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Efemérides 25 de Mayo – Revolución de Mayo

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Coraje ante lo desconocido e inicio de un sueño eterno

Un día como hoy pero de 1810 se producía una movilización popular a la Plaza de la Victoria (hoy, Plaza de Mayo) que derrocaría al virrey Cisneros y obligaría a elegir una junta de gobierno para dirigir los destinos inciertos de una Patria naciente y un joven pueblo rebelado.
Pero este día tiene su historia.
Hubo un largo proceso de toma de conciencia, elaboración de un nuevo ideario, organización política y proclamación de la soberanía popular y territorial.
En ese proceso incidieron una serie de elementos, entre ellos: la declaración de la independencia de Estados Unidos en 1776, que establecía un sistema de gobierno republicano; la rebelión de pueblos originarios y mestizos en el Perú conducidos por Tupac Amaru en 1780; la Revolución Francesa en 1789 y la divulgación de sus principios de Libertad, Igualdad y Fraternidad; las violentas conquistas de territorios y mercados por parte de Gran Bretaña; las exitosas defensas de la ciudad de Buenos Aires contra los invasores ingleses, protagonizadas por el pueblo porteño y bonaerense en 1806 y 1807; la indignación provocada por la represión de las rebeliones de Chuquisaca y La Paz contra la arbitrariedad de los españoles y el insostenible monopolio del comercio por parte del reino de España.
El lunes 14 de mayo atracó en Buenos Aires un barco inglés con periódicos que informaban la caída de la Junta Suprema Central de España, instalada en Sevilla, a manos de los invasores franceses, ocurrida cuatro meses antes. El jueves 17 de mayo llegaron nuevas noticias sobre el formación de una incipiente Junta de Cádiz formada para enfrentar al invasor. Las autoridades virreinales lo sabían pero lo ocultaban. Belgrano y Castelli se encargaron de difundirlao y presionar para la constitución de una nueva institucionalidad, esta vez sin virrey.
El viernes 18 de mayo las noticias estaban esparcidas pero había silencio stampa en el virreinato. Ante esta situación, los revolucionarios conspiraban. En la jabonería de Vieytes o en la casa de Rodríguez Peña se reunían Castelli, Belgrano, Paso, Beruti, Donado, Eustoquio Vélez Sarsfield, Paso, Chiclana, Darragueira, Viamonte. En la quinta de Mariano de Orma se reunían French, el padre Grela, Matías de Yrigoyen, Francisco Planes. Coincidieron en reunirse con Cornelio Saavedra e impulsar la convocatoria de un cabildo abierto para definir el futuro.
El sábado 19 de mayo, Saavedra y Belgrano se reunieron con el alcalde de primer voto Juan de Lezica, y Castelli se reunió con el síndico procurador Julián de Leyva para exigirles a ambos el llamado a deliberar en forma urgente. El domingo 20 de mayo el virrey fue anoticiado de las novedades y se realizó una sigilosa reunión con las autoridades militares. En este punto, los historiadores no se ponen de acuerdo. Unos sostienen que Cisneros aceptó presentar su renuncia al día siguiente. Otros que aceptó la realización del cabildo abierto con la oculta esperanza de que su continuidad fuera votada. Misterio histórico.
El lunes 21 de mayo fue convulsionado. A media tarde 600 integrantes de la “Legión Infernal”, liderados por French y Beruti, ocuparon la plaza de la Victoria, increparon a los funcionarios del Cabildo ante la tardanza de la convocatoria a deliberaciones y exigieron la renuncia del virrey Cisneros. Solo el brigadier general Cornelio Saavedra pudo calmar la situación sobre la base de que sus reclamos serían satisfechos y que tenían el apoyo de las guarniciones militares.
Inmediatamente, comenzaron a repartirse las invitaciones para participar de las deliberaciones del día siguiente. Éstas fueron cuidadosamente seleccionadas por las autoridades virreinales para obtener una votación favorable y continuar en el poder. Pero el encargado de confeccionarlas fue Agustín Donado, compañero de French y Beruti. El número de invitaciones fue mayor al estipulado y se distribuyeron entre los criollos afines a las ideas revolucionarias.
El martes 22 de mayo se realizó el Cabildo Abierto. La plaza de la Victoria fue un territorio en disputa. Unos 500 “chisperos” a las órdenes de French y Beruti controlaban los accesos. Los adictos al virrey, acostumbrados a ejercer el poder inconsulto y unilateral, se vieron desbordados y una parte de ellos desistió de ingresar a la plaza y participar del cabildo. La custodia del lugar estuvo a cargo del Regimiento de Patricios, al mando del joven Eustoquio Vélez Sarsfield. Finalmente participaron unos 250 ciudadanos en un clima tenso, con definición abierta y bullicio de pueblo sublevado.
