aún hoy por la historiografía oficial. Louise Michel, Nathalie Lemel o Victoire Leódile Béra fueron líderes en la lucha callejera y en las asambleas que se sucedieron durante esos meses.
El 28 de mayo cayó la última barricada ubicada en la rue Ramponeau, de Belleville, defendida por un solo hombre que fue fusilado luego de rendirse. El saldo de la lucha fue de 30.000 comuneros muertos o fusilados sumariamente. Otros 40.000 fueron arrestados, algunos miles de ellos fueron ejecutados, otros encarcelados y condenados a trabajos forzados y 7.000 fueron deportados a Nueva Caledonia (en el Pacífico Sur). La ley marcial duró cinco años y las persecuciones continuaron hasta 1784. Los exiliados/as se contaron por miles.
Hubo un efecto inesperado para la burguesía. La insurrección comunera, sus consecuencias y enseñanzas se desparramaron por occidente y oriente. Traspasó los tiempos y superó el esmero de muchos escribas del mundo oficial por ocultar su existencia. Su ejemplo quedó en el corazón de los pueblos que están dispuestos a luchar por su futuro y aprender del pasado.
Salú Comuneros/as de París!! Por esa fiesta mínima de la historia popular universal, por esa demostración contundente de coraje colectivo y eficacia para gestionar lo común, por enseñarnos que se puede vivir de otra manera, que no estamos condenados/as a ser muñecos de los poderosos de turno. Por vivir con dignidad y morir con gloria.

Ruben Ruiz
Secretario General 


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