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FELIZ DÍA DEL TRABAJADOR Y LA TRABAJADORA

Un día como hoy pero de 1886 se iniciaba una huelga en Chicago por las ocho horas de trabajo y se daba inicio a un movimiento popular para lograr ese derecho. Los días posteriores creció la organización obrera y también hubo una sangrienta represión. En conmemoración de esos héroes y heroínas que comenzaron una lucha desigual pero necesaria conmemoramos nuestro día en gran parte del mundo.
Llegamos al 2021 en un contexto de pandemia extendida que nos obliga a repensar cotidianamente nuestras acciones, que presiona sobre nuestras emociones, que nos desafía a encontrar soluciones para las que carecemos de preparación e interpela nuestras nociones de supervivencia, cuidados, responsabilidad ciudadana y solidaridad activa.
Los trabajadores/as estamos haciendo nuestra parte. Aprendimos novedosas estrategias de cuidado para trabajar en forma presencial y no contagiarnos, adquirimos habilidades en tiempo récord para trabajar a distancia, nos transformamos en maestros auxiliares de nuestros hijos/as, en muchos casos convivimos con el encierro en espacios reducidos y condiciones difíciles, luchamos por nuestros derechos y por aumentos salariales que den pelea efectiva al efecto corrosivo de la inflación, nos amoldamos a las diferentes y erráticas modalidades de combate al virus.
Pero en el mundo no hay solo trabajadores/as. Existen imperios empresarios poderosos y estados que intentan equilibrios inestables pero no dejan de acrecentar la carga impositiva sobre las mayorías, aún ante una recesión tan evidente.
Para muestra vale un botón: los siete países más poderosos se apoderaron del 80% de las vacunas o de sus contratos futuros. Los laboratorios que producen las vacunas y los gobiernos respectivos se oponen o bloquean las iniciativas para suspender las patentes y dar un respiro a toda la humanidad y, en general, se mantiene el secreto sobre los detalles del precio y los alcances reales del suministro.
Otra muestra es que el 10% más rico de la población mundial culminó siendo más rica después primer año de pandemia. El otro 90% tuvo el resultado contrario, en muchos casos, dramático.
No obstante, se demostró una regla de oro: la esencialidad de los trabajadores/as para que el mundo funcione. Para nosotros/as no es un secreto pero entre la hojarasca de confusión sistemática, esa veracidad se desdibuja o se olvida.
Las máquinas, los sistemas, el transporte y distribución de alimentos y servicios públicos, los respiradores, la aparatología sanitaria, los miles de dispositivos, la educación, la producción de bienes, el cuidado de las personas o la biotecnología no funciona si no existimos los trabajadores/as que ejecutemos las acciones pertinentes para que la rueda gire.
Esa es nuestra fortaleza. Entenderlo es un deber. Encontrar caminos para fortalecer la unidad real, también. Somos la primera minoría del planeta. Somos quienes en cada lucha enfrentamos la avaricia de unos/as pocos. Somos quienes construimos sabiduría colectiva, acumulamos experiencia y la transmitimos, generamos redes solidarias por doquier y soñamos con dejarles un piso razonable a las generaciones futuras para que inventen su propia realidad.
Feliz día! Con barbijo, distanciamiento, lavado de manos, vacunas y voluntad para conquistar lo que es nuestro.

COMISIÓN DIRECTIVA APJ GAS

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