El primer orador fue el obispo de Buenos Aires, Benito Lué y Riega, quien abogó por la continuidad del virrey en el cargo. A continuación Juan José Castelli argumentó que el reinado español había sucumbido ante el invasor, que su legitimidad había expirado, que esa ilegitimidad visible era transmisible al virrey y que el pueblo debía formar un nuevo gobierno soberano. Fue apoyado por Pascual Ruiz Huidobro y refutado por el fiscal Manuel Genaro Villota, quien pidió la intervención de las demás ciudades del virreinato. Ante el acalorado debate, tomó la palabra Cornelio Saavedra, quien mocionó que el mando fuera delegado en el Cabildo hasta la elección de una junta gobernante, en la forma que éste estimase conveniente. Castelli apoyó esa postura que resultó ampliamente ganadora.
El miércoles 23 de mayo se colocaron avisos en diferentes puntos con el anuncio de que el virrey debía cesar en el cargo, el Cabildo asumiría provisoriamente y se elegiría una junta gobernante. Una compañía del Regimiento de Patricios también pregonaba la noticia por la ciudad a puro redoblante. El jueves 24 de mayo el Cabildo, a propuesta de Juan de Leyva, conformó una junta hasta que llegaran los representantes de las provincias. El presidente y comandante de armas era el ex virrey Baltasar Hidalgo de Cisneros y los vocales eran Saavedra, Castelli, Juan Nepomuceno Solá (sacerdote español) y José Santos Incháurregui (comerciante español). La decisión soberana ganada en las deliberaciones se perdía en los pasillos del Cabildo. La bronca era grande, el asombro también.
Durante la noche los revolucionarios civiles y militares deliberaron en la casa de Rodríguez Peña. Los ánimos estaban caldeados y confusos. Se dudaba de la lealtad de Saavedra. Se decidió desacatar la resolución del Cabildo, convocar nuevamente al pueblo e impulsar la integración de otra junta gobernante sin la participación de Cisneros.
Desde la mañana del 25 de mayo el pueblo se dirigió a la Plaza de la Victoria (hoy, Plaza de Mayo) decidido a cambiar la historia. La Legión Infernal arengaba y convocaba vecinos a ser parte de la gesta. Luego de unas horas, la paciencia se agotó. La multitud ingresó al salón de reuniones del Cabildo y exigió la renuncia de Cisneros, la anulación de lo aprobado el día anterior y la elección de una junta de gobierno. Cisneros resistía. La presión crecía y la decisión popular estaba tomada. Era pato o gallareta. El síndico Juan de Leyva exigió reprimir. Los regimientos y sus jefes se opusieron.
Los cabildantes intentaron terciar y sostener su poder. Allí fue cuando Beruti proclamó que el pueblo también había perdido la confianza en ellos y que debía elegirse una junta de inmediato. No hubo mediación. La renuncia de Cisneros llegó al recinto. Beruti pidió una pluma y elaboró una lista para integrar la junta, previamente acordada entre los diferentes grupos revolucionarios. Se formó así, la Junta Provisoria Gubernativa del Río de la Plata, popularmente conocida como Primera Junta: Cornelio Saavedra, presidente; Juan José Castelli, Manuel Belgrano, Miguel de Azcuénaga, Manuel Alberti, Domingo Matheu, Juan Larrea, vocales; Juan José Paso y Mariano Moreno, secretarios.
El equilibrio cumplió un papel decisivo en esa instancia compleja. Hubo siete criollos y dos españoles. Cuatro abogados, dos militares, dos comerciantes y un sacerdote. Las sensibilidades políticas estaban representadas por tercios: los moderados, los que abogaban por una monarquía independiente regida por la infanta Carlota (hermana de Fernando VII) y los juntistas soberanos. La lluvia, que había acompañado buena parte de la jornada, fue el telón de fondo del discurso de Saavedra desde el balcón que agradeció la firmeza demostrada por el pueblo y celebró la victoria.
El 26 de mayo se proclamó en las calles la nueva forma de gobierno, se invitó a las provincias a la elegir sus diputados y enviarlos para incorporarse a la Junta y se desconoció al Consejo de Regencia. Después vinieron tiempos turbulentos. Pero el primer paso soberano se había dado con grandeza.
Salú pueblo rebelde!! Parafraseando al escritor Andrés Rivera, la revolución sigue siendo un sueño eterno. Un sueño eterno que aún hoy nos convoca…

Ruben Ruiz
Secretario General 


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